26 de diciembre de 2010

Hello World

Nota para antes de leer este post: pon en tu reproductor de música la canción “Hello World” de Lady Antebellum.

Hace algunas semanas que pedía a un amigo que no cerrará su blog. En él nos narraba las aventuras, también la supervivencia, de una gay de provincias en una comunidad como la nuestra: Castilla-La Mancha. Sus posts eran divertidos, irreverentes y didácticos. Es cierto que, en ocasiones, sus experiencias se limitaban a contar sus vigilias nocturnas, parte del día en la que él se mueve cual vampiro ávido de sed. A pesar de ello, el blog era un lugar para la reflexión sobre la vida de las comunidades de interior y, en especial, sobre las relaciones homosexuales en un contexto que, por sus propias características, las complica hasta extremos insospechados. Sin embargo, el blog cerró y su creador se ha mantenido fiel a ese último post en el que expresaba su cierre.
No sé si es producto de un efecto contagio o que la idea ya rondaba mi cabeza desde hace bastantes meses, pero Radiografías desde la Ventana también cierra. Los pocos lectores del blog ya habréis advertido que mis entradas eran cada vez más irregulares. Los pequeños textos que durante estos dos años os he hecho llegar se quedarán ahora en los cuadernos donde son escritos antes de pasar a esta ventana cibernética. Sin  embargo, no me gusta decir adiós, sino un hasta luego. Seguiré escribiendo pero ahora en privado tratando recuperar el placer que suponía al principio, antes de que comenzara a vivirlo como una obligación. Ya se sabe que lo que en Internet no se actualiza va muriendo poco a poco y es lo que le ha pasado a este blog, antes llamado “La oportunidad pérdida”. Supongo que me hago mayor y, no sé si por ello, cada vez me gusta menos la cortina de humo que supone todo esto de las ya viejas tecnologías.  El caso es que hay otros proyectos en ciernes que, con toda probabilidad me hagan regresar, pero no aquí a este blog, sino a otros medios con los que jugar porque es difícil para mí tomarme en serio esto de las redes sociales y demás.
Cierro “Radiografías” con la frase que el autor del blog al que antes me refería cerraba cada entrada en su blog: “Y sin otro particular me despido hasta la próxima” 

8 de diciembre de 2010

Un año

Ha pasado un año de aquel primer café en la Plaza Dos de Mayo de Madrid. Un café en el que hablamos de todo y de nada. Un café con los chupa-chups que las chicas de la tienda de al lado nos regalaron. Un café que nos llevó a las calles de un Madrid envuelto en la navidad. Un año desde la primera y fugaz visita al Corte Inglés donde te probaste aquel bañador que nunca llegarías a comprar. Un año de aquel caminar nervioso hasta la casa en la Puerta del Sol donde por primera vez nos tocamos. Un año de nuestra cena en aquel local tan blanco. El "Come bien" si no recuerdo mal. Un año de aquella primera salida nocturna en la discoteca con nombre francés que no pondré por miedo a equivocarme. Un año de que volviera a casa con aquella estupenda sensación que me hizo escribir aquel "Gorgeous". 
Hoy he vuelto a casa después de pasar el puente fuera de casa. He regresado, como el año pasado, después del largo puente. Esta vez de la ciudad del sur convertida en nuestra segunda casa. Y aunque nuestros planes iniciales nos situaban más al noreste hemos vuelto a reunirnos.
Ha pasado un año y seguimos construyendo nuestra pequeña historia. Despacio, sin prisas, con buen pie. Ha pasado un año y aquella estupenda sensación no sólo se ha mantenido sino que ha crecido. Un año que continuará.

28 de noviembre de 2010

Un mes, un libro.

