29 de julio de 2010

I need Spain




Ayer llamé a mi madre y le dije que hoy la vería. Ella sentenció: "ale, se acabó". Si los delays y las cancelaciones no lo impiden puede que esté pisando suelo español a eso de las 18:00 horas de esta misma tarde. Ya no habrá más trenes a las 8:24 de la mañana en dirección a Queen Road Peckam, no habrá más autobuses 177 (o en su defecto 171), no veré a la rolliza mujer que siempre compartía trayecto conmigo hasta la misma universidad, ni más escolar con el ipod a toda leche. No beberé ningún latte comprado en la Student's Union Shop, ni tomaré una ducha en el Club Pulse antes de comenzar la jornada laboral. Nada de comidas compradas para "take away" y el simulacro de siesta en la silla de la oficina. No podré ir de compras por Regent Street, ni comer en un Eat o en un Pret (como me gustan ambas cadenas, ¿por qué no habrá en España algo así?). No podré pasear sin rumbo con el ánimo de explorar, ni tirarme a un parque desde el que se vea el Big Ben. Y es que uno se vuelve un animal de costumbres durante tantos meses. 
Sin embargo, no tendré que aguantar el metro en hora punta, la falta de aire acondicionado en los autobuses o la impertinencia de algunos londinenses cuando tratan de acceder al transporte público. Podré ir a la playita en el sur de España, tomar una cañitas y pasear por las calles hasta altas horas de la noche. Volveré a ver caras conocidas y a comer comidas caseras. Disfrutaré de las siestas en mi sofá, con la persiana bajada para evitar el calor e iré al cine, mucho, porque allí es más barato. Y es que, aunque no lo compartáis, como en España no se vive en ningún sitio. Quizás sólo sea porque es lo que conocemos más y no porque el estilo de vida sea mejor. En cualquier caso, como reza la publicidad de España en el Reino Unido: "I need Spain"

28 de julio de 2010

Recomendaciones literarias para los meses de calor

El tiempo que uno emplea en el "trasport for london" da para leer un buen número de libros. Os dejo en este post las últimas obras que han pasado por mis manos a la espera de comenzar a leer en formato digital (aunque no creo que nunca puede desprenderme del formato físico, sus portadas y sus olores).
En Londres recuperé un libro que no había leído pese a tenerlo desde su lanzamiento, "El asombroso viaje de Pomponio Flato" del genial Eduardo Mendoza, divertidísimo como siempre. Y es que Eduardo Mendonza escribe sobresalientemente bien y nos regala unas novelas cortas muy bien hilvanadas. Este librito ha conseguido lo que muy pocos, hacerme reír a carcajadas. Imprescindible para el caluroso Agosto que nos espera.
Después me acerqué a la novela "Fin" de Monteagudo. La verdad es que el tipo no cuenta nada y las críticas del libro han sido buenísimas. Además está publicado en Acantilado que es una editorial con portadas muy chulas y con una cuidada selección de libros, la mayoría nada comerciales. En "Fin" uno no sabe lo que está pasando y tampoco quieres enterarte. El regusto final no sé ni como describirlo. Sin embargo, tiene dos cosas que a mi me parecieron estupendas: un circo que aparece por la novela y el personaje de Eva. 
Por último, deguste una de esas novelitas que siempre devoro con ansiedad, una de zombies. Se trata de "Descansa en paz" la segunda novela de John Ajvide Lindqvis (impronunciable) autor de la notable "Déjame entrar". Creo que el título está pésimamente escogido y que la novela parece más bien una parte de una saga que una novela cerrada porque el final es bastante decepcionante a pesar de que la premisa prometía ya que no es la típica novela de zombies caníbales. 
Ahora leyendo dos novelas (dos porque una de ellas es díficil de transportar dado su volumen). En casa, The passage, novela de Justin Cronin, que promete mucho por sus personajes y por su temática vampírica alejada de las noñerías de Twilight y demás. Stephen King ha dicho sobre esta novela: "Read this and the ordinary world dissapears". Y como contraste a esta novela, también leo: Diario de Martín Lobo. Un regalo que me hizo mucha ilusión. Ya os diré cosas cuando tenga alguna conclusión. 
En fin, ideas, ideas para el verano que no todo va a ser torrarse al sol.

