28 de diciembre de 2008

Diciembre 22, 2008


He dejado a mi novia. Intuyo vuestra sorpresa. Muchos no sabíais que tenía novia y otros, supongo, habréis descolgado vuestro labio inferior al conocer la noticia de la ruptura. Para quienes os encontráis en el primer grupo: “sí, he mantenido lo que siempre entendí como una relación de pareja durante cuatro largos años”. Para aquéllos con el labio descolgado: “creo ya iba siendo hora de cortar con esta relación y ponerme manos a la obra para encontrar una mucho más satisfactoria”.
La ruptura se produjo el 22 de Diciembre. El fin de semana había sido muy intenso. Casi no nos separamos el uno del otro, intuyendo que el final estaba cerca. Lo hicimos en todos los rincones del “palomar”: sobre la cama, sobre la mesa del comedor, sobre la mesa del té, sobre los sofás, en la mesa del despacho, sobre la nueva impresora, en la cocina, en el pasillo. Quizás el único lugar que nos faltó fue el baño, aunque creo que también ahí cruzamos más que una miradita. Sin embargo, ella me comunicó que era el momento de romper. Aunque ya sabía que la ruptura llegaría algún día, no pude evitar lanzar algún que otro reproche: “he perdido cuatro años de mi vida contigo y ¿ahora qué?”, “no sé si podré salir de esta, te necesito, no sabré vivir sin ti, no puedes hacerme esto”, “ya lo veía venir, siempre supe que había otro”, “te he dado lo mejor de mí y así me lo pagas”, “te vi nacer, te cuidé, te alimenté, te vi crecer, te ayudé a convertirte en lo que ahora eres y me dices que es hora de andar por tu propio pie”. Pero después, el orgullo personal hizo su aparición a través de un grupo de frases trilladas: “no eres tú, soy yo”, “creo que para mí también ha llegado el momento de saber si puedo estar solo”, “eres lo mejor que me ha pasado nunca y no te merezco, será mejor que te deje ir”, “tu necesitas alguien de tu misma talla emocional, social e intelectual y yo no puedo ofrecerte todo eso”.
A las 20:00h del domingo 21 de Diciembre llegamos a la conclusión de que dejarlo era lo mejor para ambos. Recogimos todas sus cosas y las empaquetamos. Clasificamos todo aquello que había ido acumulando durante estos años y le pusimos etiquetas por si en algún otro momento había que recurrir a sus recuerdos. Ella se arregló para la ocasión, vistiendo la camiseta que le había regalado unos días antes con la frase de W. Somerset Maugham serigrafiada en el pecho: «Sólo avanzada ya mi vida me di cuenta de cuán fácil es decir: “no lo sé”»
El 22 de Diciembre se fue con el otro. Tendremos que vernos las caras a la vuelta de navidades porque aún quedan cosas por arreglar. Y en unos meses el tribunal evaluará nuestra relación. Después de eso, el tiempo dirá, aunque no creo que podamos ser amigos, al menos no con ese horrible nombre “tesis”, que desde el principio marcó el final de nuestra relación.

9 de diciembre de 2008

El Reino de Oz


La lluvia, como un conjunto de delicados hilos de seda, acariciaba nuestras caras y, poco a poco, impregnaba nuestras ropas. Íbamos charlando, dando un paseo por unas calles que aunque son ajenas, conocemos bien. En ellas hemos bailado, hemos bebido y comido, hemos cruzado miradas con atractivos extraños que llamaron nuestra atención.

¡Hola! (pausa) ¡qué guapo eres!

Hablábamos de todo y de nada. De nuestros días por Madrid, de las sensaciones que nos vinculan a esa ciudad, de la necesidad de encontrar un lugar en el que encajar, en el que crear un sentimiento de pertenencia, en la que perdernos y no sentirnos perdidos.

¡Hola! (pausa) ¡qué guapo eres!

Hemos intentado recrear esos sentimientos aquí, en la ciudad construida sobre la piedra, pero siempre hemos fallado en nuestro intento. Quizás el problema surge de la comparación, de la atención prestada a las diferencias presentes en los estímulos proporcionados por una y otra ciudad. Quizás Madrid es el reino de Oz, aquél lugar en el que crees que todos tus sueños se harán realidad y cuando definitivamente llegas a él te das cuenta de que el cumplimiento de tus deseos pasa irremediablemente primero por tu forma de proceder. Sin embargo, no hay duda de que las posibilidades de uno y otro lugar son diferentes.

¡Hola! (pausa) ¡qué guapo eres!

Recorríamos el camino de baldosas amarillas, el mismo que tendríamos que emprender de vuelta a la realidad horas más tardes, cuando el mago apareció. Aunque han transcurrido tan sólo unas horas, ya no recuerdo su rostro. No recuerdo su cuerpo, ni la ropa que vestía, aunque todo eso no era importante. Recuerdo sus ojos y como me miró mientras decía: ¡Hola! (pausa) ¡qué guapo eres! He tratado de componer un retrato mental sobre él, guardarlo en mi memoria y colocarlo en mi estantería personal sobre Madrid, pero no lo he logrado, al menos, no como me gustaría. No le dije nada, no supe. ¿Perdí otra oportunidad? Probablemente, aunque esta vez no lo siento así. Siento que las baldosas amarillas se van estrechando y que Oz está más cerca que nunca. Y para recodármelo, suspendidas en el aire, siguen sus palabras: ¡Hola! (pausa) ¡qué guapo eres!

21 de noviembre de 2008

Comestible


Dientes. Mandíbulas que se mueven al compás con un único objetivo: comer aquéllo por lo que han venido, aquéllo por lo que han estado esperando toda la semana, puede que incluso todo el mes. En ese batir de dientes, pequeños restos del manjar se van alojando entre sus colmillos y entre algunas de sus muelas. La carne golpea a uno y otro lado de la cavidad oral hasta ser atrapada por esas pequeñas y desgarradoras piezas dentales. Una tímida baba asoma por algunas de las comisuras de sus labios, mezcla de saliva y jugo que se desprende del rico manjar. Algunas recogen ese líquido sobrante y vuelven a introducirlo utilizando sus dedos como vehículo para ello. Otras ríen mostrando entre sus dientes la gula de sus prisas, sus ansias por degustar, por saborear. Algunas, sin que éste sea su propósito, envían entre sus palabras algún que otro trozo del que en esos momentos es su objeto de placer.

Acero. Afiladas cuchillas que giran, pican, cortan, machacan, arañan. Su ruido es amortiguado por las voces y susurros femeninos que esperan el segundo plato, y ya puestas, el postre. Una campana anuncia que el siguiente plato está preparado, listo para ser deglutido. Comienza de nuevo la orgiástica ceremonia para hacerse con un trozo. En realidad, ninguna de ellas consiente en mover un músculo mientras vuelven a pasar la bandeja que porta la comida. Tampoco se atreven a hacer acopio de un trozo que no les corresponda. Unas a otras se miran, deseando aquello que roza los labios de la otra, mientras que con una sonrisa preguntan: está rico, ¿verdad? Y aquélla otra responde que sí, pero añade que a ella, en su casa, le sale mejor porque hace tiempo que posee la ansiada máquina.

Aplausos. Un kilogramo de mandarinas congeladas en el vaso. El zumo de un limón y cinco segundos a velocidad 4, cerrar tapa. El resultado: sorbete de mandarina. Todas cogen el pequeño vaso de plástico y sorben la crema naranja que en él habita. Algunos vasos suenan vacíos como cuando tratas de absorber a través de tu pajita el hielo de un limón granizado de ese último verano. La clase de cocina ha terminado. Casi ninguna comprará la máquina pero han pasado la tarde fuera de casa, han merendado. Objetivo cumplido.