Bajando de un tren en la estación londinense de Victoria me topé con un enorme cartel donde se publicitaba esta novela. El rostro de la niña y el subtitulo "Something is coming" llamaron mi atención. Indagando en Internet encontré que se trataba de una novela de vampiros sobre la que Stephen King afirmaba: Read it and the ordinary life will dissapear". 
De todos esa sabido mi gusto por las novelas de vampiros y demás seres sobrenaturales por lo que, finalmente, acabé comprándola en Amazon UK por 10 libras. Uno novela muy barata si consideramos que se trata de un libro de cerca de 800 páginas que en las librerías se vendía por 20 libras. El problema es que no podía cargar con ella en mis traslados en metro o tren y tuve que retrasar su lectura. Por fin la terminé y quería reflejar mis impresiones sobre ella una vez que he sabido que forma parte de lo que será una trilogía.
Señalar que "The Passage" (de reciente publicación en Umbriel como "El Pasaje") nos muestra la supervivencia de sus personajes en una Norteamérica post apocalipsis vampírica después de que militares y científicos americanos inyectaran un virus encontrado en la selva amazónica en doces personas condenadas a muerte por diferentes delitos. 12+1 ya que el virus también fue inoculado en una niña de 6 años, Amy, quién vivirá para siempre y será clave en la supervivencia de los seres humanos. Con este planteamiento podéis pensar que es la típica novela de ficción vampírica. Sin embargo, "The passage" es mucho más que eso. La novela es un retrato de personajes que han nacido en un mundo en el que su supervivencia se basa en evitar a los virales y huir de la oscuridad total. Unos personajes que desconocen cómo fue el mundo antes de la "epidemia", y que conviven en un contexto desprovisto de las comodidades de la sociedad tecnológica precedente. En este sentido el autor se se ha preocupado por realizar una precisa definición psicológica de quienes circulan por la novela, de ahí su longitud. Y aunque nos encontramos ante una novela de vampiros, estos son una excusa para trazar el desarrollo de sus vidas ante circunstancias críticas, donde las relaciones no se miden en término de quién tiene más sino quién da su apoyo al otro.  Y entre tanto... conocemos a Amy, aunque llegado el final del libro no sabemos muy bien quién es o, más bien, qué es. Tendremos que esperar a "The twelve" para saberlo y entender mejor un final que, a pesar de la longitud del libro, una vez más se me antoja precipitado y flojo en relación a lo que considero un estupendo desarrollo ya que se trata de un libro que encierra múltiples historias y múltiples personajes interesantes.

17 de noviembre de 2010

Lunes, otra vez.

El "ostia" salió de su boca con un sonido ronco producto de todos los años como fumador y, también, de su habitual malhumor. Había vertido su café sobre el informe de un sospechoso en el caso "Cheo Feliciano" y aquellos descuidos le ponían de muy mala leche. Desde el primer momento aquel caso le había parecido una enorme estupidez pero el comisario parecía realmente implicado en él. Suponía que el hecho de que el primer Ministro hubiera dado la orden de investigarlo tendría algo que ver con la implicación del comisario. Sin embargo, no entendía la prioridad que se le daba a una caso de esas características. ¿Qué importancia tenía que alguien hubiera robado un dedo de la mano de aquélla joven después de que hubiera sido enterrada en el cementerio Saint John Churchyard? Estaba rabioso por tener que ocuparse de un caso como ese pero no tenía más remedio que hacerlo y cuanto antes terminara mejor. Decidió ponerse manos a la obra y llamando a Ramírez le pidió que le acompañara a la casa de aquel joven profesor de instituto. Era la hora de hacerle algunas preguntas y echar un vistazo a su congelador. 


4 de noviembre de 2010

Se ha escrito un (micro) crimen


Hace un mes que me uní a un club de lectura sobre novela criminal y como actividad nos han pedido participar de la elaboración de una micronovela que escribiremos entre todos los miembros. El punto de partida para dicho relato (Se ha escrito un microcrimen) fue el siguiente: 

Era tarde de viernes en la biblioteca y, por fortuna para Mila, más tarde que viernes. Media hora, y  podría dar la bienvenida al ansiado descanso del becario, cien veces más merecido que el del guerrero.
Un último esfuerzo, se dijo. Disimula. Finge que no tienes ganas de mandarlos a la mierda. A ellos y a sus  novelas negras como la mierda.
Mientras  prodigaba maldiciones gitanas a todos los miembros del último Club de lectura en abandonar el edificio, Mila ensayaba su mejor sonrisa falsa y empujaba su carrito repleto de bodrios en dirección a su despacho, pensando amargamente que, aparte de para estar más explotada que Kunta Kinte, haber logrado ser la primera de su promoción, únicamente le había servido para batir el récord mundial de insultos por segundo. Lástima que no hubiese forma de demostrarlo, su madre estaría la mar de orgullosa.
No obstante, dudo sinceramente que exista titulación, o serie televisiva, capaz de prepararte para lo que la buena de Mila encontró esa tarde. O si no, listillo, dime, ¿qué harías si, tras regresar al aula  donde despachaste, hace  apenas quince minutos, a los amantes del crimen literario, te topases con un cadáver?

Me ha tocado a mí continuarlo y aquí os dejó la continuación. 

