29 de octubre de 2008

Pulsión


Inside

El corazón humano bombea cerca de 10.000 litros de sangre al día. La fuerza de su presión es tal que podría lanzar un objeto a diez metros de distancia. El corazón sigue siendo el símbolo de nuestras emociones, aún cuando se sabe que residen en el sistema límbico. Decimos que alguien tiene un gran corazón para referirnos a su bondad. ¿Y la maldad? ¿Es el corazón una de sus posibles representaciones? ¿Puede desarrollarla una persona de buen corazón?

Outside

¡Oh, no! Otra vez esa maldita luz. ¿Qué he hecho esta vez? Conozco sus caras, conozco la habitación, pero una vez más soy incapaz de recordar los hechos.

- ¿Qué mierda pasa contigo?- dice uno de los policías. Esta vez no te escapas. Ni falsos recuerdos, ni lapsus de memoria, ni los putos viajes en el tiempo, ni la madre que te parió te librarán esta vez. Estás lleno de sangre y tus huellas están por todos partes. Ésta es nuestra oportunidad y nos vamos a perderla ¿Qué me dices ahora?
- Puedes darme una aspirina- le digo con sorna.
- Maldito cabrón.

El poli trata de darme una hostia. Su compañero le detiene y comienza el juego del poli bueno y el poli malo.

- Sólo te preguntaré una cosa-dice el bueno con cara de bobalicón. ¿Por qué a ella también?
- No sé de que coño me hablas.

Inside

La ira se refiere al estado emocional subjetivo que varía en intensidad desde la irritación hasta la furia o cólera intensa como consecuencia de la frustración y las amenazas percibidas. La ira puede dirigir al individuo hacia la acción de un modo constructivo a través de la aserción o reivindicación, o un modo destructivo como la agresión. No necesariamente la vivencia de la ira supone que la agresión vaya a producirse pero, ¿hasta cuándo puede contenerse la ira?

Outside

Hacía tiempo que lo sentía. Oculta en su interior se hallaba escondida una bomba de relojería de proporciones devastadoras. Aquel día se había despertado. La masa oscura situada junto a su corazón había comenzado a latir intensamente iniciando la cuenta atrás. Cogió el arma, la guardó en su cazadora y se dirigió al trabajo como cualquier otro día. Sonrío a los conserjes y les deseo buenos días, esperando como siempre el silencio de éstos. Atravesó el vestíbulo y se detuvo al pie de la escalera para saludar a Lourdes (la chica que limpia el edificio). Le habían dejado churros para desayunar en su mesa. Dio las gracias educadamente, sabiendo que no se los comería. Siguió caminando hasta encontrarse delante del largo pasillo. No había nadie más, excepto ellos dos. Uno a uno tiró los cuadros colgados de la pared. El ruido les hizo salir. El primer disparo fue para él, el impacto se produjo en el pecho, cerca del corazón. Fue fulminante. Ella trató de escapar por la salida de emergencia sin recordar que la puerta sólo se habría en caso de incendio. El disparo le atravesó la espalda y el pecho. Fueron necesarios dos impactos para apagar el acelerado bombeo de su corazón. La sangre expulsada a través de los disparos salpicó sus manos, el arma y también su cara. Después de ello se dirigió hacia su lugar de trabajo, aunque antes de llegar cayó fulminado en el suelo.

- ¿Recuerdas algo de todo esto?-dijo el poli malo.
- No, pero lo tenéis grabado, así que supongo que fui yo -le respondí.
- Pues sí, no hay duda.
- Supongo que tenía que hacerlo.
- Ah, ¿sí?
- Claro que sí y tú en mi lugar también lo habrías hecho.
- Eso quiere decir que lo recuerdas.
- No. El dolor, ya sabes.
- ¿Sabes lo que creo? Creo que eres un puto psicópata, un serial killer de esos. ¿Y las otras?
- Supongo que habría que darles una lección, todas ellas consintieron.

Inside

La masa oscura dejó de latir. La ira remitió. El corazón siguió bombeando la sangre con normalidad. El deseo de agredir, la violencia, remitió. A veces es necesario matar fantasmas para liberar la ira.