Exprés. Así se llama y así se escribe en youtube, el aterrador pero humano corto de Daniel Sánchez Arévalo donde la caprichosa máquina de este relato es también protagonista. ¿Qué os voy a decir? Estuve en esa clase de cocina, degusté la carne, degusté el pescado, sorbí a través de la pajita, me relamí, y al final, compré la máquina. Quizás una decisión extraña, pero así soy yo. No tengo piso, no tengo dinero en el banco, no visto de príncipe azul, pero tengo mi Thermomix, la adoro y eso me hace más comestible.

13 de noviembre de 2008

Pelotas


Muy recientemente, Pelotas había cumplido los 10 años de edad. A pesar de su juventud era un niño bastante avanzado para su edad. Pelotas ya tenía novia: Amapola. Además, Pelotas estaba entre los primeros de su clase. Sus notas siempre eran de 9,25. En matemáticas: 9,25. En Conocimiento del Medio: 9,25. En Educación Física: 9,25. Inglés: 9,25. Podría decirse que era, además, un chico bastante popular y siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás. Sin embargo, Amapola (aunque también su familia) era su prioridad. La quería tanto, tanto, tanto, que nunca tuvo vergüenza de expresar sus sentimientos y mostrar su afecto delante de todos los compañeros de clase. Aunque no siempre fue así.

Por supuesto, Pelotas no era su verdadero nombre, y muy pocos sabían que sus padres habían querido que se llamara Jacobo, como su abuelo. Tampoco muchos sabían por qué ahora todo el mundo le llamaba Pelotas, hasta el punto que tan sólo él, Amapola, sus padres, su abuelo y su abuela sabían que su nombre real era Jacobo. Incluso sus profesores le llamaban Pelotas.

- ¿Por qué le llaman Pelotas?-decía una niña a otra.
- No lo sé-contestaba la niña a la que le habían preguntado- A mí me llaman Olivas, pero es por mi apellido. Quizás se apellida Pelotas.
- No, no se apellida Pelotas. Yo creo que le llaman así porque juega muy bien al fútbol-contestaba otra niña.
- No-decía un niño- Le llaman Pelotas porque en su casa tiene toda una habitación llena de pelotas. Creo que las colecciona.

Todas las niñas y niños del colegio elaboraban extrañas teorías acerca del peculiar nombre. Pero nadie se atrevía a preguntárselo por la admiración que sentían. Querían a Pelotas como si fuera un hermano, y su admiración llegaba al punto de que más que un hermano, era un hermano mayor. También había otros y otras a los que no les hubiese importado ocupar el lugar de Amapola, pero todos y todas sabían que, aunque Pelotas era el chico más abierto de todo el colegio, sólo tenía ojos para su Amapola.
Un buen día, un niño que había llegado nuevo al colegio y que tan sólo tenía 3 años de edad, se acercó decidido hasta Pelotas y le preguntó: - Oye Pelotas, ¿por qué te llamas Pelotas?. Y Pelotas, con su perfecta sonrisa, con su perfecta dicción y su perfecto conocimiento de la lengua (había sacado un 9,25) le desveló el secreto de su nombre.
Lo que le dijo fue lo siguiente: Mi nombre real es Jacobo y no he sido siempre como ahora me ves. Antes no sacaba nada más que un 5 en todos los exámenes. El fútbol no se me daba muy bien y no tenía tantos amigos como ahora tengo. De hecho, los chicos y las chicas cuando me veían me decían: “Jacobo chúpate el codo”. Y algunos me hacían cosa peores que es mejor que no sepas. Lo único que me motivaba para venir al colegio era ver a Amapola, pero nunca antes la había saludado y jamás me creí capaz de tener a mí lado alguien como ella. Un día, mi abuelo Jacobo (aquél por el que me pusieron mi nombre) me vio tan apagado que me preguntó qué me ocurría. Cuando estás mal es mejor compartirlo con alguien, porque eso ayuda, así que le conté todo. Y mi abuelo me dijo: Jacobo, ¡échale pelotas! Un día llegue al colegio, le dije a todos que no me importaba como me llamasen, comencé a esforzarme en todas y cada una de las asignaturas, comencé a participar y disfrutar de los deportes, y lo más importante: le eché pelotas y le dije a Amapola todo lo que sentía. Todo el mundo quedó impresionado, comencé a sacar 9,25 en todas las asignaturas, con entrenamiento me convertí en un gran jugador, y conseguí un beso de Amapola, mi chica. Desde entonces, todos me llaman Pelotas.

Y tú, ¿vas a echarle pelotas o vas a perder tu oportunidad?

6 de noviembre de 2008

Sex&TheVillage: 1x02 Nunca hay suficiente


Fue una noche larga la del viernes de Halloween. Los cuerpos felinos de nuestras chicas se transformaron en brujas, vampiresas y muertos vivientes de lo más sexy. Pero, ¿qué sería de un larga noche de fiesta si después no fuera relatada? [C], [M], [V], [B] y [Y] vuelven de nuevo para contarnos lo múltiples misterios vividos durante la noche y para ponernos los dientes largos a todas y todos. ¿A quién le amarga un dulce? A mí no desde luego, y a vosotros creo que tampoco. I know you love them.


Día 1/11/2008. 10:00 AM

Haciendo uso del ambiente más neoyorquino de nuestra village, nuestras chicas se encuentran en uno de los locales de moda. Cierto que lleva siendo un local de moda durante cinco años, pero aquí las cosas no son tan pasajeras como en la gran ciudad. Rodeada de las luces de color naranja y blanco del bar, encontramos a [C] tecleando nerviosamente su móvil mientras se muerde una uña teñida del rojo pasión de la noche anterior. Aleja su mirada de la pantalla del móvil y ve como [B] empuja la puerta de cristal y se dirige hacia ella.

- ¿Qué era eso tan urgente?-dice [B]
- Ha desaparecido-dice [C].
- ¿Quién?-pregunta como asustada [B]
- Querría decirte que Angustias [la muñeca de M] pero ha sido [V]. ¿Recuerdas cuándo la viste tú por última vez?.
- Creo que estábamos en el PE-O-PLE. La vi irse detrás de aquel tío que había conocido-comenta [B]
- No, pero luego regreso. Resulta que ya lo conocía, lo de verlos ir juntos hacia el baño tuvo que ser una casualidad-añade [C]. Según me contó el chico es gay y, claro, nada de nada. Mira que está bueno. En fin que me voy del tema. Ella seguía con nosotros cuando llegamos al VA-Y-VEN. Allí se encontró con un tío que no hacía otra cosa que agarrarla y de paso arrimarle la…bueno, ya sabes. El problema es que se me pegó un tío muy pesado que quería mi “tridente” y le perdí la pista. Luego me llamó mi [E] y…bueno, pues hasta esta mañana que recibí una llamada de [Y]. Me decía que había tenido un sueño en el que algo malo le pasaba a [V]. He dejado a mi gata con [E] y he ido corriendo a casa de [V], pensando que me la encontraría con alguien, pero allí no contesta nadie, y su teléfono no tiene línea. .
- No sé, es raro. Seguro que se iría con alguno. ¿Has llamado a [R] por si sabe algo?-pregunta [B]
- No, no he querido llamarlo por no preocuparle. Además iba para pueblo. Me dijo que iba a limpiar las lápidas del cementerio como Penélope Cruz en “Volver”. Este muchacho tiene unas cosas-explica [C]
- ¿Has llamado a [M]?
- Sí, me ha mandado un mensaje y dice que viene, que le ha pasado no sé que cosa con el dvd y una película porno. Vaya panda que nos hemos juntado. No os puedo dejar solas, me voy un rato a bailar salsa a lo Gloria Estefan y mira todo lo que pasa.

