26 de febrero de 2014

Malquerida


La historia de Malquerida es la historia de una hembra de galgo. Durante su primer año de vida tres eventos marcaron su destino hasta el día en que estaba cerca de cumplir 5 años. El primero de estos eventos nos sitúa en el momento en que Malquerida fue apartada de la teta de su madre y se convirtió en la nueva perra de Antonio. El segundo evento tuvo lugar cuando Malquerida observó como una cuerda rodeaba el cuello de aquel otro galgo que la había recibido alegremente cuando la introdujeron en la parte trasera de una furgoneta. Malquerida ya nunca volvió a ver al que podía haber sido su amigo. El tercer evento se produjo cuando recibió su nombre.

- ¿Otro galgo?- gritó una mujer que luego vería más a menudo.
- Yo no quiero más perros-siguió gritando la mujer.
- No te quiere-espetó Antonio- Te llamarás Malquerida. 

La vida de Malquerida transcurrió esperando a Antonio durante la semana y, cuando estuvo preparada, cazando conejos y liebres durante algunos fines de semana. Antes de eso conoció a bastantes galgos que, como por arte de magia, a veces desaparecían para no volver nunca más. Al principio su buen desempeño cazando le proporcionó el cariño y el refuerzo de su dueño. Pero pronto dejó de ser suficiente. Las caricias dejaron paso a las palizas, pero ella siguió siendo fiel a su dueño. Un día Antonio subió a Malquerida a la parte trasera de la furgoneta y después de un rato aguantando el traqueteo de aquel objeto que se movía, recibió la visita de un galgo mucho más joven que ella. Tras otro rato de traqueteo, Antonio la llamó para que bajara de la furgoneta. Cuando bajó pudo ver que su dueño escondía una cuerda mientras le pedía que se acercara. Malquerida agachó su cabeza y respondió a la llamada de su amo. Sin embargo, al acercarse a él le mordió la mano y salió corriendo. Y es que, a veces, si uno quiero seguir viviendo es necesario morder la mano que te da de comer. 

23 de febrero de 2014

Barba Azul


Amélie Nothomb se convirtió en una de mis autoras favoritas cuando gracias a un amigo leí su "Metafísica de los tubos". Ese libro junto a aquellos que tienen un corte más autobiográfico, como el magnífico "Estupor y Temblores", han hecho que año a año espere el mes de febrero/marzo con ansia para encontrar la última de sus propuestas publicadas dos años antes en francés. Y es que Amélie, más allá de las leyendas que dicen que sólo come fruta podrida, que escribe de noche y en cuadernos, es una autora muy prolífica. Cada año saca un libro que, en su mayoría, no supera las 150 páginas. Hace poco ha salido a la venta su "Barba Azul", título que proviene del cuento de Charles Perrault porque también el personaje de la historia de Nothomb les dice a sus coinquilinas que pueden ir a cualquier sitio de su palacio con la excepción de husmear en un cuarto oscuro solo reservado para él. Si deciden desobedecer la prohibición serán castigadas. Y así nos encontramos con Saturnine, la novena coinquilina de un grande de España afincado en París, que trata de conocer qué paso con las anteriores 8 mujeres. Como todos los libros de Amélie esta nueva versión del cuento de Perrault cuenta con un arranque inteligente, diálogos hilarantes y muy bien construidos pero, en mi opinión, con un final decepcionante, previsible, no tanto en la justificación de las desapariciones como en la conclusión final. Estoy empezando a creer que Nothomb tiene magnificas ideas que después precipita y no llega a cerrar muy bien, pero yo soy un prosaico y sólo sé de las emociones que me despierta el libro. Desde luego no es de los mejores, tampoco lo fue el anterior "Matar al padre" a pesar de que prometía grandes momentos por sus referencias al complejo de Edipo. De los últimos yo os recomendaría "Una forma de vida" donde Amélie recibe cartas de un soldado estadounidense en Irak, fan de la escritora, y que le habla de cómo el sufrimiento de la guerra le ha llevado a comer y a engordar en proporciones insospechadas. En cualquier caso, debo reconocer que cualquier libro de Nothomb encierra pequeñas joyas en muchas de sus frases, por mucho que la historia global no sea del todo satisfactoria. De hecho, cuando he tenido ocasión he citado algunas de sus frases en mis publicaciones. Larga vida a Amélie. 

17 de febrero de 2014

La falta de conciencia humanitaria


La muerte de 15 inmigrantes la semana pasada en Ceuta, además de hacernos sentir vergüenza y rabia por la actuación de las autoridades, nos debería llevar a preguntarnos por qué no se cumplen los derechos humanos incluso allí donde están reconocidos jurídicamente, como supuestamente es el caso de nuestro país.