20 de octubre de 2008

Sex & The Village. 1x01 Pilot (Parte III)



Anteriormente en Sex & The Village

- Oye, que me ha llamado [C]. Ya lo tiene.
- Fenomenal entonces, justo a tiempo.

- Bueno, pues disfrutarlo y hacerlo con cuidado, con algo de delicadeza, no vaya a ser que os vayáis a hacer daño. ¿Habéis comprado la vaselina?

[V] saluda a todas y ve la caja cerrada. Las demás están allí esperando con una sonrisa dibujando sus rostros.
Al final cogen la caja, se abrigan y salen a la calle.





Hoy, la caja se abrirá. Esto es Sex & The Village.

La luz de la farola permite ver el contorno de los muebles de nuestro nuevo protagonista. Desconocemos su nombre, su sexo y su edad. Se encuentra junto a la ventana, observando tras los visillos. Son las 22:50. Hoy se retrasan. Las últimas clientas del gimnasio hace rato que abandonaron las instalaciones, pero ellas no. Han estado esperando a la chica que nunca antes había visto. Estaba nervioso, esperando oír la conversación y las risas a las que le tenían acostumbrado. Menos mal que su mujer no llegaba a casa hasta pasadas las 24:00h, una vez que acaba su turno en el trabajo. Hacía tiempo que espiaba a estas chicas, y aunque él no veía nada malo en ello, no quería que su mujer se enterara. Probablemente se escandalizaría pensando que se había convertido en un “voyeur”. Él no lo veía así, tan sólo quería ser participe de la alegría y la vitalidad de nuestras chicas. ¿Quién se lo podría reprochar? Allí estaban de nuevo, salían del gimnasio aunque esta vez con una caja marrón que parecían disponerse a abrir. Fijó sus ojos en ellas y se abandonó a la conversación.

- ¿Quién abre la caja?-dice [M].
- Yo ya las he visto, así que prefiero que sea otra-dice [C].
- Venga, la abro yo-dice [B]

[B] comienza a retirar el precinto. No dice nada, pero también está nerviosa. Le resulta complicado desprenderlo y al final tiene que pedir ayuda. En la tienda, después de que [C] las viese, volvieron a precintarlas concienzudamente. Al final [M] coge la caja y comienza a romperla. Su contenido casi cae al suelo, pero antes de ello cada una de ellas ha podido coger parte de su contenido. Comienzan los comentarios:

- Anda, qué realistas que son- dice [V]
- Claro, no voy a comprar cualquier cosa- dice [C]
- Si que son bonitas, dan ganas de probarlas ya- dice [V]
- Y éstas no necesitan pilas- añade [C]-de hecho yo creo que no hará falta la vaselina, entrarán fácilmente.
- Será para ti que estás acostumbrada-comenta [Y].
- Yo lo de la vaselina lo decía por evitar rozaduras incómodas, que luego una pasa mala noche-dice [B]
- La verdad es que yo no sé si me cabrá. Hace mucho tiempo que no utilizo una de éstas- explica [V]
- ¿Sólo hay un tamaño?- dice [M]
- No, hay varios tamaños, pero eso depende de la que mejor se adapte a vosotras-explica [C].
- A mí me ha gustado ésta, vamos que se me han caído las bragas a pulso cuando la he visto-dice [V]
- ¡Pero mira esta chica!, ya está como [M] y [C]- grita [Y]
- Perdona [Y] pero son los nervios, y encima hacerlo aquí en la calle….dice [V].
- Venga, pues un vasito de sidra y después lo hacemos, con o sin vaselina. Cada una que coja la que crea que se adaptará mejor a su tamaño- comenta [C].

[M] se ha dado cuenta de que el “vecino” las está observando desde su ventana. Puede ver su silueta, así que decide comenzar ella y es la primera en introducírsela.

- Trae un poco de vaselina que me voy a hacer daño-pide [M] a [V].

Le cuesta un poco pero, tras unos grititos y la ayuda de las demás para empujar, lo consigue.

- Tía, ¡qué bien te queda con las botas! Tenías razón- le dice [Y].
- Venga, todas vosotras también. Untaros un poco de vaselina y andando-dice [M].