10 momentos para recordar, en Londres

Aunque ya son muchas las cosas vividas en esta ciudad os dejo un listado de los mejores momentos. Diez momentos aleatorios, sin que unos tengan más importancia que los otros. Diez momentos que ahora vienen a mi cabeza. Hay muchas cosas más, algunas que no se pueden confesar aquí y otras que sólo las guardo para mí. Aunque en su mayoría son vivencias muy personales, algunas también puede leerse como algo que uno debe hacer en una eventual visita a Londres. Es, por tanto, mi lista. 

1. La vez que en ayude a una mujer a bajar el carro (y en él a su hijo) las escaleras que dan acceso a los andenes de la estación de Denmark Hill.
2. La ocasión en que, mientras leía tirado en el cesped del Ruskin Park, un perro se acercó a jugar conmigo mientras sus dueños gritaban: Sorry!.
3. Su sonrisa y risas cuando miraba un libro con fotografías de un gato en la tienda del Tate Modern.
4. La gente gritando "Que viva España" en las cercanías de King Cross una vez que la selección española se hizo con la copa del mundo.
5. Recibir la noticia de que tu hermana está embarazada entre el bullicio de la gente que visita Camden Town un domingo por la mañana.
6. El sabor de un pasty de West Cornwall andando por las inmediaciones del London Bridge.
7. Comer Sushi en London Victoria mientras esperábamos el tren para Denmark Hill.
8. Asustarse con el "gato misterioso" que merodea mi casa.
9. Hacer la compra en el supermercado como si ya viviéramos juntos.
10. Comer y cenar en el Princi, en el Adams Rib, conocer el Fox on the hill y probar la comida coreana.

Y muchas cosas más para el recuerdo que al fin y al cabo es una función de los viajes.

16 de julio de 2010

13 días


El viaje va llegando a su fin. Hoy quedan exactamente 13 días para el final de la estancia en Londres y vuelta al país que me vio nacer. La verdad es que cuando iniciaba este viaje pensé que escribiría más en el blog, que narraría mi devenir por las calles londinenses y las curiosidades que he ido observando durante lo que serán estos tres meses. Sin embargo, el día a día aquí te lleva a hacer otras cosas. Si que es cierto que durante este período han acudido a mí cabeza diversas ideas, he dibujado en ellas textos que me hubiera gustado acercaros. He inventado nuevas historias mientras pasaban los días (mis compañeros aquí me dicen que todo el día estoy "making novels") pero nunca he llegado a concretarlas a falta de la invención de un dispositivo que traduzca en lenguaje escrito los pensamientos. Se quedan esos recuerdos en mi memoria y, también, en la memoria de aquellos con los que he compartido esta cómoda aventura, con los que de una manera u otra he estado en comunicación para contarles mis anécdotas, temores y alegrías. 
Uno se da cuenta, cuando hace estás cosas, de que no es fácil viajar solo y tampoco es fácil permanecer en el sitio estando solo. Supongo que ahora que mis relaciones sociales han mejorado mucho con respecto al primer mes, ahora que he probado la diversa gastronomía que ofrece Londres, ahora que he visto como España ganaba la World Cup, ahora que he terminado de diseñar el proyecto para el que vine y que he tenido tiempo para escribir dos artículos y algunas otras cosas más, es tiempo de marcharse. El regreso, aunque dulce, también será agrio pues justo en el momento en que uno comienza a adaptarse a la nueva situación llega el tiempo de despedirse de la ciudad y de la gente que en ella he conocido. Aún así me quedan 10 días muy dulces junto a la persona que quiero, los mejores 10 días de lo que voy a disfrutar aquí. Prometo escribir antes de irme, hacer una especie de conclusión de lo que ha supuesto este viaje no sé si profesionalmente, pero sí personalmente.

