28 de noviembre de 2010

Un mes, un libro.

Bajando de un tren en la estación londinense de Victoria me topé con un enorme cartel donde se publicitaba esta novela. El rostro de la niña y el subtitulo "Something is coming" llamaron mi atención. Indagando en Internet encontré que se trataba de una novela de vampiros sobre la que Stephen King afirmaba: Read it and the ordinary life will dissapear". 
De todos esa sabido mi gusto por las novelas de vampiros y demás seres sobrenaturales por lo que, finalmente, acabé comprándola en Amazon UK por 10 libras. Uno novela muy barata si consideramos que se trata de un libro de cerca de 800 páginas que en las librerías se vendía por 20 libras. El problema es que no podía cargar con ella en mis traslados en metro o tren y tuve que retrasar su lectura. Por fin la terminé y quería reflejar mis impresiones sobre ella una vez que he sabido que forma parte de lo que será una trilogía.
Señalar que "The Passage" (de reciente publicación en Umbriel como "El Pasaje") nos muestra la supervivencia de sus personajes en una Norteamérica post apocalipsis vampírica después de que militares y científicos americanos inyectaran un virus encontrado en la selva amazónica en doces personas condenadas a muerte por diferentes delitos. 12+1 ya que el virus también fue inoculado en una niña de 6 años, Amy, quién vivirá para siempre y será clave en la supervivencia de los seres humanos. Con este planteamiento podéis pensar que es la típica novela de ficción vampírica. Sin embargo, "The passage" es mucho más que eso. La novela es un retrato de personajes que han nacido en un mundo en el que su supervivencia se basa en evitar a los virales y huir de la oscuridad total. Unos personajes que desconocen cómo fue el mundo antes de la "epidemia", y que conviven en un contexto desprovisto de las comodidades de la sociedad tecnológica precedente. En este sentido el autor se se ha preocupado por realizar una precisa definición psicológica de quienes circulan por la novela, de ahí su longitud. Y aunque nos encontramos ante una novela de vampiros, estos son una excusa para trazar el desarrollo de sus vidas ante circunstancias críticas, donde las relaciones no se miden en término de quién tiene más sino quién da su apoyo al otro.  Y entre tanto... conocemos a Amy, aunque llegado el final del libro no sabemos muy bien quién es o, más bien, qué es. Tendremos que esperar a "The twelve" para saberlo y entender mejor un final que, a pesar de la longitud del libro, una vez más se me antoja precipitado y flojo en relación a lo que considero un estupendo desarrollo ya que se trata de un libro que encierra múltiples historias y múltiples personajes interesantes.

17 de noviembre de 2010

Lunes, otra vez.

El "ostia" salió de su boca con un sonido ronco producto de todos los años como fumador y, también, de su habitual malhumor. Había vertido su café sobre el informe de un sospechoso en el caso "Cheo Feliciano" y aquellos descuidos le ponían de muy mala leche. Desde el primer momento aquel caso le había parecido una enorme estupidez pero el comisario parecía realmente implicado en él. Suponía que el hecho de que el primer Ministro hubiera dado la orden de investigarlo tendría algo que ver con la implicación del comisario. Sin embargo, no entendía la prioridad que se le daba a una caso de esas características. ¿Qué importancia tenía que alguien hubiera robado un dedo de la mano de aquélla joven después de que hubiera sido enterrada en el cementerio Saint John Churchyard? Estaba rabioso por tener que ocuparse de un caso como ese pero no tenía más remedio que hacerlo y cuanto antes terminara mejor. Decidió ponerse manos a la obra y llamando a Ramírez le pidió que le acompañara a la casa de aquel joven profesor de instituto. Era la hora de hacerle algunas preguntas y echar un vistazo a su congelador. 


4 de noviembre de 2010

Se ha escrito un (micro) crimen


Hace un mes que me uní a un club de lectura sobre novela criminal y como actividad nos han pedido participar de la elaboración de una micronovela que escribiremos entre todos los miembros. El punto de partida para dicho relato (Se ha escrito un microcrimen) fue el siguiente: 

Era tarde de viernes en la biblioteca y, por fortuna para Mila, más tarde que viernes. Media hora, y  podría dar la bienvenida al ansiado descanso del becario, cien veces más merecido que el del guerrero.
Un último esfuerzo, se dijo. Disimula. Finge que no tienes ganas de mandarlos a la mierda. A ellos y a sus  novelas negras como la mierda.
Mientras  prodigaba maldiciones gitanas a todos los miembros del último Club de lectura en abandonar el edificio, Mila ensayaba su mejor sonrisa falsa y empujaba su carrito repleto de bodrios en dirección a su despacho, pensando amargamente que, aparte de para estar más explotada que Kunta Kinte, haber logrado ser la primera de su promoción, únicamente le había servido para batir el récord mundial de insultos por segundo. Lástima que no hubiese forma de demostrarlo, su madre estaría la mar de orgullosa.
No obstante, dudo sinceramente que exista titulación, o serie televisiva, capaz de prepararte para lo que la buena de Mila encontró esa tarde. O si no, listillo, dime, ¿qué harías si, tras regresar al aula  donde despachaste, hace  apenas quince minutos, a los amantes del crimen literario, te topases con un cadáver?

Me ha tocado a mí continuarlo y aquí os dejó la continuación. 

El cadáver, de sexo femenino, fue encontrado por Mila en el ladies’ room (como a ella le gustaba llamarlo). Su cuerpo yacía boca arriba junto a un busto de Cervantes de cuya nariz se desprendían gotas de sangre que caían sobre la gran mancha roja que nacía de la cabeza de la muerta.  Una mancha que ya había rodeado por completo una copia de la tercera parte de la trilogía Millenium y que ahora se dirigía hacia el marca páginas con la novela “Fin” de Monteagudo que la mujer sostenía sobre su mano derecha.
Mila observaba todos aquellos detalles con estupor. Sin embargo, recordando la máxima de su adorada Amelie Nothomb («Si un invitado muere repentinamente en tu casa, sobre todo no avise a la policía. Usted será el primer sospechoso»), abandonó el baño, recogió su bolso del mostrador de préstamos, se puso su abrigo, apagó las luces de la biblioteca y cerrando las puertas de entrada tras de sí pensó que mejor sería que fuera otro, mañana, quién tuviera que dar explicaciones. Al fin y al cabo había quedado con aquel chico que conoció por Internet y no pensaba faltar a su cita por nada del mundo. 

Ahora os animo a que lo sigáis en: www.casasahorcadas.blogspot.com. Un blog que tiene, por cierto, un logotipo estupendo