La respuesta a esta pregunta no sólo debemos encontrarla en la falta de actuación de determinados organismos e instituciones, sino también en las causas que en una situación concreta, como la que hablamos, inducen a determinadas personas o grupos a vulnerar los referidos derechos. Es decir, debemos considerar la dimensión psicológica de los individuos que participan en dicha barbarie si queremos entender el por qué de su conducta bajo la supuesta obediencia a la autoridad de las fuerzas de seguridad del estado. El guardia civil que disparó pelotas de goma a quienes trataban de alcanzar la costa no sólo responde a un orden de un superior sino a una decisión personal que hizo que no se planteara lo reprochable de su acción.

De la Corte, Blanco y Sabucedo (2004) plantean que la cuestión de los derechos humanos afecta a tres dimensiones: la jurídica, la política y la moral. Su aplicación requiere de un reconocimiento jurídico, de una política encaminada a conseguir objetivos prioritarios en relación a esos derechos y, también, de la asunción por parte de cualquier individuo de los valores morales que encierran los derechos humanos. Sin duda, las dos primeras dimensiones son muy importantes pero la dimensión crucial es la moral ya que sin que todos los ciudadanos asumamos estos derechos como moralmente justos, resulta difícil creer que porque existan instituciones que velen por su cumplimiento, los derechos (pongamos los de los inmigrantes) no sean vulnerados. Es decir, hasta que no desarrollemos una conciencia humanitaria individual será difícil que el ideal que representan los derechos humanos llegue a hacerse efectivo.

Por tanto, mal por quien dio la orden pero muy mal por todos aquellos que la acataron sin cuestionarla. Siempre, por muy difícil que parezca, tenemos la posibilidad de decir que no. 


13 de febrero de 2014

Bates' Scenes: la hora del baño


La luz crepuscular se cuela por la ventana de la habitación de la señora Bates. El sonido del agua llenando la bañera se oye en su habitación.

- Madre, es la hora del baño- dice Norman entrando en la habitación.
- Ya está otra vez con la excusa de que está muy mayor y no puedes ir andando al baño- murmura Norman.

Coge a su madre en su regazo y se dirige al baño.

- Madre, cada día está usted más ligera, ya le he dicho que tienes que comer más. 

La señora Bates no replica. 

- Madre, es usted muy vaga. Siempre tengo que desvestirla yo.

El huesudo cuerpo de la señora Bates es sumergido en el agua caliente.

- Espero que el agua no esté demasiado caliente, madre. Me llevo su pelo para peinarlo mientras usted se baña.

Norman coge la peluca de su madre y sale del baño. El cráneo de la señora Bates mira impávido el vaho que sale de la bañera. 

8 de febrero de 2014

Bates' scenes: la hora de la cena


Siempre me he preguntado cómo sería la vida de los Bates antes de que la desventurada Marion Crane llegara a su motel de carretera y acabara con aquella famosa escena de la ducha. A veces imagino pequeñas escenas cotidianas de esa relación tan especial entre madre e hijo. Iré añadiendo al blog alguna de esas pequeñas secuencias cotidianas que darían normalidad al día a día de los Bates. Comienza Bates' scenes. 


Sacó dos cucharas del cajón y se dirigió a la mesa. Una de las cucharas la posó junto a su plato y la otra junto al plato de su madre. Se sentó y comenzó a comer la sopa mientras miraba a su madre.

-Madre, se te va a quedar fría la sopa- dijo Norman.


Siguió sorbiendo aquel líquido insípido al que no podía poner sal porque su madre era hipertensa.

-Madre, ¿otra vez no tienes hambre?-gritó Norman con enfado.

Pero su madre, como siempre, no contestó. 


Foto de: Vanesa Rowinski
http://www.vanesarowinski.blogspot.com.es/2009_11_01_archive.html

5 de febrero de 2014

¿Y tú qué miras?


Gracias a María Cubells la tele no sólo se ve, también se lee. En su cuarto libro María vuelve a desgranar los entresijos de la televisión. Ese ente que sigue siendo tan importante en nuestras vidas y al que todos, con sus más y su menos, nos acercamos a diario. Con un tono directo, irónico, alejado del lenguaje académico la autora, sin demonizar la televisión, nos habla de las estrategias de los programas del corazón, el backstage de las cadenas, la obsesión por la audiencia, el tratamiento de la violencia, y el cambio sufrido por rtve durante estos dos últimos años, pero también analiza lo bueno de nuestro modelo televisivo no sólo sus carencias y excentricidades. 

