No hay nadie en las vías. Las ráfagas de viento y lluvia golpean las dos líneas paralelas provocando un tímido resplandor allí donde las ruedas del tren han pulido el hierro. Hace mucho que nadie se guarece bajo la vieja estructura en continua deconstrucción. Ni siquiera se pueden encontrar los vidrios vacíos de aquellas pasadas conversaciones. Probablemente el frío haya movido a nuestros personajes a otros lugares, por qué no a Carretería, donde se encuentran después de unos meses y vuelven a hablar.
- Pero tío, cuánto tiempo si verte. ¿Qué te ha pasado?
- Nada tío, no he andado por aquí.
- Pues debes haber corrido, y muy deprisa, porque no te hemos visto el pelo (se ríe)
- ¡Tú eres tonto!
- Un poco, pero no te enfades. Bueno, ¿algo habrá pasado? ¿has encontrado trabajo?
- No
- ¿Has estado de nuevo con esas cosas tuyas de la tesis?
- No, ya sabes que aquello lo acabé y adiós muy buenas.
- Pues….¿no estarás con una chorvi?
- Algo así
- ¿Cómo que algo así?
- Tengo novio
- No me digas. Serás maricón. Ya sabía yo que eras trucha.
- No creo que sea para escandalizarse.
- Desde luego que no, a mí eso me la suda. Me cabrea un poco que no hayas tenido confianza para decírmelo antes.
- Eso no te lo discuto.
- Con la de veces que nos hemos duchado juntos…
- Anda, no seas idiota.
- Joder, ¿no te he gustado ni un poquito?
- No seas cabrón.
- Bueno, bueno. ¿Y quién es él? (cantando)
- No le conoces.
- ¿Anda o corre por aquí?
- No, anda por el sur.
- ¡Qué cabrón! El sur: solecito, playita, pecadito, fiesterita. Tú eres un pájaro.
- Hombre, eso es un añadido, pero no lo importante.
- Siempre has sido un romántico.
- Ea, será eso.
- Sí yo me alegro, tío.
- No esperaba menos.
- Oye, ¿cómo sabe uno que ese otro alguien es su novio?
- Pues porque se remolonea.
- ¿Se remolonea? ¿Qué es eso?
- Cuando despiertas junto a alguien con el que das vueltas por la cama mientras lo miras, te mira, lo tocas, te toca, le hablas, te habla y no te importa que el tiempo pase porque, de hecho, quieres alargar al máximo ese momento.
- Vamos, lo que viene siendo holgazanear.
- Bueno, podría verse así, pero es un tiempo muy bien aprovechado.
- ¿Y tú con tu novio sólo remoloneas?
- Claro que no, hago muchas cosas más, pero remolonear es bonito y placentero.
- Y ya que estamos, ¿tu novio es pelo o cabeza?
- Ambas cosas y más.
- Ahora soy yo el que no esperaba menos.
- Gracias.
- De nada hombre. Me voy a ir que me espera la vieja.
- Venga tío, espero que nos veamos pronto.
- Yo también porque me debes unas birras.
- Las pagaré.
- Debes y…
- ¿Qué?
- No te conviertas en una rémora.
- No hombre. Ni él ni yo somos tan holgazanes, es sólo que nos gusta disfrutarnos al despertar.
- Eso está bien.
- Muy bien.
- Adiós tío.
- Adiós.
Y se despiden, no saben si para siempre.