Se ayudan unas a otras y en cuestión de segundos todas lo han conseguido. Nuestro “observador” no da crédito a lo que ve. A pesar de las conversaciones anteriores nunca imaginó que a nuestras chicas les fuera el cuero. Sin embargo, mira el reloj y lo comprende. Es día 31 de Octubre, víspera de todos los santos. Aunque la ciudad no cuenta con carritos de perritos calientes, hay costumbre norteamericanas que comienzan a introducirse en “The Village”. Estamos en Halloween. La caja escondía mascaras de “catwoman” y nuestras protagonistas se han vestido de gatitas.

-¿Sabéis lo que nos falta?-grita entre risas [C].
-¿Qué?-contesta el resto.
- Pues hombre, un rabo.
- ¡Cristina¡ -grita [Y]
- De gatita [Y], de gatita.

Todas se ríen y sus sombras felinas se alejan en busca de la luna y los misterios de la noche. Eso sí, antes han maullado bajo la ventana de su “nuevo” vecino. Y después de eso han tirado la botella de sidra en el contenedor de vidrio y la caja que portaba las mascaras en el contenedor amarillo. Ellas son así, inteligentes, bellas y con muchos valores. Inteligencia, belleza y valores que también aplican al sexo. Esperemos que pronto volvamos a saber de ellas.

14 de octubre de 2008

Sex & The Village. 1x01 Piloto (Parte II)


Anteriormente en Sex & The Village


- Oye, que me ha llamado [C]. Ya lo tiene


- Quedamos esta noche en el gym y los probamos una vez que cierre.


- Nos vemos esta noche entonces. Le digo a [C] que se los lleve.



Esto es Sex & The Village. Episodio Piloto (Parte 2)


18:00 horas
[C] recoge los documentos que había extendido por todo su escritorio, lo mete en su carpeta y apaga su ordenador. Mientras cierra su despacho marca en el móvil el número de [V]. No responde, lo que le resulta extraño. [C] marca el número de [R].

- Dime [C].
- Oye, estoy llamando a [V] y no me contesta.
- Es extraño.
- Eso he pensado yo.
- Pues en cuanto vea tu llamada te está llamando.
- Espera que tengo otra llamada.
- No te decía yo.
- […] ¿Sí?
- [C] soy [V], ¿me has llamado?
- Sí, que ya los tengo.
- Muy bien. Pues es que estaba comprando la vaselina y como estaba pagando no te lo he podido coger.
- No te preocupes. Oye, que nos vemos esta noche en el gym. Pásate hacia las 21:30 que ya habremos terminado. Hemos vuelto a comprar trufas y sidra para ir entonándonos.
- Vale, ¿llevo algo más?
- No. Nada más. Te dejo que tengo a [R] en la otra línea. Le estaba llamando para que te lo dijera si te veía en spinning.
- Vale. Dile que luego lo veo.
- Venga, vale. Besos. Adiós, adiós.
- […] [R] que ya he hablado con [V]. La encuentro nerviosa, pero ya verás como le gusta.
- Eso ya lo sé yo, la mente que le juega malas pasadas. Bueno, pues disfrutarlo y hacerlo con cuidado, con algo de delicadeza, no vaya a ser que os vayáis a hacer daño. ¿Habéis comprado la vaselina?
- Sí, [V] se ha encargado.
- Bueno, ya me contaréis. Un beso.
- Un beso. Adiós.

21:47 horas

[V] llega al gym. Las luces del exterior ya están apagadas. Hace algo de frío, pero la excitación no le permite notarlo. Llama a la puerta y [Y] le abre.

- Pasa, pasa que ya estamos todas.
- ¿Ya los habéis visto?
- No, todavía no, te estábamos esperando. Necesitamos la vaselina.

[V] saluda a todas y ve la caja cerrada. Las demás están allí esperando con una sonrisa dibujando sus rostros. Ninguna puede ocultar la excitación que siente en ese momento. [M] se levanta y habla:

- Creo que para continuar con nuestras costumbres debemos abrir la caja en la calle e incluso probarlos allí. Ya sabéis que tenemos una audiencia que alimentar.
- Sí, sí- responde [C]
- Ay, cómo sois. Siempre con lo mismo. Yo preferiría hacerlo aquí. Fuera podemos coger frío-contesta [Y]

[V], [B] e [Y] se resisten, pero en el fondo también les atrae la provocación. Al final cogen la caja, se abrigan y salen a la calle.