El cadáver, de sexo femenino, fue encontrado por Mila en el ladies’ room (como a ella le gustaba llamarlo). Su cuerpo yacía boca arriba junto a un busto de Cervantes de cuya nariz se desprendían gotas de sangre que caían sobre la gran mancha roja que nacía de la cabeza de la muerta.  Una mancha que ya había rodeado por completo una copia de la tercera parte de la trilogía Millenium y que ahora se dirigía hacia el marca páginas con la novela “Fin” de Monteagudo que la mujer sostenía sobre su mano derecha.
Mila observaba todos aquellos detalles con estupor. Sin embargo, recordando la máxima de su adorada Amelie Nothomb («Si un invitado muere repentinamente en tu casa, sobre todo no avise a la policía. Usted será el primer sospechoso»), abandonó el baño, recogió su bolso del mostrador de préstamos, se puso su abrigo, apagó las luces de la biblioteca y cerrando las puertas de entrada tras de sí pensó que mejor sería que fuera otro, mañana, quién tuviera que dar explicaciones. Al fin y al cabo había quedado con aquel chico que conoció por Internet y no pensaba faltar a su cita por nada del mundo. 

Ahora os animo a que lo sigáis en: www.casasahorcadas.blogspot.com. Un blog que tiene, por cierto, un logotipo estupendo

21 de octubre de 2010

Martes

Ya estaba despierto cuando sonó su despertador. Ponía la alarma por costumbre más que por necesidad. Se levantó y comenzó a ponerse aquella indumentaria verde que le había acompañado desde hace años, antes de que Elena desapareciera de su vida. Sorbió su café mientras miraba por la ventana como la luz de la mañana comenzaba a hacer más nítidos los objetos y pensó que comenzaba otro día de su anodina vida. Sin embargo, él no sabía que un evento inesperado en su habitual recorrido haría de este día algo diferente a lo habitual. Tras preparar el sándwich que tomaría como almuerzo abandonó su casa y en él a su perro. Iron tenía quince años y estaba seguro de que no llegaría hasta finales de año. Condujo hasta las naves donde se encontraba su instrumental de trabajo y una vez allí volvió a las calles, esta vez empujando un carro que portaba dos cubos y un par de escobas. Pensó: allá vamos de nuevo. Después de una horas recorriendo las mismas calles que día tras día barría, su mirada se topó con un objeto, una forma familiar que le hizo pasar del asco al estupor. ¿Quién habrá tirado esto aquí?, se preguntó. Y sin saber por qué deposito aquéllo en su bolsillo pensando que lo que en aquel momento necesitaba era un poco de hielo o, en su defecto, un buen congelador. 

19 de octubre de 2010

Lunes

En el momento en que, tras abotonarse la camisa, la tela que cubría su codo se rasgó con un ligero gruñido, supo que aquel lunes no traería nada bueno. Bebió su café con disgusto, con más sueño que cansancio y salió de su casa con más prisas de lo habitual tras haber ganado a la noche media hora más que cualquier otro día. En la escalera de su edificio resbaló y casi cayó al suelo. A pesar de haber conservado el equilibrio su rodilla emitió un pequeño chasquido que le provocó una cojera durante al menos una hora. En las clases, lo de siempre, diversos niveles de interés y motivación que constataban su opinión sobre que aquel que era realmente bueno no necesitaba de la ayuda de un profesor. Si no, como iba a sobrevivir el buen estudiante entre aquella jauría humana. En la sala de profesores el pesado de turno le pedía un cambio de horario por un motivo que ni recuerda y eso le obligó a tratar de recordar por qué coño había aceptado aquel cambio la primera vez. La mañana no mejoró cuando un repentino apagón hizo que todo lo que había estado trabajando en el ordenador de su departamento desapareció por arte de magia cuando la corriente eléctrica regresó. Intentó no pensar en toda esta serie de catastróficas desdichas y decidió comer fuera. Probablemente, los eventos de la mañana hicieran que todo lo viese de forma negativa. La sopa estaba fría. El pollo seco. El postre insípido.  Decidió que lo mejor sería regresar a casa, bajar las persianas y dormir mientras aquel lunes se convertía en martes. Le despertó el sonido del timbre. Mareado y desorientado se acercó hasta la puerta y miró por la mirilla para saber quién apretaba el timbre con tanta insistencia. Al otro lado de la puerta dos policías esperaban impacientemente. ¡Abra, sabemos que está ahí!, gritó uno de los policías. La cuestión entonces no era si abrir o no, si no cómo deshacerse de lo que escondía en el congelador. Desde el momento en que oyó su camisa rasgarse supo que aquel día no le traería nada bueno. 

