7 de septiembre de 2014

La revolución sexual


El pasado mes de Agosto unos amigos me preguntaban si no existían investigaciones sobre nuestra conducta dentro de las apps de contactos. Yo aseguré que sí, aunque no había leído nada sobre ello. Imaginaba que, dado que existen estudios sobre los nicknames que utilizamos en las redes o el uso que damos a los emoticones, también  alguien habría indagado sobre nuestra conducta social en las aplicaciones para ligar (lo que en inglés llaman las geosocial networking applications). En aquel momento no indagué sobre ello y el interrogante sobre ese tipo de estudios se perdió en la memoria. 

La semana pasada recibí la visita de un estudiante italiano al que supervisaré un trabajo sobre homosexualidad y autolesiones. Me explicaba que la muestra será la misma que un estudio precedente en el que se contactó vía Internet con una población homosexual asegurando así un acceso más fácil a este colectivo. Aquello me hizo pensar en la conversación mantenida en Agosto y me lancé a buscar en el google académico. Si en su motor de búsqueda pones Grindr, una de las aplicaciones más utilizadas a nivel internacional, aparecen ya numerosos estudios. Lo curioso es que el Grindr no es todavía muy utilizado como un contexto para analizar distintos tipos de comportamiento si no como un método para conseguir muestra para estudios epidemiológicos o, muy interesante, cómo un mecanismo para la prevención. 

Por ejemplo, Jonathon Rendina et al. (Patterns of Lifetime and Recent HIV Testing Among Men Who Have Sex with Men in New York City Who Use Grindr, AIDS and Behavior, 2014, 18 (1), 41-49) hicieron una encuesta de 1,351 HSH (Hombres que tienen sexo con otros hombres) en la cuidad de Nueva York reclutados por Grindr. En esta encuesta analizaron indicadores para poder entender lo que influye que alguien se haya hecho la prueba para el VIH en algún momento puntual de su vida y/o durante el año pasado. La investigación demostró que 1 de cada 10 hombres de Nueva York usan Grindr y 1 de cada 5 en edades comprendidas entre 18 y 24 años, nunca se habían hecho la prueba para el VIH en su vida. Concluyen que usando las infraestructuras existentes y la popularidad de las tecnologías móviles como Grindr para identificar a hombres y proporcionarles información sobre la prueba del VIH, puede servir para desarrollar una estrategia eficaz para la prevención del VIH.

Sin embargo, mi intención era encontrar un estudio que analizará la conducta social (motivaciones de quienes utilizan esas aplicaciones; identidad sexual de quienes las utilizan, expectativas de su uso, etc.). En ese sentido, el terreno parece estar todavía poco explorado. De hecho, me topé con una investigación (Grov, Brelow, Newcomb, Rosenberger, & Bauermeister (2014). Gay and bisexual men's use of the Internet: Research from the 1990s through 2013. Journal of sex research, 57(4), 390-409) que concluye que las investigaciones sobre este tipo de aplicaciones es muy escasa y apuntan que será un campo muy fértil en los próximos años para entender nuestra conducta sexual. En su estudio hacen un estupendo y concienzudo repaso sobre el uso que gays y bisexuales hacen de Internet con propósitos sexuales (búsqueda de información sobre salud sexual, citas, cibersexo, búsqueda de sexo, pornografía y prostitución). A tenor de ello, muchos coincidiremos en que la auténtica revolución sexual la ha provocado Internet y su creciente sofisticación. Imaginad a una persona homosexual en una pequeña población alejada de una gran ciudad donde las actitudes son todavía, digamos, conservadoras. Imaginad también que Internet ha llegado allí y todo lo que le ofrece. No sólo pornografía, también encontrar a gente que pasa por un proceso similar, alguien con quien hablar, compartir y por qué no experimentar. Internet ha facilitado eso y muchas más cosas, cada vez más rápido (no hablaremos aquí de lo malo) desde aquellos primeros modem con aquel horrible sonido de conexión hasta el móviles de última generación. No obstante, tal y como los autores de este artículo concluyen, la revolución ha sido tal que cuando desde la investigación entendamos como las personas utilizan este tipo de apps, es posible que una nueva tecnología haya reemplazado estas aplicaciones y tengamos que volver a empezar. Venga, a investigar. 

2 de septiembre de 2014

De película: La vida inesperada


Leí por ahí que una día en que Javier Cámara y Elvira Lindo se encontraron en Nueva York, Javier le dijo a ella que tenían que rodar una película en la gran manzana. Ese fue el germen de "La vida Inesperada", escrita por Elvira Lindo y dirigida por Jorge Torregrosa con dos de nuestros actores patrios más conocidos, de un lado Javier Cámara y del otro Raúl Arévalo. La historia narra el encuentro de dos primos españoles en Manhattan. Juan (el personaje de Javier Cámara) lleva diez años viviendo en la ciudad, uniendo diversos trabajos (de dependiente a actor y camarero) para poder pagar el alquiler de su pequeño piso. Un día llega su primo desde Alicante. Aquel primo al que en realidad odiaba porque tenía lo que parecía una vida perfecta con un buen trabajo, una buena novia y todo "arregladito" de cara al futuro. Sin embargo, el encuentro muestra que ninguno de ellos tiene la vida que había deseado y ya en la madurez evalúan lo que han conseguido hasta el momento y la medida en que se han cumplido sus sueños.

En mi opinión, la vida inesperada no nos habla de la vida que te sorprende porque se han cumplido tus sueños y tus expectativas, sino de la vida que encuentras cuando haces una evaluación de lo que esperabas encontrar y lo que realmente tienes. Aunque, en mi humilde opinión, la película sería mejorable (desde el reparto hasta el odioso doblaje), creo que la historia trata una aspecto muchas veces no explorado en el cine sobre aquellos que emigran de "forma cómoda" guiados por un ideal o el sueño de que la vida en lugares más glamurosos que el de partida será siempre mejor. Y, por supuesto, no es siempre mejor. Los protagonistas querían vivir una especia de sueño americano en esa ciudad que parece colmar las expectativas de todo visitante y, sin embargo, se dan cuenta de que viven agobiados corriendo de un trabajo a otro, viviendo siempre al límite en cuanto a dinero se refiere sin poder disfrutar de aquello que para los turistas temporales si que ofrece la ciudad.

Elvira Lindo construye, por tanto, una historia muy interesante sobre cómo a veces creemos que la felicidad nos vendrá dada desde el exterior (al menos es mi lectura), de cómo creemos que el contexto es tan poderoso como para otorgarnos ciertas recompensas que hemos olvidado que debemos obtener por nosotros mismos. La creencia de que el simple hecho de estar en un sitio más grande nos hará más felices. Si bien es cierto que las posibilidades de una gran ciudad respecto a otra pequeña son muy distintas, a veces nos olvidamos de que el verdadero secreto de la felicidad se encuentra en lo que cada uno hacemos de nuestra vida y que uno no tiene que triunfar para ser feliz porque a lo mejor en ese proceso estamos olvidando cosas que harían de nuestra vida algo realmente valioso pero que consideramos menos exitosas. No quiero decir con ello que uno deba quedarse en su zona de confort sino que entendamos que el lugar (ciudad, etc.) no da sentido a nuestra vida, el sentido debemos dárselo nosotros y de eso nos habla La vida inesperada.