26 de marzo de 2009

Vuelo 42409


La silla en la que estaba sentada era azul. Éste era un detalle sin importancia, pero aquel azul le producía desasosiego y no era capaz de apoyar la espalda en su respaldo. Terminó por levantarse e ir hacia el baño. En el camino cerró los ojos y pensó: “si cuento hasta diez y no han notificado mi vuelo, significa que no debo coger el avión”. Mentalmente comenzó su cuenta, primero despacio 1……2……3, luego más rápido 4, 5, 6, 7, 8, 9. Iba ya por el 10 cuando la voz de un autómata anunció su vuelo: “pasajeros con destino a Tokio embarquen por la puerta 14A”.

Sin embargo, probó un juego mental más: “si en el baño no hay ninguna chica arreglando su maquillaje significa que no tengo que coger ese vuelo”. Dirigió sus pasos hacia el baño y al entrar comprobó que no sólo había una chica retocando su maquillaje, sino que eran dos las que lo hacían. Pensó: “ahora si que no hay escapatoria, tengo que coger ese vuelo”. Mientras lo pensaba se metió en uno de los cubículos del baño. No tenía ganas de mear, bajo la tapa y se sentó sobre la taza. En ese momento la autómata voz, ahora familiar, urgió a los pasajeros del vuelo 42409 con destino a Tokio embarcasen por la puerta 14A.
....to be continued
¿Cómo continuarías esta historia?. Espero vuestros aportes.

16 de marzo de 2009

Un mes, un libro (éste si es el de Marzo)


Ayer terminé de leer la novela de Catherine O'Flynn, "Lo que perdimos", convertida en un auténtico fenómeno editorial en todo el mundo y que la semana pasada llegó a las librerias españolas. Siempre me han gustado los libros que el público convierte en todo un éxito después de que las grandes editoriales rechazasen su publicación. En este sentido O'Flynn ha sido comparada con la Rwoling de mi idolatrado Harry Potter. Por el contrario O'Flynn nos presenta una novela de personajes más maduros unidos por la tragedia de una niña que veinte años atrás desaparece en un centro comercial y que ahora vuelve, a modo de "fantasma" (aunque más bien a modo de recuerdo) para solucinar su misteriosa desaparición y, de paso, unir la vida de los ahora adultos que la conocieron siendo niños. La premisa detectivesca y una posibilidad de que nos encontrásemos ante un relato de terror ejercieron de ejes motivadores para que la comprará, pero el libro decepciona como historia de fantasmas. Ahora bien, la descripción de los personajes adultos (Lisa y Kurt) y algunos de los pasajes de su vida son de lo mejor en un libro que nos habla sobre la soledad, la necesidad de rebelarse contra lo socialmente impuesto. Personajes atrapados en una vida que no desean y que reflexiona sobre lo que perdieron, pero también sobre lo que vendrá, lo que enmendarán.

Os pongo su portada inglesa porque no he encontrado la española con una buena calidad de imagen.

12 de marzo de 2009

¿Pelo o Cabeza?


Desde mi nueva casa se ven las vías del tren. Casi todas las tardes me siento en mi pequeño simulacro de despacho para trabajar y observo como, a lo lejos, la gente deambula de un sitio para otro, algunos de ellos haciendo parada en Mercadona. Estoy escribiendo desde ese mismo lugar, mirando hacia una vieja plataforma elevada donde hace tiempo no ha parado ningún tren. Esa plataforma es frecuentada, algunas tardes, por dos hombres que comparten unas litronas mientras la luz del atardecer va apagándose poco a poco para dar lugar a la noche. Desde mi escritorio les veo hablar e imagino posibles conversaciones.

- Oye tío. ¿Tú eres pelo o cabeza?-pregunta uno.
- ¿Por qué me preguntas eso?-le replica el otro.
- No sé tío. El otro día mi vieja estaba viendo un capítulo de Rockefeller Plaza y las tías que salen allí decían que los tíos eran pelo o cabeza.
- Tú no me dijiste que ibas a dejar de ver esas cosas. Que no entendías su humor.
- Sí tío, pero mi vieja lo ve todas las semanas y si quiero estar allí me lo tengo que tragar. Además, cuando ves unos cuantos capítulos te empieza a gustar y, no sé, salen tías que están muy buenas.
- No ves más que gilipolleces, pero anda, cuéntamelo.
- Bueno, pues la rubia y la morena que salen dicen que los tíos son pelo o cabeza.
- ¿Y qué quieren decir con eso?
- La verdad es que no lo entendí muy bien. Pero el pelo era un tío muy alto, bastante guapo, vamos que estaba bueno.
- No digas eso de los hombres, tío.
- Tío que estoy comentando, no me lo voy a tirar. Además, igual que sabemos que una tía está buena, también lo sabemos de un tío. Otra cosa es que no lo queramos decir.
- Vale, no me des lecciones morales y sigue…había un tío que estaba muy bueno.
- Y había otro que no estaba bueno pero el tío parecía ingenioso, era como que tenía más cabeza que el otro, menos superficial, pero el tío era un completo gilipollas porque tenía un reloj en forma de tarta.
- ¿Y eso que tiene que ver con la historia?
- Tío, intento explicártelo. Es como que están los tíos atractivos físicamente, que van a la moda, pero que luego no son muy graciosos. Esos son pelo. Y luego están lo cabeza, que no es que sean unos cerebritos pero tienen un toque más gracioso.
- Mira tío, no entiendo nada.
- Yo tampoco, pero me preguntaba si yo era pelo o cabeza.
- Y ¿a qué conclusión has llegado?
- No lo sé, pero resulta que tengo cabeza y tengo pelo, así que supongo que seré ambos y ahora mismo tengo un conflicto de personalidad que no puedo con él.
- Tú lo que tienes es un pedo que no te puedes ni cantear. ¿Te hace otro porro?
- Vale. ¿De qué estábamos hablando?
- Creo que decías que te estabas quedando calvo
- Es verdad tío, sólo me queda cabeza
- Me gustas más así, te encuentro…como dirías tú…más sexy
- ¿Sí?, yo también creo que eres pelo