[To be continued]

Sex & The Village. 1x01 Pilot (Parte I)



WARNING-REVISAR LA POLÍTICA DEL BLOG ANTES DE LEER


[Lo que el lector encontrará a continuación es pura ficción, cualquier parecido con la realidad en su contenido o sus personajes es una coincidencia azarosa. El webmaster de la Oportunidad Perdida no se hace responsable de las opiniones o historias vertidas en el siguiente post. Las quejas y críticas sobre su contenido serán respondidas a través de la dinámica habitual del blog: postea y serás contestado]



8:00 horas

La ciudad comienza a despertar tras la resaca del fin de semana. Son pocos los coches que deambulan hacia sus trabajos, la mayoría en la administración pública. No hay taxis y los anaranjados autobuses son tan escasos como infrecuentes. Las cafeterías han abierto y sus clientes hacen acopio de un buen café (algunos lo riegan con brandy). A pesar de ello, nadie porta su café en vasos de plástico con los que poder beber mientras camina hacia su destino. No hay puestos de perritos calientes o de fruta fresca. Tampoco encontramos bocas de incendio y de las alcantarillas no emana el humo tóxico producto de la vida interior de sus entrañas. En esta ciudad el skyline no impide la contemplación del horizonte. No tenemos Central Park, pero estamos rodeados del mejor pulmón natural que uno podría imaginar. [C] abre el portal del edificio donde vive y se dirige hacia su coche, tiene clase a las 9:00 y debe hacer unas fotocopias antes de comenzar su sesión matutina en la universidad. Su móvil comienza a sonar mientras abre la puerta del coche y contesta mientras mira sus labios en el retrovisor.


- Hola [V], ¿qué haces levantada tan pronto?
- Voy hacia el colegio. Quería saber si ya lo habías comprado.
- Sí, no te preocupes, llegan hoy. En cuanto los tenga te llamo. ¿No estarás nerviosa? Ya verás qué bien te lo pasas.
- Seguro que sí, pero ya me conoces, al principio me cuesta.
- Bueno, pues no te preocupes que al final todo se consigue. No podemos perder esta oportunidad. Te dejo que no llego a la universidad.
- Vale, yo también. Oye, llámame en cuanto lo tengas y quedamos.
- Ok, besetes. Adiós.

[C] guarda su móvil en el bolso y mira de nuevo al retrovisor. Enciende el contacto y sonríe mientras escucha ritmos cubanos. Entre tanto [V] ha llegado al colegio. Está nerviosa, como si llevará escrito en su camiseta lo que está apunto de comprar y lo que va a hacer en las próximas horas. Sin embargo, el nerviosismo que siente no deja de ser placentero.

13:00 horas

[M] se encuentra supervisando un retén cuando su móvil lanza el sonido que anuncia un mensaje. [Y] ha estado llamándole sin recordar que normalmente se encuentra en zonas sin cobertura. [M] marca el número de [Y] y espera hasta escuchar su voz.

- Dime [Y].
- Oye, que me ha llamado [C]. Ya lo tiene.
- Fenomenal entonces, justo a tiempo.
- Sí. Bueno, yo no estoy muy convencida, pero lo intentaré por vosotras.
- Venga [Y] no digas eso, seguro que te gusta.
- Eso espero.
- Ya veras como sí. Quedamos esta noche en el gym y los probamos una vez que cierre. Llamo a [B] para que se acerque porque hoy libra.
- Vale, perfecto. Nos vemos esta noche entonces. Le digo a [C] que se los lleve.
- Ok, besos.
- Venga, besitos. Ciao.