Cuando [C] comienza a cantar “oye mi cuerpo pide salsa, y con este ritmo, yo quiero bailar, oe, oe….” [M] entra por la puerta. Va desmaquillada, pero todavía lleva puesto el traje de la nochevieja pasada, el mismo que utilizó para disfrazarse y que tanto impacto provocó entre los ciudadanos. En sus manos lleva un aparato de dvd y a su muñeca Angustias.



- Buenos días chicas, lo que no me pase a mí. Me siento como la tía esta de la cosa más dulce que lleva un vestido con una corrida a la lavandería y los chinos de la lavandería empiezan a lamer la mancha para saber qué es y así limpiarla.

[C] y [B] la miran con cara extraña.

- No habéis visto la peli, ¿verdad?…bueno, pues da igual, pero me siento así-comenta [M]. Resulta que ayer, cuando llegue a casa me apetecía hacer lo de Bebe en el sofá.

[C] y [B] dicen al unísono: ¿lo de Bebe?


- Sí, aquello de “perdida en el sillón de mi cuarto pienso en ti, con mis manos una y otra vez dulce barbaridad, el no controlar la forma de parar …ay, lo siento, esto de tener que explicarme sin utilizar un vocabulario normal por no ofender a la audiencia me da mucho por culo-dice [M]. Bueno, pues que puse una película porno y resulta que se atascó. Como tenía que devolverla al videoclub, no he tenido otro remedio que llevar el aparato a arreglar y que me la sacarán. Y claro, ya me diréis la cara que ha puesto el tío cuando ha visto la carátula con el título: Culos en poma para buena tromp…
- No sigas por ahí [M]. Que siempre estás igual-interrumpe una voz metalizada.

[C] y [B] gritan. Ninguna de ellas ha abierto la boca. La última frase ha sido pronunciada por Angustias, la muñeca de [M], que parece haber hablado.

- No os asustéis, soy [Y]. Como no he podido reunirme con vosotras, le he pedido a [M] que meta su móvil en Angustias para así poder estar de alguna manera. Ya sabéis chicas, que sigo de luna de miel pero aquí me tenéis, con vosotras y cerca de mi chico también.
- Dios mío, se nos está yendo la pinza-dice [C].
- Bueno, entonces que ha pasado-dice [M].
- No localizamos a [V]-explica [B].
- Veis, algo malo le ha pasado-comenta [Y] a través de la muñeca.
- Anda [Y] no seas tremendista. [M], ¿cuándo la viste por última vez?-pregunta [C]
- A ver si recuerdo-[M] se concentra pensando en la noche anterior- creo que ya estábamos en el B-U-S. Al parecer había vuelto a tener una pequeña bronca con [ELLA] y fue a beberse unos tequilas.
- Pero bueno, estaba [ELLA] por allí-interrumpe [Y].
- Sí, menuda lagarta, ya te contaremos, ha vuelto a hacer de las suyas. Creo que ya lo ha hecho con todas nosotros la muy zorra-explica [M].
- Bueno, lo de [ELLA] es para comentar más despacio. Creo que en el futuro habrá que prepararle alguna, pero ahora vamos a centrarnos. ¿Qué más recuerdas?-pregunta [C] a [M].
- Después de los lingotazos de tequila….ay dios!! Ahora lo recuerdo, la cogió por detrás el [POLI] y creo que se marcharon juntos, pero resulta que yo estaba hablando con [ÉL] y no presté mucha atención.
- Madre mía, que ese tío tiene una cara muy rara y la mirada sucia. Que ya le había dicho yo que con ese no. Esta chica no pierde oportunidad que se le presenta, para ella nunca hay suficiente-comenta [C].
- Y encima de la policía-interrumpe [B]. Habrá que preguntarle, ¿no?
- Si es el tío que me estoy imaginando, a mí me da un poco de miedo-dice [Y].
- ¡Chicas!. Todas a comisaría. Muñeca incluida-les dice [M]

3 de noviembre de 2008

Un mes, un libro


Y para este mes otoñal que mejor que una novela gráfica que nos acompañe en los momentos de frío, lluvia o ventisca. Concretamente, esta novela llegó a mis manos a través de un regalo de Petra que las caza al vuelo y se presentó en mi casa con ella después de haber oido que tenía muchas ganas de leerla.
Fun Home es una novela gráfica y autobiográfica de la autora norteamericana Alison Bechdel, basada en sus propios diarios, recientemente publicada en España por Reservoir Books (Mondadori), y que ya tiene en su haber varias menciones internacionales. Si os gustó "A dos metros bajo tierra" la novela parte de una premisa parecida para relatar la relación entre un padre muy especial y una hija también muy especial. Resulta complicado realizar un buen resumen de la misma, así que no digo más. Aquellos que estáis cercanos a mí (sobre todo espacialmente) sabéis que si queréis leerla no tenéis más que pedirmela. El palomar la tiene alojada entre sus estanterías.

Promo: Sex&TheVillage 1x02

They are coming again…

Avaladas por una audiencia de 9 comentarios en lo que fue la segunda parte del capítulo piloto
[C], [M], [Y], [V] y [B]….están de vuelta.








Los espíritus fueron convocados.
La noche de Halloween las transformó.
Una cena se celebró.
[Y] habló a través de la muñeca de [M].
[ELLA] apareció por primera vez.
Una de nuestras chicas desapareció.
Pero como siempre…hubo mucho, pero mucho sexo.

No te pierdas, el próximo jueves el segundo capítulo de Sex&TheVillage.

1x02. Nunca hay suficiente

29 de octubre de 2008

Pulsión


Inside

El corazón humano bombea cerca de 10.000 litros de sangre al día. La fuerza de su presión es tal que podría lanzar un objeto a diez metros de distancia. El corazón sigue siendo el símbolo de nuestras emociones, aún cuando se sabe que residen en el sistema límbico. Decimos que alguien tiene un gran corazón para referirnos a su bondad. ¿Y la maldad? ¿Es el corazón una de sus posibles representaciones? ¿Puede desarrollarla una persona de buen corazón?

Outside

¡Oh, no! Otra vez esa maldita luz. ¿Qué he hecho esta vez? Conozco sus caras, conozco la habitación, pero una vez más soy incapaz de recordar los hechos.

- ¿Qué mierda pasa contigo?- dice uno de los policías. Esta vez no te escapas. Ni falsos recuerdos, ni lapsus de memoria, ni los putos viajes en el tiempo, ni la madre que te parió te librarán esta vez. Estás lleno de sangre y tus huellas están por todos partes. Ésta es nuestra oportunidad y nos vamos a perderla ¿Qué me dices ahora?
- Puedes darme una aspirina- le digo con sorna.
- Maldito cabrón.

El poli trata de darme una hostia. Su compañero le detiene y comienza el juego del poli bueno y el poli malo.

- Sólo te preguntaré una cosa-dice el bueno con cara de bobalicón. ¿Por qué a ella también?
- No sé de que coño me hablas.

Inside

La ira se refiere al estado emocional subjetivo que varía en intensidad desde la irritación hasta la furia o cólera intensa como consecuencia de la frustración y las amenazas percibidas. La ira puede dirigir al individuo hacia la acción de un modo constructivo a través de la aserción o reivindicación, o un modo destructivo como la agresión. No necesariamente la vivencia de la ira supone que la agresión vaya a producirse pero, ¿hasta cuándo puede contenerse la ira?

