17 de junio de 2015

Ginger boy


Hacia las 12:00 de la mañana, Ethan, se sentaba junto a uno de los tres redwood situados en el centro del parque cercano a su universidad. Pelirrojo, blanco y muy delgado, Ethan había sufrido las burlas y humillaciones de sus compañeros durante todos los años de educación primaria y secundaria. Pensar que todo sería diferente cuando saliera del pequeño pueblo en el que vivía para ir a la universidad le había ayudado a sobrellevar la agresiones físicas y psicológicas a las que era sometido. Pero la universidad no había sido diferente. Los pocos amigos que había hecho en clase lo rechazaban ahora para no ser también objeto de burlas. Por eso, cada día, compraba algo de comer y se escondía a la sombra de aquel gran redwood. Allí daba de comer a lar ardillas que bajaban olisqueando su comida. Muchas veces se había quedado sin comer al entregar todo aquel manjar a esas pequeñas criaturas glotonas. Sin embargo, la compañía de las ardillas aliviaba su sensación de vacío y la soledad que tanto le atormentaba. Las ardillas eran cada día más numerosas y su timidez era cada vez menor. El sabor de la comida basura las volvía locas. Los azucares de las salsas y el pan parecían hacerlas cada vez más agresivas. Sin embargo, Ethan disfrutaba de su compañía. Soñaba despierto con la posibilidad de ejercer algún control sobre ellas. Quería convertirse en el flautista que las conduciría hasta su agresores y ejecutar una venganza sangrienta contra aquellos que se habían burlado de él en el pasado y en el presente. Le gustaba llamarse a sí mismo "el señor de las ardillas". Hoy, 30 ardillas rodeaban a Ethan. Él imaginaba como sería lanzar a aquellos seres contras sus abusadores. Pensaba en lo que podrían hacer con sus pequeñas garras y sus dientes afilados por las piñas de los árboles. Lo que Ethan no sabía es que las ardillas le miraban a él con otros ojos. Los ojos hambrientos de quienes parecen querer saciar una larga hambre. El error de Ethan fue creer que embadurnar sus manos de salsa barbacoa le ayudaría a ejercer algún tipo de poder contra sus amigos roedores. Un alarido se escuchó en el campus. Algunas personas volvieron sus rostros buscando la procedencia de aquel grito. Al no ver nada volvieron su mirada hacia los nachos, las hamburguesas o los sandwiches que los tendrían ocupados al menos 15 minutos de aquel ajetreado día. 

16 de junio de 2015

Davis: Top 5


Tengo un poco abandonado el pequeño diario dentro del blog pero a veces llego tan cansado a casa que no encuentro el momento para ponerme a escribir. No obstante quería contaros alguna de las cosas que están gustando de mi estancia por tierras californianas a modo de top 5.

1) Biking: ya os lo comenté en el primer post relacionado con este viaje pero realmente estoy disfrutando mucho de la posibilidad de moverme con la bici a todos lados. Davis es muy llano y también pequeño por lo que es fácil llegar a cualquier sitio en 15-20 minutos sin la necesidad de buscar aparcamiento. Me maravilla, sobre todo, la conciencia de esta ciudad en relación a la bicicleta. Hay aparcamientos de bicis en todos lados y todas las calles tienen un carril señalizado. Además, la actitud de los habitantes hacia los ciclistas es estupenda y los coches siempre procuran cederte el paso. Las posibilidades no sólo se limitan a circular por la ciudad sino que hay circuitos a ciudades cercanas debidamente señalizados que posibilitan desplazarse disfrutando de un paisaje llano entre campos plantados de maíz, tomates, apio y nueces, muchas nueces. Las famosas nueces de California. Gracias a esta posibilidad, el sábado pasado pude acercarme a Winters, un pequeño pueblecito donde ver a otros ciclistas y tomar un buen iced latte mientras descansas de la hora y cuarto de recorrido en bici (creo que es la primera vez que estoy tanto tiempo subido en una bici, sobre todo teniendo en cuenta que después hay que volver). Os pongo unas fotillos por aquí para que podáis ver algo de Winters y haceros una idea.




 2) Iced Latte: vale, no es que solo se pueda encontrar aquí en Davis y muchos pensaréis que es una guarreria, pero se ha convertido en una necesidad. Yo también pensaba que era una guarrería, sobre todo por poner hielo en la leche, pero desde que un iced latte sació mi sed en un caluroso día en Sacramento, ya no puedo dejar de tomarlo y a mi vuelta tendré que hacérmelo yo mismo porque en Cuenca no hay iced latte en cantidades. 

3) El campus universitario es como una pequeña ciudad dentro de Davis y me gusta el modelo de gestión que tienen. Aunque con supervisiones, la cafetería y los restaurantes es gestionada por los propios estudiantes que también gestionan los autobuses urbanos que circulan por la ciudad. Me parece una estupenda idea porque siempre es más fácil quejarse de algo que gestionarlo. 

4) Davis, a pesar de ser pequeñito, cuenta con tres cines. Dos de ellos, de la misma cadena, encargados de las películas comerciales y otros, el Varsity (un antiguo teatro) dedicado al cine más independiente y una verdadera delicia

5) Y no podía faltar: la gente. La verdad es que en general son muy amables y simpáticos. Siempre dispuestos a ayudar. De momento no me he encontrado muchas caras largas (las de algunos europeos pero no señalo que países). La verdad es que Davis es como una pequeña burbuja alejada de los grande bullicios y puede que la tranquilidad que aquí se respira contribuya a ese estado de ánimo (si es lo que te gusta claro). Lo cierto es que no hay muchos actos sociales en esta ciudad y la actividad no es frenética pero los miércoles hay un mercado (farmers' market) donde agricultores locales venden sus productos ecológicos y donde puedes escuchar música mientras disfrutas de algo de comida y bebida. Es tranquilo pero una delicia para despedir el miércoles. 

Seguiremos informando. La semana que viene comienza el road trip y con ello la diversión, los problemas de tráfico, las ciudades grandes, la realidad....y la costa, mucha costa,