22 de julio de 2014

Hermes


Se despertó sudoroso con aquella imagen todavía viva en su cerebro. Había soñado que besaba a un chico en las duchas del gimnasio. Confundido por aquel sueño se abrazó a su novia que parecía dormir plácidamente. Intentó dormirse de nuevo pero ya no era capaz. Aquel abrazo bajo el agua parecía no querer abandonar su mente. Decidió levantarse a pesar de que eran las 4 de la madrugada de aquel lunes de invierno. Se preparó un café y se sentó junto a la mesa de la cocina para encender un cigarro que saco del paquete de su chica. Lo había dejado hace tiempo pero ahora volvía a necesitarlo. El chico del sueño era alguien a quien a veces había visto en su gimnasio. No entendía por qué se presentaba en sus sueños y más de aquella forma. El nunca había tenido dudas sobre su sexualidad. Estaba contento con su relación y, aunque de vez en cuando echaba una canita al aire, jamás se planteó liarse con un tío. Ha sido un estúpido sueño, dijo para sí mismo. 

Durante el resto del día se olvidó del sueño. Sin embargo, cuando llegó la hora de ir al gimnasio empezó a sentir cierto nerviosismo ante la posibilidad de que aquel chico estuviera allí. Cuando atravesaba la sala de musculación lo vio tumbado en uno de los bancos. Aquella tarde, no dejó de observarlo con cierta curiosidad. El martes, al ver que el chico de su sueño hacía cardio en una bicicleta, tuvo el impulso de sentarse en la bicicleta que había junto a él. El miércoles hizo abdominales a su lado. El jueves le dijo hola cuando llegó al gimnasio y se duchó frente a él mirándolo descaradamente. El viernes lo esperó a la salida y le preguntó si podía acompañarlo hasta el coche. El chico era simpático y parecía contento de charlar con él. Llegando al coche le preguntó si le apetecía ir a algún otro sitio más tranquilo donde nadie pudiera verlos. No hubo ninguna resistencia, accedió encantado a su petición. Aparcó el coche en una especie de polígono donde no parecía haber nadie. Ahora el chico parecía nervioso aunque tomo la iniciativa e intentó besarlo. Lo aparto y allí, en la intimidad del coche, lo mató a golpes. Pensó, equivocadamente, que eliminando el estímulo, desaparecería el deseo. 


18 de julio de 2014

Un mes, un libro: El niño perfecto


Sd-edicions publicó en 2012 el álbum ilustrado "El niño perfecto". Una historia de Alex González y Bernat Cormand que ayer me regaló mi amiga Ana B. Delgado. En 10 páginas el libro narra un día cualquier en la vida de Daniel, aplicado, tranquilo, obediente, sensible y que, para todos, era el niño perfecto. Pero Daniel oculta un secreto que hay que descubrir al final del álbum. Un álbum valiente, sorprendente y también, por qué no, muy realista. Muy poco más se puede decir de esta pequeña historia tan fascinante sobre nuestro yo social y nuestro yo personal y cómo en ocasiones este último es reprimido en favor del primero. Tengo curiosidad por ver cómo los niños reciben la historia de Daniel por lo que haré un pequeño experimento con mis sobrinos que, seguro, verán a Daniel de una forma más natural que algunos de los adultos. Este verano ya no tenéis excusas para comprar buenas historias y leer. El álbum se lee en un suspiro y os dejará un buen sabor de mente.  

16 de julio de 2014

La felicidad está ahí, no la busques.


La mayoría de nosotros, en lugar de preocuparnos por el aquí y el ahora, pasamos el tiempo agobiados por cómo será el futuro o sintiendo nostalgia del pasado. Heredamos de nuestra educación la creencia de que el sufrimiento de hoy traerá recompensas mañana o que el tiempo pasado siempre fue mejor. Cuando llega el lunes estamos pendientes del fin de semana que está por llegar, cuando viajamos estamos pensando en el próximo viaje. Vivimos arraigados a la idea de una felicidad que siempre está por venir y perdemos conciencia de que es más que probable que estemos dejando pasar la felicidad que ya está a nuestro alcance. Perdemos tanto tiempo planificando nuestro futuro que nos hemos olvidado del presente. Un presente que te regala finales inesperados con un toque peppermint en compañía de los mejores amigos, los mensajes de una amiga que desde la bella Oporto se acuerda de ti, las llamadas de tus hermanas contándote cosas que hacen tus sobrinos, las largas charlas en el gimnasio con otra amiga entre serie y serie, o las fotos que comparten buenas amigas que se recuperan de malos momentos y que lanzan una sonrisa en Facebook, o una conversación que podría prolongarse hasta el amanecer y que te descubre que todas estas cosas que rodean al hoy, y no al mañana, representa la felicidad, no futura, si no aquella que ya ha llegado. A vivir amigas/os. 