Outside

Hacía tiempo que lo sentía. Oculta en su interior se hallaba escondida una bomba de relojería de proporciones devastadoras. Aquel día se había despertado. La masa oscura situada junto a su corazón había comenzado a latir intensamente iniciando la cuenta atrás. Cogió el arma, la guardó en su cazadora y se dirigió al trabajo como cualquier otro día. Sonrío a los conserjes y les deseo buenos días, esperando como siempre el silencio de éstos. Atravesó el vestíbulo y se detuvo al pie de la escalera para saludar a Lourdes (la chica que limpia el edificio). Le habían dejado churros para desayunar en su mesa. Dio las gracias educadamente, sabiendo que no se los comería. Siguió caminando hasta encontrarse delante del largo pasillo. No había nadie más, excepto ellos dos. Uno a uno tiró los cuadros colgados de la pared. El ruido les hizo salir. El primer disparo fue para él, el impacto se produjo en el pecho, cerca del corazón. Fue fulminante. Ella trató de escapar por la salida de emergencia sin recordar que la puerta sólo se habría en caso de incendio. El disparo le atravesó la espalda y el pecho. Fueron necesarios dos impactos para apagar el acelerado bombeo de su corazón. La sangre expulsada a través de los disparos salpicó sus manos, el arma y también su cara. Después de ello se dirigió hacia su lugar de trabajo, aunque antes de llegar cayó fulminado en el suelo.

- ¿Recuerdas algo de todo esto?-dijo el poli malo.
- No, pero lo tenéis grabado, así que supongo que fui yo -le respondí.
- Pues sí, no hay duda.
- Supongo que tenía que hacerlo.
- Ah, ¿sí?
- Claro que sí y tú en mi lugar también lo habrías hecho.
- Eso quiere decir que lo recuerdas.
- No. El dolor, ya sabes.
- ¿Sabes lo que creo? Creo que eres un puto psicópata, un serial killer de esos. ¿Y las otras?
- Supongo que habría que darles una lección, todas ellas consintieron.

Inside

La masa oscura dejó de latir. La ira remitió. El corazón siguió bombeando la sangre con normalidad. El deseo de agredir, la violencia, remitió. A veces es necesario matar fantasmas para liberar la ira.

20 de octubre de 2008

Sex & The Village. 1x01 Pilot (Parte III)



Anteriormente en Sex & The Village

- Oye, que me ha llamado [C]. Ya lo tiene.
- Fenomenal entonces, justo a tiempo.

- Bueno, pues disfrutarlo y hacerlo con cuidado, con algo de delicadeza, no vaya a ser que os vayáis a hacer daño. ¿Habéis comprado la vaselina?

[V] saluda a todas y ve la caja cerrada. Las demás están allí esperando con una sonrisa dibujando sus rostros.
Al final cogen la caja, se abrigan y salen a la calle.





Hoy, la caja se abrirá. Esto es Sex & The Village.

La luz de la farola permite ver el contorno de los muebles de nuestro nuevo protagonista. Desconocemos su nombre, su sexo y su edad. Se encuentra junto a la ventana, observando tras los visillos. Son las 22:50. Hoy se retrasan. Las últimas clientas del gimnasio hace rato que abandonaron las instalaciones, pero ellas no. Han estado esperando a la chica que nunca antes había visto. Estaba nervioso, esperando oír la conversación y las risas a las que le tenían acostumbrado. Menos mal que su mujer no llegaba a casa hasta pasadas las 24:00h, una vez que acaba su turno en el trabajo. Hacía tiempo que espiaba a estas chicas, y aunque él no veía nada malo en ello, no quería que su mujer se enterara. Probablemente se escandalizaría pensando que se había convertido en un “voyeur”. Él no lo veía así, tan sólo quería ser participe de la alegría y la vitalidad de nuestras chicas. ¿Quién se lo podría reprochar? Allí estaban de nuevo, salían del gimnasio aunque esta vez con una caja marrón que parecían disponerse a abrir. Fijó sus ojos en ellas y se abandonó a la conversación.

- ¿Quién abre la caja?-dice [M].
- Yo ya las he visto, así que prefiero que sea otra-dice [C].
- Venga, la abro yo-dice [B]

[B] comienza a retirar el precinto. No dice nada, pero también está nerviosa. Le resulta complicado desprenderlo y al final tiene que pedir ayuda. En la tienda, después de que [C] las viese, volvieron a precintarlas concienzudamente. Al final [M] coge la caja y comienza a romperla. Su contenido casi cae al suelo, pero antes de ello cada una de ellas ha podido coger parte de su contenido. Comienzan los comentarios:

- Anda, qué realistas que son- dice [V]
- Claro, no voy a comprar cualquier cosa- dice [C]
- Si que son bonitas, dan ganas de probarlas ya- dice [V]
- Y éstas no necesitan pilas- añade [C]-de hecho yo creo que no hará falta la vaselina, entrarán fácilmente.
- Será para ti que estás acostumbrada-comenta [Y].
- Yo lo de la vaselina lo decía por evitar rozaduras incómodas, que luego una pasa mala noche-dice [B]
- La verdad es que yo no sé si me cabrá. Hace mucho tiempo que no utilizo una de éstas- explica [V]
- ¿Sólo hay un tamaño?- dice [M]
- No, hay varios tamaños, pero eso depende de la que mejor se adapte a vosotras-explica [C].
- A mí me ha gustado ésta, vamos que se me han caído las bragas a pulso cuando la he visto-dice [V]
- ¡Pero mira esta chica!, ya está como [M] y [C]- grita [Y]
- Perdona [Y] pero son los nervios, y encima hacerlo aquí en la calle….dice [V].
- Venga, pues un vasito de sidra y después lo hacemos, con o sin vaselina. Cada una que coja la que crea que se adaptará mejor a su tamaño- comenta [C].

[M] se ha dado cuenta de que el “vecino” las está observando desde su ventana. Puede ver su silueta, así que decide comenzar ella y es la primera en introducírsela.

- Trae un poco de vaselina que me voy a hacer daño-pide [M] a [V].

Le cuesta un poco pero, tras unos grititos y la ayuda de las demás para empujar, lo consigue.

- Tía, ¡qué bien te queda con las botas! Tenías razón- le dice [Y].
- Venga, todas vosotras también. Untaros un poco de vaselina y andando-dice [M].

Se ayudan unas a otras y en cuestión de segundos todas lo han conseguido. Nuestro “observador” no da crédito a lo que ve. A pesar de las conversaciones anteriores nunca imaginó que a nuestras chicas les fuera el cuero. Sin embargo, mira el reloj y lo comprende. Es día 31 de Octubre, víspera de todos los santos. Aunque la ciudad no cuenta con carritos de perritos calientes, hay costumbre norteamericanas que comienzan a introducirse en “The Village”. Estamos en Halloween. La caja escondía mascaras de “catwoman” y nuestras protagonistas se han vestido de gatitas.

-¿Sabéis lo que nos falta?-grita entre risas [C].
-¿Qué?-contesta el resto.
- Pues hombre, un rabo.
- ¡Cristina¡ -grita [Y]
- De gatita [Y], de gatita.

Todas se ríen y sus sombras felinas se alejan en busca de la luna y los misterios de la noche. Eso sí, antes han maullado bajo la ventana de su “nuevo” vecino. Y después de eso han tirado la botella de sidra en el contenedor de vidrio y la caja que portaba las mascaras en el contenedor amarillo. Ellas son así, inteligentes, bellas y con muchos valores. Inteligencia, belleza y valores que también aplican al sexo. Esperemos que pronto volvamos a saber de ellas.

14 de octubre de 2008

Sex & The Village. 1x01 Piloto (Parte II)


Anteriormente en Sex & The Village


- Oye, que me ha llamado [C]. Ya lo tiene


- Quedamos esta noche en el gym y los probamos una vez que cierre.


- Nos vemos esta noche entonces. Le digo a [C] que se los lleve.



Esto es Sex & The Village. Episodio Piloto (Parte 2)


18:00 horas
[C] recoge los documentos que había extendido por todo su escritorio, lo mete en su carpeta y apaga su ordenador. Mientras cierra su despacho marca en el móvil el número de [V]. No responde, lo que le resulta extraño. [C] marca el número de [R].