Cuando apuran las últimas gotas de cerveza vuelvo en mí y me pregunto el por qué de una historia tan rocambolesca. No sé, supongo que lo que uno escribe no siempre tiene por qué tener un sentido, de otra forma no sería divertido. Concebí el blog como una especie de catarsis a través de la que me dejo llevar y, que queréis que os diga, la vida no siempre está llena de grandes historias, sino de pequeñas escenas que te arrancan una sonrisa. Por cierto, la serie 30ROCK es muy buena, al menos me motiva a escribir aunque no sé si es el mejor "leiv motiv". Gracias a Miguel y a Guillermo por haberme conducido hasta ella.



4 de marzo de 2009

No lo sé


Inspirados en el remake norteamericano que el propio Michael Haneke realizó de su película “Funny Games”, nos situamos en el carnaval de 2009 vestidos como los dos pijos golfistas de la película. De un blanco impoluto, palo de golf en mano, nos disponíamos a pasar la noche del sábado en la ciudad habitual. El traje de niño de papa, psicópata y aficionado al golf permitía moverte por la noche sin despertar demasiadas miradas. De hecho, fueron pocos quienes reconocieron el origen de dicho disfraz, aunque algunos hubo. Supongo que, de no haber sido por los palos de golf y los guantes blancos, la mayoría pensaría que no íbamos disfrazados o que, a lo sumo, nos habíamos embriagado de cierto aire ibicenco para aquella noche.
Todo empezó muy bien. Buena música y buena compañía de la mano de un amigo que pinchaba en el Noize. Pero lo que parecía una tranquila y divertida velada nocturna se tornó en mal sueño cuando cambiamos de local. Como en la película, un desconocido, algo conocido, se acercó hasta nosotros: -Hola, tu eres Raúl, ¿no? Esa sencilla frase, rica en significados, fue el preludio de un episodio desagradable que, dicho sea de paso, no hubiese sido tal si desde el principio hubiese pronunciado un simple no. Como mi adorada Nothomb dice: “nada resulta menos amable que crear falsas esperanzas. La ambigüedad es la fuente del dolor”. Y así fue, la buena educación no siempre es antesala de una buena conversación o premonición de un encuentro agradable. En ocasiones es mejor parecer seco y ser cortante, que mostrar la ambigüedad de quién no quiere ser mal educado, porque nunca sabes dónde aparecerá tu acosador, tu singular psicópata. Así pues, de una extraña manera, la película de Haneke se volvió real y, por alguna extraña vuelta del destino, los disfrazados acosadores de la película se convirtieron en acosados.
Por desgracia, la psicopatía no es una rareza. Psicópatas son los que tratan de imponer su opinión, los que tratan de vender su opción de vida como correcta, los que te juzgan porque esperas algo distinto a lo que ellos tienen, los que presumen de estilo de vida, los que tratan de dar lecciones morales, los que quieren ser escuchados pero nunca te escuchan, los que juzgan pero no permiten ser juzgados, los que no entienden que un deseo es más violento cuando ignoras qué lo motiva, y lo más importante, los que nunca saben decir “no lo sé”, y presumen de tener respuestas para todo.
Hoy, psicópata mío, voy a hacerte feliz, no seré ambiguo, voy a decirte que no. No sé lo que quiero, no he descubierto mi camino y, aunque te pese, eso es bueno.

3 de marzo de 2009

Un mes, un libro


Probablente podríamos afirmar que la vida está compuesta de ciclos y dentro de estos ciclos se producen pequeñas repeticiones que permanencen inalterables a pesar de los cambios que van produciéndose. Entre estas repeticiones y con perioricidad anual, cada mes de febrero llega a las librerías españolas lo que es el penúltimo libro publicado por Amélie Nothomb. Este año tocaba libro autobiográfico. En Metafísica de lo tubos, Amélie nos trasportaba a su infancia en el país nipón y a su forma túbica, en el Sabotaje Amoroso nos llevaba hacia los tormentos provocados por el primer amor en aquel lejano país y, en Ni de Eva ni de Adán, volvemos a Japón con una Amélie más madura que narra su recuentro con el país al que tanta devoción procesa y por el que sería capaz de morir. En esta ocasión, Amélie conoce a Rinri, un universitario japonés destinado a convertirse en director de la fábrica de joyas de su padre ya que no supero los exigentes y complicados exámenes que distinguen a la élite japonesa del resto de la población. Amélie vuelve a sorprendernos con las curiosidades de tan exquisito país y las diferencias culturales entre Occidente y Oriente, más allá de los tópicos. Me parecen magníficos por sus descripciones y lo anecdótico de un relato lleno de matices que incluso te hace reír. Ahí queda dicho por si queréis leerlo.