[To be continued]

13 de octubre de 2008

Un mes, un libro


"Si le hubieran preguntado si la lectura había enriquecido su vida habría contestado que sí, sin duda alguna, aunque habría añadido con la misma certeza que al mismo tiempo la había vaciado de toda finalidad. En otra época era una mujer resuelta y segura de sí misma, que sabía cuál es su deber y tenía intención de cumplirlo todo el tiempo que pudiera. Ahora muchísimas veces estaba dubitativa. Leer no era actuar, eso era lo malo. Y a pesar de su edad era una mujer activa. Volvió a encender la luz, tomó su libreta y escribió: “No pones la vida en los libros. La encuentras en ellos.” Y se quedó dormida". Extraido de: Alan Bennett. Una lectora nada común. 2008. Anagrama. Páginas 100-101.


Poco a poco, a lo largo de estos años, mi amigo Guillermo ha ido proporcionándome lecturas con las que he disfrutado enormemente. Hace poco llegó a mis manos esta pequeña novela que narra el repentino interés por la lectura de Isabel II de Inglaterra. Guillermo me la describió como una novela hilarante llena de escenas donde uno no puede dejar de sonreír e incluso soltar alguna que otra carcajada. Terminada su lectura no puedo más que darle la razón y añadir que el personaje de la reina está tan bien construido que uno desea que la verdadera reina fuera igual que su reflejo literario. A pesar de no ser británico y tampoco amante secreto de la monarca y la monarquía, siempre me ha unido a ella una extraña relación puesto que en su presencia cinematográfica (ejemplificada en la película “The Queen”) y literaria, he vivido momentos muy especiales y “excitantes”. Tranquilos, la excitación no viene provocada por la reina. El libro lo he terminado y su lectura ha sido muy placentera, pero nunca llegué a ver el final de la película, tendré que alquilarla en dvd.
Bueno, dejando las ensoñaciones, os recomiendo el libro porque se lee en un suspiro y es un vínculo hacia otras posibles lecturas, lo que siempre es grato.

6 de octubre de 2008

Diario de un falso competidor

No soy competidor, pero si que busco mi felicidad a través de lo que hago. Cantan Soledad Giménez y Ana Belén que la felicidad son momentos de descuido, tres segundos conquistados al olvido [La Felicidad-Soledad Giménez, 2008]. Pues bien, el último sábado del pasado verano alcancé uno de esos momentos de descuido.
Aquel día me encontraba en Oliva (Valencia) con unos buenos amigos. Habíamos asistido al concierto que Madonna ofreció en Cheste y estos amigos nos ofrecieron su casa para pasar, junto a ellos, el fin de semana. El sábado por la tarde nos acercamos a la playa. La temperatura era estupenda y el mar nos ofrecía la oportunidad de darnos un último baño, arropados por una arena casi desierta. Por un instante, el chico que aparecía en el relato de Bones emergió de las profundidades de mi inconsciente y me pedía que no me metiera en el agua, que no despegará de mi escuálido cuerpo la camiseta que lo arropaba. Llevado, de nuevo, por los fantasmas me acurruqué en mi silla y me sumergí en la lectura del último Stephen King que había comprado. Sin embargo, un buen amigo (aquél que me recomendo Sputnik, mi amor) requería a un compañero para jugar a las palas. Durante toda mi vida había observado a muchas personas jugar con ellas sobre la arena, pero nunca antes, en mis 29 años, lo había intentado (como nunca antes había jugado a la Wii). Siempre he huido de los deportes en pareja o en equipo por que me auto-construí como el elemento débil que arruinaba las posibilidades de victoria.
Al final me decidí y cogí una de las dos palas. Me abandoné al juego y participé del baile de la pelota como si mi vida fuera en ello. En pocas ocasiones me ocurre esto y supongo que mi transformación es tal que la atribuciones de los otros deben dispararse. El caso es que disfrute como pocas veces, pero no del sentido del juego, sino de la interacción que el juego suponía con mi amigo. No son muchas las oportunidades que uno tiene para interaccionar con sus otros significativos, y ahí estaba esa posibilidad. Quizás mi actividad, mi actitud sea tan excesiva que pueda ser malinterpretada. ¿Es mi conducta una consecuencia de una personalidad competitiva? A veces pienso que la gente (especialmente mi plateado amigo, no el “paleador”) interpreta mi conducta en ese sentido, quizás porque nunca expreso mis verdaderos afectos y necesidades. Desde aquí, al otro “paleador”, gracias. Nunca llegaréis a imaginar lo que ese momento llegó a significar para mí, como también lo ha significado el paintball: la inesperada sensación de no sentirse solo.
Un falso profeta me dijo una vez que cuando uno participa de algo lo hace para ganar y que otras opciones no tienen sentido. Nunca he compartido esta opinión y tampoco creo que el arrojo que pongo en lo que hago sea producto de la competición, de ser así hace tiempo que mi vida se hubiera dirigido hacia otros caminos. Sin embargo, si que pienso que en la vida también hay que aprender a ganar y creo que a mí también me toca ganar, pero no en un estúpido juego, sino en ámbitos que otros ya tienen cubiertos y que yo, a pesar de mi “corrección”, también necesito.