- Dime [C].
- Oye, estoy llamando a [V] y no me contesta.
- Es extraño.
- Eso he pensado yo.
- Pues en cuanto vea tu llamada te está llamando.
- Espera que tengo otra llamada.
- No te decía yo.
- […] ¿Sí?
- [C] soy [V], ¿me has llamado?
- Sí, que ya los tengo.
- Muy bien. Pues es que estaba comprando la vaselina y como estaba pagando no te lo he podido coger.
- No te preocupes. Oye, que nos vemos esta noche en el gym. Pásate hacia las 21:30 que ya habremos terminado. Hemos vuelto a comprar trufas y sidra para ir entonándonos.
- Vale, ¿llevo algo más?
- No. Nada más. Te dejo que tengo a [R] en la otra línea. Le estaba llamando para que te lo dijera si te veía en spinning.
- Vale. Dile que luego lo veo.
- Venga, vale. Besos. Adiós, adiós.
- […] [R] que ya he hablado con [V]. La encuentro nerviosa, pero ya verás como le gusta.
- Eso ya lo sé yo, la mente que le juega malas pasadas. Bueno, pues disfrutarlo y hacerlo con cuidado, con algo de delicadeza, no vaya a ser que os vayáis a hacer daño. ¿Habéis comprado la vaselina?
- Sí, [V] se ha encargado.
- Bueno, ya me contaréis. Un beso.
- Un beso. Adiós.

21:47 horas

[V] llega al gym. Las luces del exterior ya están apagadas. Hace algo de frío, pero la excitación no le permite notarlo. Llama a la puerta y [Y] le abre.

- Pasa, pasa que ya estamos todas.
- ¿Ya los habéis visto?
- No, todavía no, te estábamos esperando. Necesitamos la vaselina.

[V] saluda a todas y ve la caja cerrada. Las demás están allí esperando con una sonrisa dibujando sus rostros. Ninguna puede ocultar la excitación que siente en ese momento. [M] se levanta y habla:

- Creo que para continuar con nuestras costumbres debemos abrir la caja en la calle e incluso probarlos allí. Ya sabéis que tenemos una audiencia que alimentar.
- Sí, sí- responde [C]
- Ay, cómo sois. Siempre con lo mismo. Yo preferiría hacerlo aquí. Fuera podemos coger frío-contesta [Y]

[V], [B] e [Y] se resisten, pero en el fondo también les atrae la provocación. Al final cogen la caja, se abrigan y salen a la calle.



[To be continued]

Sex & The Village. 1x01 Pilot (Parte I)



WARNING-REVISAR LA POLÍTICA DEL BLOG ANTES DE LEER


[Lo que el lector encontrará a continuación es pura ficción, cualquier parecido con la realidad en su contenido o sus personajes es una coincidencia azarosa. El webmaster de la Oportunidad Perdida no se hace responsable de las opiniones o historias vertidas en el siguiente post. Las quejas y críticas sobre su contenido serán respondidas a través de la dinámica habitual del blog: postea y serás contestado]



8:00 horas

La ciudad comienza a despertar tras la resaca del fin de semana. Son pocos los coches que deambulan hacia sus trabajos, la mayoría en la administración pública. No hay taxis y los anaranjados autobuses son tan escasos como infrecuentes. Las cafeterías han abierto y sus clientes hacen acopio de un buen café (algunos lo riegan con brandy). A pesar de ello, nadie porta su café en vasos de plástico con los que poder beber mientras camina hacia su destino. No hay puestos de perritos calientes o de fruta fresca. Tampoco encontramos bocas de incendio y de las alcantarillas no emana el humo tóxico producto de la vida interior de sus entrañas. En esta ciudad el skyline no impide la contemplación del horizonte. No tenemos Central Park, pero estamos rodeados del mejor pulmón natural que uno podría imaginar. [C] abre el portal del edificio donde vive y se dirige hacia su coche, tiene clase a las 9:00 y debe hacer unas fotocopias antes de comenzar su sesión matutina en la universidad. Su móvil comienza a sonar mientras abre la puerta del coche y contesta mientras mira sus labios en el retrovisor.


- Hola [V], ¿qué haces levantada tan pronto?
- Voy hacia el colegio. Quería saber si ya lo habías comprado.
- Sí, no te preocupes, llegan hoy. En cuanto los tenga te llamo. ¿No estarás nerviosa? Ya verás qué bien te lo pasas.
- Seguro que sí, pero ya me conoces, al principio me cuesta.
- Bueno, pues no te preocupes que al final todo se consigue. No podemos perder esta oportunidad. Te dejo que no llego a la universidad.
- Vale, yo también. Oye, llámame en cuanto lo tengas y quedamos.
- Ok, besetes. Adiós.

[C] guarda su móvil en el bolso y mira de nuevo al retrovisor. Enciende el contacto y sonríe mientras escucha ritmos cubanos. Entre tanto [V] ha llegado al colegio. Está nerviosa, como si llevará escrito en su camiseta lo que está apunto de comprar y lo que va a hacer en las próximas horas. Sin embargo, el nerviosismo que siente no deja de ser placentero.

13:00 horas

[M] se encuentra supervisando un retén cuando su móvil lanza el sonido que anuncia un mensaje. [Y] ha estado llamándole sin recordar que normalmente se encuentra en zonas sin cobertura. [M] marca el número de [Y] y espera hasta escuchar su voz.

- Dime [Y].
- Oye, que me ha llamado [C]. Ya lo tiene.
- Fenomenal entonces, justo a tiempo.
- Sí. Bueno, yo no estoy muy convencida, pero lo intentaré por vosotras.
- Venga [Y] no digas eso, seguro que te gusta.
- Eso espero.
- Ya veras como sí. Quedamos esta noche en el gym y los probamos una vez que cierre. Llamo a [B] para que se acerque porque hoy libra.
- Vale, perfecto. Nos vemos esta noche entonces. Le digo a [C] que se los lleve.
- Ok, besos.
- Venga, besitos. Ciao.

[To be continued]

13 de octubre de 2008

Un mes, un libro


"Si le hubieran preguntado si la lectura había enriquecido su vida habría contestado que sí, sin duda alguna, aunque habría añadido con la misma certeza que al mismo tiempo la había vaciado de toda finalidad. En otra época era una mujer resuelta y segura de sí misma, que sabía cuál es su deber y tenía intención de cumplirlo todo el tiempo que pudiera. Ahora muchísimas veces estaba dubitativa. Leer no era actuar, eso era lo malo. Y a pesar de su edad era una mujer activa. Volvió a encender la luz, tomó su libreta y escribió: “No pones la vida en los libros. La encuentras en ellos.” Y se quedó dormida". Extraido de: Alan Bennett. Una lectora nada común. 2008. Anagrama. Páginas 100-101.


Poco a poco, a lo largo de estos años, mi amigo Guillermo ha ido proporcionándome lecturas con las que he disfrutado enormemente. Hace poco llegó a mis manos esta pequeña novela que narra el repentino interés por la lectura de Isabel II de Inglaterra. Guillermo me la describió como una novela hilarante llena de escenas donde uno no puede dejar de sonreír e incluso soltar alguna que otra carcajada. Terminada su lectura no puedo más que darle la razón y añadir que el personaje de la reina está tan bien construido que uno desea que la verdadera reina fuera igual que su reflejo literario. A pesar de no ser británico y tampoco amante secreto de la monarca y la monarquía, siempre me ha unido a ella una extraña relación puesto que en su presencia cinematográfica (ejemplificada en la película “The Queen”) y literaria, he vivido momentos muy especiales y “excitantes”. Tranquilos, la excitación no viene provocada por la reina. El libro lo he terminado y su lectura ha sido muy placentera, pero nunca llegué a ver el final de la película, tendré que alquilarla en dvd.
Bueno, dejando las ensoñaciones, os recomiendo el libro porque se lee en un suspiro y es un vínculo hacia otras posibles lecturas, lo que siempre es grato.