6 de julio de 2014

Facebook y el error de predicción afectiva



Está claro que las redes sociales llegaron para quedarse en nuestras vidas. Y éstas, nuestras vidas, lógicamente se ven influenciadas por su uso. Las utilizamos para conocer gente, para informarnos sobre la realidad, o para conocer opiniones sobre diversos productos sobre los que posteriormente adoptaremos una serie de decisiones. Esta claro, por tanto, que influyen sobre nuestra conducta pero también sobre nuestro estado de ánimo, porque promueven emociones positivas y, también, negativas. Su influencia ha hecho que durante los últimos años la investigación sobre cómo las redes sociales nos influyen/afectan hayan crecido considerablemente dando lugar a nuevas revistas científicas dedicadas a recoger información sobre el papel de Internet en nuestras conductas en contextos online y offline. Computers in human behavior o Cyberpsyhcology, behavior and social networking, son ejemplos de estas revistas

La pasada semana algunos de nuestro telediarios se hacían eco de un estudio en el que se demostraba que la vida que mostramos en Facebook o Instagram no es tan feliz como aparentamos pero si que tiene efectos sobre quien la observa ya que pueden sentir alegría por nuestros "estados" pero a la vez sentir que su vida no es tan plena, divertida o rica como la que aquellos a quienes siguen en la red. No he podido conseguir dicha investigación porque algunos de nuestros medios de comunicación no acostumbrar a citar la fuente exacta, aunque entiendo que se referían al siguiente estudio de la Universidad de Stanford (http://goo.gl/ZDWaUk) y que tenéis descrito en otros blogs (http://goo.gl/vmjNNH). 

En mi caso os voy a hablar del estudio de Sagioglou y Greitemeyer (2014) sobre las consecuencias emocionales del uso de Facebook. Estos investigadores austriacos analizan el hecho de que aunque Facebook nos permite cubrir ciertas necesidades básicas como la necesidad de conectar socialmente, y alivia estados como el aburrimiento y la soledad, también produce una disminución de nuestra felicidad. En su estudio quieren constatar si esta disminución del estado de ánimo es real y si es así, por qué seguimos usándolo. Para dar respuesta a estas cuestiones realizaron 3 estudios con múltiples usuarios de Facebook. En el primer estudio examinaron la relación entre el tiempo invertido en Facebook y el estado emocional. Encontraron que cuánto más tiempo se pasaba en Facebook peor era el estado de ánimo de quienes lo utilizaban. En el segundo estudio, quería saber si el uso de Facebook era lo que empeoraba el estado de ánimo o si era un mal estado de ánimo previo el que exacerbaba el uso de Facebook. Encontraron que era el uso de Facebook el que alteraba nuestra estado de ánimo, haciéndolo disminuir. Algo sorprendente si consideramos la popularidad de esta red social. Entonces, ¿por qué seguimos utilizándolo?

Los autores del estudio hipotetizaron que es posible que cometamos lo que se conoce como "error de predicción afectiva" (affective forecasting error). Este error consiste en que anticipamos (predecimos) que una determinada actividad nos reportará buenos beneficios, por ejemplo, haciéndonos sentir mejor. Esta anticipación hace que nos comprometamos y la llevemos a cabo (a veces con gran intensidad dados los resultados esperados). Un ejemplo podemos encontrarlo en las conductas de venganza. La gente con deseos de venganza no analiza que después de hacerlo se sentirá peor. Todo lo contrario, creo que se sentirá mejor y por eso lo hace. En el caso del uso de Facebook, el tercer estudio encontró esta misma relación. Aunque es posible que sepamos (por otras ocasiones) que su uso no mejorará nuestro estado de ánimo, seguimos anticipando que sí lo hará y lo usamos buscando este resultado. Después nos damos cuenta de que no es así e incluso valoramos esta actividad como poco significativa lo cuál hace que nos sintamos peor tras malgastar nuestro tiempo en la red. 

El estudio concluye que a pesar de que muchos de los usuarios de Facebook consideran su actividad en la red como poco valiosa para su vida, algo que incluso hace disminuir su estado de ánimo, siguen utilizándolo porque esperan que les haga sentir bien. Yo me pregunto, ¿debemos hacérnoslo mirar?


Referencia: Sagioglou, C., & Greitemeyer, T. (2014). Facebook’s emotional consequences: Why Facebook causes a decrease in mood and why people still use it.Computers in Human Behavior35, 359-363.