1 de octubre de 2008

Made in Japan


Primer Acto

Son las 14:30 horas. La acción se sitúa en la terraza de un bar dónde nuestros protagonistas han decidido comer aprovechando el calor reminiscente del verano. La conversación de esta pareja de amigos aborda temas vinculados a las relaciones personales. Están contentos, incluso nerviosos. Comentan algunas vivencias comunes y comparten inquietudes. Ella pregunta: ¿ya no sientes nada? Él responde: no, aquello ya pasó. Ella comenta: es cierto, cuando el momento pasa, pasa. Se refieren a que hay ocasiones en que lo que uno quería, llega a convertirse en lo que uno ya no quiere. Ahora, la escena se aleja paulatinamente para aquellos que somos observadores y nuestra mirada se pierde en un cielo azul.


Segundo Acto

La acción se traslada a una habitación. Uno de nuestros protagonistas está tumbado sobre su cama, abandonado al sueño. Se desconoce la hora exacta en la que esta escena tiene lugar, pero el alba se encuentra cercana. Tras una extraña pesadilla en la que, llamémosle Alberto, Aldo, Angel, Arsenio o Abel, ha vuelto por unos instantes a la conciencia, la acción nos lleva a una nueva escena onírica. El escenario sería algo así como un comedor estilo japonés. Biombos, tarima, lámparas de papel, una mesita baja con pequeño cuencos y palillos de madera conforman el mobiliario de la estancia. Nuestro protagonista se encuentra arrodillado ante la mesa, vestido con un kimono negro y un extraño símbolo (supone que japonés) a su espalda. Frente a él otra persona. Tan sólo sabemos que no es su amiga, y su sexo es masculino (aunque quizás no sea bueno dejarse llevar por las apariencias). El ocupante del otro lado de la mesa viste un kimono blanco. No podemos ver su espalda, por lo que no sabemos si hay otro símbolo bordando su espalda. Una puerta corredera se abre. Aparece una mujer. No viste kimono, sino una bata de flores y unas zapatillas adornadas por un corazón de Agatha (los sueños son caprichosos). Sirve un té del que los presentes toman un sorbo. No hablan, al menos de momento. Nuestro protagonista no puede desviar su mirada del misterioso hombre de blanco. Éste lo advierte y comienza a acercar su cabeza por encima de la mesa. En este momento, la imagen gira como cuando en una película desean recoger la escena de forma circular. Pequeñas estrellas adornan la escena y una luz blanca cae sobre las cabezas cada vez más unidas. Ambos se funden en un beso. Los labios se rozan fuertemente (se frotan unos contra otros), pero no hay pasión. En ese mismo instante nuestro protagonista rompe el beso. Se separa del hombre con kimono blanco y vuelve a mirarlo, ahora con ternura no con deseo, y le dice: “just let it go”. Desconoce por qué sus palabras han sido emitidas en inglés, supongamos que suena mejor. Ahora la luz se dirige de forma exclusiva hacia el hombre en blanco. Su claridad es tan fuerte que casi no deja ver, ciega a nuestro protagonista. Cuando la luz se apaga, quien inició el beso ha desaparecido dejando una estela plateada. Entonces, Alberto, Aldo, Angel, Arsenio o Abel despierta. Se encuentra a gusto, tranquilo, sonríe y no busca ese cuerpo a su lado.

Tercer Acto

A otra cosa mariposa (nunca mejor dicho).