6 de octubre de 2008

Diario de un falso competidor

No soy competidor, pero si que busco mi felicidad a través de lo que hago. Cantan Soledad Giménez y Ana Belén que la felicidad son momentos de descuido, tres segundos conquistados al olvido [La Felicidad-Soledad Giménez, 2008]. Pues bien, el último sábado del pasado verano alcancé uno de esos momentos de descuido.
Aquel día me encontraba en Oliva (Valencia) con unos buenos amigos. Habíamos asistido al concierto que Madonna ofreció en Cheste y estos amigos nos ofrecieron su casa para pasar, junto a ellos, el fin de semana. El sábado por la tarde nos acercamos a la playa. La temperatura era estupenda y el mar nos ofrecía la oportunidad de darnos un último baño, arropados por una arena casi desierta. Por un instante, el chico que aparecía en el relato de Bones emergió de las profundidades de mi inconsciente y me pedía que no me metiera en el agua, que no despegará de mi escuálido cuerpo la camiseta que lo arropaba. Llevado, de nuevo, por los fantasmas me acurruqué en mi silla y me sumergí en la lectura del último Stephen King que había comprado. Sin embargo, un buen amigo (aquél que me recomendo Sputnik, mi amor) requería a un compañero para jugar a las palas. Durante toda mi vida había observado a muchas personas jugar con ellas sobre la arena, pero nunca antes, en mis 29 años, lo había intentado (como nunca antes había jugado a la Wii). Siempre he huido de los deportes en pareja o en equipo por que me auto-construí como el elemento débil que arruinaba las posibilidades de victoria.
Al final me decidí y cogí una de las dos palas. Me abandoné al juego y participé del baile de la pelota como si mi vida fuera en ello. En pocas ocasiones me ocurre esto y supongo que mi transformación es tal que la atribuciones de los otros deben dispararse. El caso es que disfrute como pocas veces, pero no del sentido del juego, sino de la interacción que el juego suponía con mi amigo. No son muchas las oportunidades que uno tiene para interaccionar con sus otros significativos, y ahí estaba esa posibilidad. Quizás mi actividad, mi actitud sea tan excesiva que pueda ser malinterpretada. ¿Es mi conducta una consecuencia de una personalidad competitiva? A veces pienso que la gente (especialmente mi plateado amigo, no el “paleador”) interpreta mi conducta en ese sentido, quizás porque nunca expreso mis verdaderos afectos y necesidades. Desde aquí, al otro “paleador”, gracias. Nunca llegaréis a imaginar lo que ese momento llegó a significar para mí, como también lo ha significado el paintball: la inesperada sensación de no sentirse solo.
Un falso profeta me dijo una vez que cuando uno participa de algo lo hace para ganar y que otras opciones no tienen sentido. Nunca he compartido esta opinión y tampoco creo que el arrojo que pongo en lo que hago sea producto de la competición, de ser así hace tiempo que mi vida se hubiera dirigido hacia otros caminos. Sin embargo, si que pienso que en la vida también hay que aprender a ganar y creo que a mí también me toca ganar, pero no en un estúpido juego, sino en ámbitos que otros ya tienen cubiertos y que yo, a pesar de mi “corrección”, también necesito.

1 de octubre de 2008

Made in Japan


Primer Acto

Son las 14:30 horas. La acción se sitúa en la terraza de un bar dónde nuestros protagonistas han decidido comer aprovechando el calor reminiscente del verano. La conversación de esta pareja de amigos aborda temas vinculados a las relaciones personales. Están contentos, incluso nerviosos. Comentan algunas vivencias comunes y comparten inquietudes. Ella pregunta: ¿ya no sientes nada? Él responde: no, aquello ya pasó. Ella comenta: es cierto, cuando el momento pasa, pasa. Se refieren a que hay ocasiones en que lo que uno quería, llega a convertirse en lo que uno ya no quiere. Ahora, la escena se aleja paulatinamente para aquellos que somos observadores y nuestra mirada se pierde en un cielo azul.


Segundo Acto

La acción se traslada a una habitación. Uno de nuestros protagonistas está tumbado sobre su cama, abandonado al sueño. Se desconoce la hora exacta en la que esta escena tiene lugar, pero el alba se encuentra cercana. Tras una extraña pesadilla en la que, llamémosle Alberto, Aldo, Angel, Arsenio o Abel, ha vuelto por unos instantes a la conciencia, la acción nos lleva a una nueva escena onírica. El escenario sería algo así como un comedor estilo japonés. Biombos, tarima, lámparas de papel, una mesita baja con pequeño cuencos y palillos de madera conforman el mobiliario de la estancia. Nuestro protagonista se encuentra arrodillado ante la mesa, vestido con un kimono negro y un extraño símbolo (supone que japonés) a su espalda. Frente a él otra persona. Tan sólo sabemos que no es su amiga, y su sexo es masculino (aunque quizás no sea bueno dejarse llevar por las apariencias). El ocupante del otro lado de la mesa viste un kimono blanco. No podemos ver su espalda, por lo que no sabemos si hay otro símbolo bordando su espalda. Una puerta corredera se abre. Aparece una mujer. No viste kimono, sino una bata de flores y unas zapatillas adornadas por un corazón de Agatha (los sueños son caprichosos). Sirve un té del que los presentes toman un sorbo. No hablan, al menos de momento. Nuestro protagonista no puede desviar su mirada del misterioso hombre de blanco. Éste lo advierte y comienza a acercar su cabeza por encima de la mesa. En este momento, la imagen gira como cuando en una película desean recoger la escena de forma circular. Pequeñas estrellas adornan la escena y una luz blanca cae sobre las cabezas cada vez más unidas. Ambos se funden en un beso. Los labios se rozan fuertemente (se frotan unos contra otros), pero no hay pasión. En ese mismo instante nuestro protagonista rompe el beso. Se separa del hombre con kimono blanco y vuelve a mirarlo, ahora con ternura no con deseo, y le dice: “just let it go”. Desconoce por qué sus palabras han sido emitidas en inglés, supongamos que suena mejor. Ahora la luz se dirige de forma exclusiva hacia el hombre en blanco. Su claridad es tan fuerte que casi no deja ver, ciega a nuestro protagonista. Cuando la luz se apaga, quien inició el beso ha desaparecido dejando una estela plateada. Entonces, Alberto, Aldo, Angel, Arsenio o Abel despierta. Se encuentra a gusto, tranquilo, sonríe y no busca ese cuerpo a su lado.

Tercer Acto

A otra cosa mariposa (nunca mejor dicho).

25 de septiembre de 2008

Sencilla Alegría


Un día más he llegado al puente en el que cada mañana dirijo mi mirada hacia el vacío. No hay mucha altura, y su vientre es recorrido por un agua verde que promete un negro fango a quién se atreva a zambullirse en sus entrañas. El riesgo que uno asume al lanzarse no es el de morir a consecuencia del impacto, sino por el daño producido por las ramas o quizás la basura que puebla su quietud. Nunca pensé lanzarme, de todos modos.

Mis ojos pasan del agua al adoquín del puente por donde transitamos los viandantes. Son baldosas peligrosas, sobre todo en los días de lluvia y nieve. Pero hoy luce el sol e incluso la temperatura parece elevada, como si el verano hubiese cogido la mano al otoño.

Voy dormido, como es habitual, y el ipod trae a mis oidos “I feel it all” de Feist. No tengo a nadie con que compartir su significado, pero me hace sonreír y me entran ganas de bailar. Tengo que vigilar mi boca para que no emita las sílabas que mentalmente recito.

