25 de marzo de 2010

Un mes, un libro


Lynn Zapatck ha encontrado un trabajo como camarera de un hotel después de pasar una temporada en el psiquiátrico. Un día, mientras limpia concienzudamente una de las habitaciones, siente el deseo de esconderse bajo la cama y esperar a que el huesped ocupe su habitación. Lejos de ser una experiencia aisla Lynn se esconde bajo las camas del hotel día sí día no.
Esta es la premisa básica de la novela de Markus Orths, autor vienés que no conocía pero que descubrí casualmente en el Relay de la Estación de Autobuses Mendez Álvaro de Madrid. Hay libros que te buscan y éste fue uno de ellos. Tuve que quitarle el polvo antes de comprarlo y eso fue algo que me despertó ternura hacia él. Ternura como la que despierta Lynn, un personaje no muy bien definido pero precioso. Quizás esa indefinición sea la que caracteríza el libro de Orths, aunque supongo que su propósito era proporcionar poca información al lector y así poder sacar tus propias conclusiones. Sin embargo, el libro de Orths adolece en exceso de falta de información.
A pesar de ello Orths tiene un nuevo fan porque la premisa me parece estupenda y ha venido a ocupar el sitio que ha dejado vacío mi querida Amelie Nothomb que me tiene muy decepcionado con su última novela "Ordeno y mando". Dicho queda.

23 de marzo de 2010

Post Express

Llevo tiempo con la intención de escribir algo para mi blog pero no he sido capaz, por el momento. Quizás podría escribir sobre mi reciente viaje a Almería y las bondades de aquella ciudad. Supongo que no estaría de más escribir sobre mis infructuosos intentos de encontrar alojamiento en Londres y la estafa en la que casi caigo. Escribiría sobre aquella conversación en que un compañero me dijo que "no sería responsable volver a votar al PSOE". Podría escribir sobre la traición que ejerce mi cuerpo cuando vuelve a resfriarse y me hace sentir mis amígdalas como si las hubiera ejercitado hasta la extenuación. No estaría mal escribir sobre lo gay que me parecen los chicos/hombres que plagan mi gimnasio cuando hablan sobre los futbolistas, pues al fin y al cabo hablan de hombres. Tampoco estaría mal escribir sobre la gente que llama mi atención cuando subo a trabajar o las ideas que recorren mi mente durante este trayecto. Incluso sería terapéutico hablar sobre algunos comentarios que me han vuelto indiferenciado en el trabajo, o sobre la dinámica de relaciones sentimentales que allí se observan. No estaría mal escribir de todo ello pues casi siempre he escrito en esos términos. Sin embargo, quiero y no escribo. 

11 de marzo de 2010

Tokio Books

Si pensamos en Japón seguramente acudan a nuestra mente imágenes relacionadas con la tecnología, los kimonos, las geishas, las artes marciales así como diferentes tradiciones culturales ancestrales. Ahora bien, es más que probable que también podamos enumerar características de índole más psicológica como la amabilidad, la disciplina, el respeto hacia el otro y el honor como parte de la forma de ser del japonés medio. Todo ello sin la necesidad de haber viajado hasta el país nipón ni haber conocido a ningún japonés. Y es que, afortunadamente, no es necesario que tengamos un conocimiento directo de una determinada realidad para formarnos una idea de ella. Cuando estas ideas hacen referencia a las características y conductas que definen a un determinado grupo de personas, nos estamos refiriendo a los estereotipos. Para el caso que nos ocupa, a los estereotipos culturales acerca de los atributos que describirían a los japoneses
Descrito del modo en que lo hemos hecho, el contenido de los estereotipos sobre Japón es primordialmente positivo, por lo que los sentimientos experimentados hacia sus habitantes también lo sean. La pregunta es ¿cómo llegamos a generar este conocimiento y, como consecuencia, cómo generamos estos sentimientos hacia una cultura que, a priori, nos es ajena? La respuesta, como tantas otras veces, está en los medios de comunicación y en los productos culturales que en forma de películas, libros o tecnología llega hasta nosotros. Son tan variados y numerosos estos productos que es posible afirmar que lo japonés está de moda en nuestro país. Y es que Japón influencia el mundo occidental no sólo por la tecnología que de allí se importa (no podemos olvidar que en Japón reside uno de los mayores imperios del videojuego: Nintendo), sino también por otro gran número de objetos de consumo procedentes de un país que sigue llamando nuestra atención por lo exótico de sus costumbres.
Entre los mencionados productos culturales, el libro japonés ha contribuido a la formación de las imágenes que sobre Japón poseemos. Basta con visitar una gran librería, en su sección de cómic, para avistar productos de gran consumo actual en nuestro país: el anime y el manga. Entre ellos, aunque no es un cómic, podremos encontrar el libro de Héctor García Puigcerver “Un geek[1] en Japón”, fruto del gran éxito que ha alcanzado su blog (www.kirainet.com) en el que narra curiosidades, experiencias y noticias del lejano país y que ya ha sido visitado por más de 36 millones de personas.
Tendremos que ir más allá de la sección de cómic, concretamente hasta la sección de novela contemporánea, para encontrar la obra de Murakami, figura más que destacada en el panorama literario internacional. Ahora bien, no todo es Murakami y rebuscando podremos encontrar algunas obras del Premio Nobel de Literatura Yasunari Kawabata y, también, de Yukio Mishima que se suicidó públicamente mediante seppuku y despertó un gran interés internacional. Más recientemente, el libro de Kyoichi Katayama “Un grito de amor desde el centro del mundo” (Alfaguara, 2008) ha cosechado un gran éxito en nuestro país después de que la editorial española la vendiera como la novela japonesa más leída de todos los tiempos. Recomendable por las conversaciones entre el protagonista y su abuelo, no tanto por la historia de amor contenida en la novela.
Con todo, la literatura japonesa va más allá de estos ejemplos y en los últimos años contamos con la importante contribución de la editorial Luna Books a la hora de acercarnos a los clásicos japoneses que, aunque no alcanza el éxito de ventas de “Tokio Blues” suponen un acercamiento más preciso a la realidad japonesa (www.jca.apc.org/gendai/kikan/lunabook/luna.html).
Realidad a la que también nos acercan autores que, si bien no son japonés, han encontrado en este país y sus ciudadanos un espacio creativo con el que desarrollar sus obras. En este sentido debemos destacar la obra de Amelie Nothomb que pasó parte de su infancia en el país nipón al que regresaría en distintas etapas de su vida acercando al lector el día a día japonés de una forma hilarante en el particular estilo de una autora que ha afirmado comer sólo fruta podrida. De interés son sus novelas “Metafísica de los tubos” (Anagrama, 2001), "Estupor y Temblores” (Anagrama, 2004)  y “Ni de Eva ni de Adán” (Anagrama, 2009 ). Y, aunque no habla de Japón, queremos recomendar también la novela “Oro” (Alfaguara, 2008) cuya protagonista es de origen japonés aunque ha perdido sus raíces. Aunque nada aporta a nuestro conocimiento de Japón nos gusta su autor, Dan Rhodes, y por eso os la recomendamos.
Ya tenéis material para cultivar vuestra atracción por Japón siempre y cuando “Tokio Blues” haya despertado vuestra curiosidad por lo oriental y queráis confirmar o desconfirmar los estereotipos de los que hablábamos anteriormente. La realidad es que vivimos en un mundo donde la globalización ha provocado que culturas que eran muy distintas presenten ahora similitudes. No obstante, debemos seguir disfrutando de las diferencias sin necesidad de encontrarnos Lost in traslation. Arigato. 


[1] Un geek sería algo así como friky de la tecnología.