12 de julio de 2010

Marea Roja

El Mundial, la Eurocopa y otras competiciones donde la selección participa nada tienen que ver con el hecho de que te guste o no te guste el fútbol. A mí nunca me gustó y creo que nunca me gustará pero siempre he disfrutado, sufrido también, con los partidos de la roja. Y es que, la victoria de España trasciende lo meramente deportivo y se convierte en una cuestión principalmente identitaria. 
Cierto es que como espectadores no hemos arriesgado en el campo como lo han hecho los jugadores, pero hemos puesto nuestra ilusión, nuestra fuerza y alegría en cada una de los partidos jugados por la selección española. La roja, por tanto, eramos todos. También formaban parte de la roja quienes en facebook se unieron al grupo "la roja me la trae floja" pues incluso con esa acción daban a entender que algo sentían por la selección y estoy seguro de que muchos han celebrado con gusto la victoria de nuestro país. No se trata de seguir a la masa, de verse arrastrado por una marea roja que muchos verán desprovista de inteligencia, sentido y sensibilidad. Se trata de dejarse llevar por una marea que entiende que lo conseguido ayer es una victoria simbólica en un país cuya autoestima política, económica y social está hundida. Puede que tener la copa del mundo y una estrella sobre la camiseta de la selección sea pan para hoy y hambre para mañana, pero por unos días la selección nos ha hecho ver que la España que algunos se empeñan en ver rota y carente de identidad no existe. La victoria de España no nos ha unido, tan sólo ha permitido volver a ver ese sentimiento latente que siempre ha acompañado a los españoles, el compartir una cultura, unas costumbres y un estilo de vida que nada tiene que envidiar a otros países más desarrollados, aunque sean muchas las cosas que tengamos que arreglar. 
El que escribe esto lo hace, sin duda, llevado por el entusiasmo de saber que pertenece a ese lugar del que, a pesar de estar en otro sitio, sigue estando orgulloso. Alguien que sabe que es importante pertenecer a algún lugar y que comparte la alegría de nuestros deportistas. 
Ayer, cuando Iniesta marcó el único tanto del partido, el mundo se paró durante los minutos que restaron hasta el final del encuentro y en ese instante volvimos a creer que todo era posible. Hoy no sólo celebrarnos la victoria, sino lo que ya sabíamos, que la ilusión y las ganas mueven montañas. Un planteamiento probablemente ingenuo pero del que muchas veces nos olvidamos incluso cuando sabemos que lo necesitamos. 

4 de julio de 2010

Learning english


En el aprendizaje de idiomas existen diferentes perfiles de personas, poniendo a un lado a aquellas personas que por una u otra razón se han visto obligadas a la mejor de las situaciones: el bilingüísmo. Entre el resto de la población que desea aprender un nuevo idioma nos encontramos con el realista, aquel que sabe que le costará años aprender un nuevo idioma y está seguro de que si no vive durante años en un país donde se hable nunca logrará la fluencia que en su idioma original. Estos individuos también saben que de no permanecer en dicho país irán olvidando lo que saben poco a poco a no ser que lo practican o, si deciden residir definitivamente en el nuevo país, irán perdiendo algo de su idioma materno. Después nos encontramos con los fanfarrones. Sujetos que sobrestiman su conocimiento de la lengua porque han aprendido mucha gramática en la escuela de idiomas pero que, llegada la hora de la verdad, no son capaces de comunicarse efectivamente con los autóctonos. Estas personas siempre podrán presumir de conocer el significado de la última canción de Eminen pero no precisamente porque la entiendan al escucharla sino porque han hecho un listening en la escuela de idiomas y han tratado de rellenar los huecos en blanco con las palabras que la profesora (precisamente porque eran las más obvias) ha borrado de la letra de la canción. Son personas capaces de emitir juicios, por supuesto, pero no están a la última en "slang" o de los usos comunicativos del lenguaje. Y, por último, el iluso. Personas que lo que sobrestiman es su capacidad de aprender un nuevo idioma y se creen que con muy poco esfuerzo y muy poco tiempo podrán aprenderlo. Este grupo cree que siguiendo el método de CCC del inglés con mil palabras o leyendo ese magnífico libro del que no recuerdo el autor (todo con ironía) "Aprende inglés en siete días" podrán ser expertos comunicadores en el nuevo idioma. También piensan que reproduciendo las frases de las guías turísticas en que se indican cómo debe pronunciarse el hola y adiós (y otras cosas) podrán interactuar como si lo hicieran en su lenguaje materno. Y es que de ilusos está el mundo lleno yo conozco alguno.
Estando aquí uno se da cuenta de que nunca llegará a hablar inglés del modo en que le gustaría, es decir, de forma fluida y muchos menos escribirlo bien. Tendrían que pasar unos añitos y no creo que bastase con dos. En fin, me conformo con poder hablar con mis compañeros de trabajo, que ya es mucho y poder seguir leyendo alguna que otra novelita ahora que habemus kindle. Seguiremos informando.