Vuelvo a mí y trato de abandonar la posesión ejercida por la música. Entonces las veo: blancas, relucientes, perfectamente sincronizadas, con una pantera dorada en sus lomos. Son unas zapatillas “puma” coronadas por unos impolutos calcetines cortos. Parecen nuevos, como también lo parecen las panteras tatuadas. Sigo subiendo y veo que el calcetín rodea una piel arrugada por el paso del tiempo, pero fortalecida por el ejercicio. No son unas piernas bonitas, tampoco musculosas, pero están muy cuidadas. En su mayoría están cubiertas por una falda de color marino. Ese marino de antaño que tanto he visto coser a mi madre. Junto a la falda, una blusa amarilla sin mangas, fresquita, a pesar del incipiente frío. En su conjunto, con la excepción de las zapatillas, el vestuario parece una entrañable elección de algún montón de ropa expuesta en un mercadillo, o quién sabe si confeccionada a medida.

Acelero mis pasos, pues mi deseo es ver su rostro. No puedo, la enigmática mujer anda de forma muy ligera, acostumbrada al ejercicio matutino. Mi paso hoy es torpe, agarrotado y no puedo alcanzarla. Las blancas zapatillas y el cuerpo de mujer realizan un giro en busca de la recta que les llevará a un paseo por la hoz. He perdido mi oportunidad de verla, aunque algún día espero hacerlo y preguntarle por sus zapatillas. Las que me hicieron sonreír y pensar que valía la pena seguir caminando, aunque fuese solo.

Cada mañana, mi ávida mirada regresa al puente, esperando encontrar a esa mujer madura. No he vuelto a ver cabalgar las doradas panteras, pero estoy seguro que todos los días lo hacen, recordándome que la felicidad también es jugo de las pequeñas cosas.

23 de septiembre de 2008

Proud




En el año 2000, Heather Small lanzó su álbum Proud. Entre las canciones del disco se encontraba un single con el mismo nombre. Poco conocida y publicitada en España por los medios habituales, Proud es una canción llena de vida y muy adecuada para un día como hoy y, también, para todos los demás. Os dejo su letra y un link a youtube porque desconozco la forma de adjuntar el video al post. Además es un pequeño regalo a una amiga que ayer habló de canciones en su blog. Espero que mañana te sientas very proud de lo que hayas vivido esta noche, lo mereces.


Heather Small. Proud (2000). Lyric.

I look into the window of my mind

Reflections of the fears I know I've left behind

I step out of the ordinary

I can feel my soul ascending

I'm on my way

Can't stop me now

And you can do the same (yeah)

What have you done today to make you feel proud?

It's never too late to try

What have you done today to make you feel proud?

You could be so many people

If you make that break for freedom

What have you done today to make you feel proud?

Still so many answers I don't know (there are so many answers)

Realise that to question is how we grow (to question is to grow)

So I step out of the ordinary

I can feel my soul ascending

I'm on my way

Can't stop me now

And you can do the same (yeah)

What have you done today to make you feel proud?

It's never too late to try

What have you done today to make you feel proud?

You could be so many people

If you make that break for freedom

What have you done today to make you feel proud?(yeah)

We need a change (Yeah)

Do it today (yeah)

I can feel my spirit rising (change, yeah)

We need a change (yeah)

So do it today (yeah)

'Cause I can see a clear horizon

What have you done today to make you feel proud? (to make you feel proud)(let me hear ya X3)So what have you done today to make you feel proud?(yeah)

'Cause you could be so many peopleJust make that break for freedom

So what have you done today to make you feel proud?

http://www.youtube.com/watch?v=8sPw_yUeD7M

22 de septiembre de 2008

Silver Surfer


Permitidme establecer un símil que no entenderéis, pero que necesito liberar de mi cabeza. En el comic de los cuatro fantásticos, Galactus (el devorador de mundos), manda a su heraldo “Silver Surfer” en busca de planetas con energía vital suficiente para poder devorarlos y así alimentarse. Llevo unas semanas sintiendo que mi mundo se encuentra en el punto de mira de Galactus, quien ya ha enviado a su heraldo para introducirse en él y prepararlo para su muerte. “Silver Surfer”, ahora en forma humana, se ha ido introduciendo en mi red social descargando los encantos previos a la devastación. No puedo negar mi atracción hacia el heraldo y puedo entender que su encanto atrape a todos los que lo conocen, pero ha hecho temblar mis pilares, y me está apagando poquito a poco, absorbiendo mi vitalidad ya maltrecha de por sí. Aún cuando sé que mis problemas son los miedos y las inseguridades no puedo dejar de sentirme amenazado por su presencia y, a su vez, hipnotizado. ¿Cómo luchar contra “Silver Surfer” cuando en realidad te gustaría viajar a su lado, en su tabla, aunque no para destruir, sino para construir? Confío en que los míos sigan viéndome a pesar de que el brillo plateado pueda ser cegador y no olviden que “Silver Surfer” no sabe besar. En fin, lo reconozco sufro de celos y envidias.



Besos galácticos

15 de septiembre de 2008

El ilusionista




Despierta. Imponiéndose a su propia pereza consigue abrir los ojos. Casi no hay luz en la habitación, pero el ritual matutino no requiere de claridad. Su mano derecha, pegada a la cadera, comienza a describir un arco hacia arriba. En su movimiento va acariciando la sabana fría. Fría porque su cuerpo no se ha movido, como cada noche, del lado izquierdo en el que acostumbra a dormir. Caminando hacia la almohada, sus dedos dibujan la silueta de un cuerpo. Es fácil, pues hubo un tiempo en que ese cuerpo era real, en que su mano pudo sentir la electricidad de su piel. ¿Era real? Quizás ese cuerpo no deja de ser uno de los múltiples castillos de aire construidos en la oscuridad de la noche. No está seguro. Acaba de despojarse de las garras del sueño. En todo caso, imagina cómo sería despertarse con él cada mañana, fundir sus cuerpos y compartir su cotidianeidad.
Mientras piensa en ello, su mano ha realizado el recorrido hasta la almohada, abarcando todo el espacio ahora vacío. Incorporándose, escucha susurros que hablan de descubrimiento y recuerdan momentos de sincronicidad. Sus pies tocan el suelo helado ante la llegada del otoño, y las imágenes del verano recorren una vez más su memoria. ¿Fue todo una ilusión? Piensa que quizás el dolor le había jugado una mala pasada y creó un espejismo para hacer llevadera, no la soledad, pero si la sensación de estar sólo en un lugar donde había compartido sus sueños, sus ilusiones…toda una vida, con independencia del tiempo que ésta abarcó.
¿Por qué crear esa ilusión cuando, sin duda, podría tener algo real? ¿Por qué introducirla en ese momento? No conseguía entenderlo y comenzaba a creer en la existencia de lo irreal a través de esa ilusión.
Mientras prepara un café con el que calentar su cuerpo, recuerda al viejo mago que, durante las fiestas de su pueblo, hacia desaparecer un conejo en la chistera. En ese momento vuelve a oír las palabras de su padre: “un buen mago hace creer en los sueños, convierte lo imposible en posible, juega con la fascinación de su público, se alimenta de las emociones de su público, pero lo más importante: sus trucos nunca son descubiertos”.
Sonríe porque se ha dado cuenta de que si todo ha sido una ilusión, él no ha sido el ilusionista. Ha descubierto sus trucos, quizás no fue tan buen vendedor de ilusiones. Piensa en lo vivido y recuerda que desde el inicio él siempre descubrió sus cartas, siempre expuso sus necesidades. Entonces, ¿quién vivió la ilusión? Ahora ríe, sabe que el ilusionista es víctima de su propia ilusión. ¿Podría ayudarle a salir de ella? Es posible, de hecho lo ha intentado “deconstruyendo” teorías.
Entre idea e idea pulsa el botón de la radio que acostumbra a oír por las mañanas, suena Taking Chances en la voz pastelosa de Celine. En su mente resuena el estribillo “what do you say of taking chances? what do you say of jumping off the edge?” y da un sorbo al café amargo deseando que el ilusionista tome conciencia de que no es un buen mago.