Sigo a María Cubells en su sección sobre televisión que cada semana tiene en La Ventana de la Cadena Ser, en sus artículos para el diario.es y el huffintong post donde analiza con sarcasmo el panorama televisivo. Y me gusta porque sabe de lo que habla, porque ha vivido todo lo que cuenta después de trabajar durante años en el medio y, también, porque utiliza un lenguaje muy sencillo y llano. No es sencillo porque quiera ser comprensible para "las señoras de Cuenca" (como algunos directivos de las cadenas les dicen a sus guionistas que tienen que ser) sino porque ella es clara y habla sin aspavientos sobre un mundo empresarial muchas veces carente de cualquier ética. 

Me ha gustado, sobre todo, su reflexión en torno a la falta de moral de las cadenas cuando pagan por entrevistar a asesinos, violadores o maltratadores (algo que le costó a Telecinco el cierre de La Noria). De hecho, una parte del libro (Las vueltas de la Noria y De la cárcel al plató) la dedica a hablar de Pablo Herreros, periodista que pidió a través de su blog que los anunciantes dejaran La Noria cuando en esta se entrevistó a la madre de El Cuco. En ese apartado recoge el testimonio de una psiquiatra de prisiones que explica como momentos televisivos en los que se da cancha a un maltratador o a una persona agresiva, actúan como reforzadores de la conducta de aquellos que lo ven (no olvidemos que cuando entran en un plató se les aplaude, aunque luego se les abuché) y ese refuerzo da al traste con meses de terapia. Y todo porque nos olvidamos de que la tele influye. Señores, señoras, nos guste o no, la tele educa. Disfruten de su lectura. ¿Y tú qué miras?

2 de febrero de 2014

Algo viejo y algo nuevo



La teoría sobre la congruencia de rol de género establece que nuestra vinculación con los roles valorados socialmente puede provocar reacciones positivas mientras que el alejamiento de estos roles provocaría reacciones negativas en los otros y también sentimientos negativos en uno mismo. Por ejemplo, hace años una mujer que buscara poder político o que pretendiese ser la presidenta de una empresa podría ser vista de forma negativa debido a que violaba los roles tradicionales. Igualmente, un hombre que se ocupara de los hijos y del hogar mientras su mujer trabaja fuera, podría suscitar alguna que otra reacción poco neutral. A pesar de ello, los cambios sociales acontecidos durante las últimas décadas ofrecen un nuevo panorama para el análisis de esta teoría ya que es posible que hombres y mujeres adopten creencias y conductas congruentes con los nuevos valores sociales y, ahora sí, obtenga reacciones positivas. 

Con esta idea Diekman, Johnston y Loescher (2013) realizaron una investigación con universitarios norteamericanos para comprobar en qué medida la exposición a los cambios sociales influye sobre el interés y la expectativa de éxito en diferentes carreras. Dividieron a los participantes en dos grupos: uno de los grupos leía noticias que reflejaban los cambios significativos que hombres y mujeres había experimentado en el campo laboral y profesional (condición de cambio social), mientras que el segundo grupo leía noticias donde se hablaba de la estabilidad de hombres y mujeres en roles y profesionales tradicionales (condición de estabilidad social). Después los participantes debían indicar su interés y sus expectativas de éxito que esperarían en distintas profesiones congruentes e incongruentes con su rol de género.

Los resultados eran previsibles. Los participantes indicaron mayores expectativas de éxito en aquellas profesiones que eran congruentes con los roles presentados durante la lectura. Los participantes en la condición de cambio social, en comparación con los que estaban en la condición de estabilidad social, indicaron mayores expectativas de éxito en las profesiones no asociadas a roles tradicionales pero también mantuvieron buenas expectativas en las carreras asociadas con roles tradicionales. Es decir, los cambios sociales no modifican nuestras actitudes y conductas de forma rápida y radical porque seguimos manteniendo algo de lo antiguo, pero si que introduce una nueva visión de la realidad que mejora nuestra predisposición al cambio (en este caso de roles). De hecho, si lo pensamos, manteniendo la posibilidad de adoptar roles tradicionales pero también vinculándonos a nuevos roles estamos mejor preparados para adaptarnos a lo que el futuro nos depare. Como en las bodas, es mejor llevar algo viejo y algo nuevo con nosotros. En definitiva, que más allá de nuestras creencias las personas podemos adaptarnos a casi todo, sobre todo si esa adaptación viene acompañada de resultados positivos.

Artículo: Diekman, A. B., Johnston, A. M., & Loescher, A. L. (2013). Something Old, Something New: Evidence of Self-Accommodation to Gendered Social Change. Sex Roles, 68: 550-561.