2 de septiembre de 2008

Un mes, un libro

Christopher Rice es hijo de la escritora Anne Rice (conocida por sus novelas sobre vampiros) y del fallecido poeta Stan Rice. Hasta el momento ha publicado cuatro libros: A density of souls, The snow garden, Light before day y el reciente Blind Fall.
Es poco conocido en nuestro país ya que tan sólo uno de sus libros ha sido traducido al español : A density of souls, La densidad de las almas. Editorial Egales, 2002).
Abiertamente homosexual, Christopher hace una literatura para el colectivo gay conjugando el thriller con las relaciones homosexuales (aunque nada erótico). Quizás sus historias no merezcan el premio novel de literatura por la ausencia de metáfora literaria (aunque la tiene), pues sigue la estela de los bestseller. Sin embargo, Rice (hijo) ha conseguido crear personajes homosexuales que ocupan roles antes no descritos en la literatura queer: asesinos, detectives, mafiosos y toda una amalgama de ocupaciones que van más allá de la decoración de interiores, la escritura o la moda.
Hace unos días terminé de leer Light before day. En esta ocasión un periodista investiga la historia de un supuesto asesino en serie de jóvenes gays en Hollywood. Alentado por un escritor de prestigio y la desaparición del que fuera su amante, se sumerge en una red de prostitución masculina que involucra a su amante de una forma que nunca hubiera imaginado. Pedofilia y asesinatos se conjungan en un relato de un inicio prometedor pero que va decayendo a medida que la trama se complica hasta el punto de que sólo en el capítulo final se conocen las verdaderas motivaciones de sus personajes. A pesar de ello, creo que Christopher Rice merece ser leído no sólo por el público homosexual, sino por todo aquel que vea en la literatura una fuente de entretenimiento, y sobre todo por los amantes de la literatura de género.

1 de septiembre de 2008

Bones

Oculto bajo su ropa se encontraba aquello que últimamente más temía: la realidad de su propio físico. Cuando lo miraba frente al espejo no dejaba de pensar en ese anuncio de la televisión, no recordaba si francesa, en la que una chica veía el reflejo de un cuerpo gordo, comido por la grasa como si de un virus se tratara. El espectador, después, veía que esa imagen estaba en la cabeza de la chica y podía ver que la chica no era gorda sino un pequeño envoltorio par aun esqueleto prominente, mortecino.

Cuando él se miraba en el espejo se veía como ese saco de huesos, como si la carne huyese de él deshabitándolo, buscando otros cuerpos que admiraba. Un día se obsesionaba con las costillas y otro la obsesión se dirigía hacia los puntiagudos huesos que coronaban sus hombros. Cuando parecía convencerse que no era para tanto, aparecían en escena sus delgados brazos y el pellejo que podía recortar de sus codos. No había parte de su cuerpo que escapara al yugo de su fatal juicio, nada en lo que aferrarse para seguir a flote.

Su dieta era estricta, pero no en la selección de alimentos, sino en la enorme cantidad de ellos que creía debía ingerir. A pesar de ello, el hambre era constante, un mensaje continuo que repetía en su cabeza: “algo estás haciendo mal”.

En sus sueños descubría una masa informe con la que podía modelar su cuerpo. No quería una figura de grandes músculos, pero aplicaba la misteriosa masa a sus brazos y éstos ganaban fortaleza, ocultaban sus prominentes venas. La espalda también recibía su ración de arcilla y a su paso desparecían los omoplatos y su contorno se veía ensanchado. Las piernas, antes delgadas, eran convertidas en voluminosas figuras gracias al misterioso componente de la masa y su cuello era tamizado, levantado, robustecido. Sin embargo, la masa con que esculpía su figura se deshacía cuando llegaba la mañana para volver al punto de partida.

Cada día, nuestro curioso personaje emprendía su personal calvario huyendo de las miradas, de su reflejo en los escaparates y de los comentarios acerca de su delgadez. Todo ello le paralizaba, le provocaba pánico. Él, no era consciente de que el problema no se encontraba en su físico sino en la aceptación de éste, en la necesidad de entender que era así y que su corporalidad no era consecuencia de una enfermedad ni tampoco del deseo de adelgazar que algunos le atribuían. El problema residía en que hasta que no tome conciencia del verdadero problema no será capaz de enamorar ni de enamorarse. Probablemente hasta que no acepte cada uno de sus huesos, cada centímetro de su piel, no será capaz de aprovechar sus oportunidades.

22 de agosto de 2008

La oportunidad perdida, su sentido

Por supuesto, la vida está llena de posibilidades. No nos hemos acostumbrado a la última decisión tomada cuando tenemos que volver a decidir ante una nueva oportunidad:¿salgo hoy con mis amigos? ¿llamo al chico que me gusta?¿hago ese viaje?
Por supuesto, no todas las oportunidades poseen el mismo valor, no todas conllevan los mismos riesgos o suponen un "añadido" a lo que ya teníamos. En definitiva, no todas las oportunidades suponen una pérdida.
Sin embargo, la oportunidad perdida es aquella que lamentamos. Aquella ante la que hemos tomado una decisión pero que con el tiempo advertimos que quizás no fue la más adecuada. La oportunidad perdida es el "y si hubiera" mental. No se trata de algo inadvertido, invisible. Al contrario, es una circunstancia conocida, una propuesta "meditada" y, cómo no, una decisión que sin tener que ser equivocada nos intranquiliza y recorre nuestra mente en busca de una vía para volver a trás...to try again. En la mayoría de los casos no es posible, la vuelta atrás no significa que el valor de esa oportunidad conserve su propiedad original y como dice el proverbio: no hay vuelta atrás.

21 de agosto de 2008

Un mes, un libro



"Perdidos en la inmensa metrópoli de Tokio, tres personas se buscan desesperadamente intentando romper el eterno viaje circular de la soledad; un viaje parecido al del satélite ruso Sputnik, donde la perra Laika giraba alrededor de la Tierra y dirigía su atónita mirada hacia el espacio infinito. El narrador, un joven profesor de primaria, está enamorado de Sumire, a quien conoció en la universidad. Pero Sumire tiene una única obsesión: ser novelista; además se considera la última rebelde, viste como un muchacho, fuma como un carretero y rechaza toda convención moral. Un buen día, Sumire conoce a Myû en una boda, una mujer casada de mediana edad tan hermosa como enigmática, y se enamora apasionadamente de ella. Myû contrata a Sumire como secretaria y juntas emprenden un viaje de negocios por Europa que tendrá un enigmático final".
Descubrí este libro a través del blog de Isabel Coixet y pregunté a un buen amigo acerca de su valor. Después, una visita de una profesora americana me confirmó la necesidad de leerlo.
Como no soy de bibliotecas decidí comprarlo con el miedo de que pasase a mi estantería de libros olvidados. Hace más de medio año que lo leí pero el eco de su historia sigue latente. Temas universales como el amor, la amistad, y sobre todo la atracción son ejes que vertebran una historia con un final desconcertante, trágico, algo oscuro e incomprensible.
Días como hoy, cuando la atracción hacia quien no te corresponde se eleva dos grados, el sputnik recorre mi cabeza. Creo estar enfermo, si no, no me explico mi adicción al dolor no intencional de quien no te corresponde y es cercano pero a la vez muy distante.