29 de septiembre de 2010

Granada

Noviembre de 2009 fue el mes en que volví a visitar Granada después del primer viaje que en 2006 me llevó a la ciudad de la Alhambra para asistir a un Congreso. Fue después de ese viaje que conocí a alguien que durante tres años había recorrido las mismas calles que yo recorría, sin saber de su existencia y que en Navidad, de nuevo, me llevaría a celebrar el año nuevo. En Granada amanecí junto al 2010 y, después de unos meses con visitas regulares a la costa del sol, hemos seguido desgranando esa ciudad que como la fruta es necesario disfrutar lentamente. 
Granada se ha instalado en mi memoria y ha comenzado a llenarme de recuerdos con los que alimentar el otoño. Recuerdo ahora la vista desde la ventana, mirando tímidamente mientras hablaba por teléfono. Me gusta deleitarme en las sombras que dibujaba la luz de la mañana a través de la persiana bajada. Rememoro los ojos cerrados, dominados por el sueño. Me parece oír los acordes del último concierto de Miguel Ríos en su ciudad natal. Saboreo la salsa de yogur en pleno centro de la capital, o las pizzas del Gondolieri y me parece oler la cereza del Palmolive. Es cierto que el poder evocador de estos recuerdos no se sitúa en la ciudad sino en aquello (en esa persona) que te hace desear volver a visitarla y que se convierte en la motivación para volver, más allá de la belleza de una ciudad recogida, cercana, amable, apetecible que hay que devorar con apetito. ¡A comer se ha dicho!

Agosto, Octubre

Descubrí a Andrés Barba en la reseña de una revista que ya no recuerdo. Por aquel entonces presentaba su tercer libro, un libro de relatos llamado "La recta intención" en el que una serie de personajes vivían sus vidas bajo el yugo de una obsesión. Reconozco, como siempre, que lo que me movió hacia su lectura no eran las críticas positivas hacia el autor, aunque tampoco la portada, sino su biografía como licenciado en filología que había ejercido actividad docente en Bodwoin, Estados Unidos. Este hecho llamó mi atención por lo romántica que me ha parecido siempre la idea de ser escrito, tan joven. Compré aquel primer libro y Barba se convirtió en uno de mis autores fetiches hasta el punto de comprar todos y cada uno de sus libros con la excepción de "La hermana de Katia" que leí a través de un amigo. Hace poco menos de un semana leí en mi lector de libros electrónico su última novela: "Agosto, Octubre". Un relato sobre un adolescente que nos cuenta el recuerdo de un verano en el que forma parte de un evento que marcará su vida.
Las novelas de Barba, últimamente cada vez más breves, destacan por la descripción psicológica de sus personajes, por la obsesión en el detalle por aquellos que tratan de desgranar temas también de índole psicológica como la violencia, la enfermedad, la discapacidad. Muchas veces me he preguntado qué le ocurre a su autor que vuelve y vuelve sobre un mismo tema en cada una de sus narraciones, a excepción de sus libros infantiles, pero lo cierto es que disfruto con su obsesión por hacer que el lector se forme una imagen de sus personajes, no en su apariencia exterior, sino más bien sobre sus cogniciones, sus percepciones y sus motivaciones.  Sin embargo, aunque he disfrutado mucho su última novela, Barba se ha vuelto previsible al introducir en todos sus libros un evento dramático que pone al límite a sus personajes, aunque también es uno de sus rasgos distintivos, algo que como su lector espero en cada novela. Pero no lo digo como crítica, ya me gustaría a mí escribir como él, lo mío es comentar por comentar. Eso sí, no os vayáis a confundir  ya que, a pesar de que en ocasiones leo a autores tan culturetas como Barba, me siguen encantando (y disfruto más) las novelas con zombies, vampiros y demás criaturas del submundo. Es lo que tiene ser un consumidor de bestsellers.

5 de septiembre de 2010

Mi derecho a la pereza

Siempre me dio mucha pereza el inicio del curso académico y ha continuado siendo así hasta el momento. Creí que esta sensación acabaría una vez que abandonara mi proceso formativo, pero en lugar de mejorar ha ido empeorando con los años. Me comentaban el otro día que un estudio realizado en España señalaba que a las personas entre los 30 y los 40 años nos es más difícil volver a la rutina después de un periodo vacacional. No hablaban de la vuelta al trabajo pues, desafortunadamente, muchos no lo tendrán. Hablaban, por lo visto, de volver al ritmo cotidiano que irá marcando la letanía de un verano casi terminado y el comienzo de un otoño que se promete lluvioso. En mi caso, debido a los designios del “Bolonia” el curso académico comienza este año más pronto que nunca y la pereza ya se ha instalado en mi cabeza. Supongo que tengo derecho a ella, ya lo dijo Lafargue, pero que tenga derecho no me hace sentir mejor. Estoy como esos niños que lloran desconsolados frente a la puerta del colegio el primer día de regreso a aquel sitio que les ha sido ajeno durante meses y que, en muchos casos, alimenta unas cuantas pesadillas. No pataleo porque me da vergüenza y prometo no levantarme con fiebre para evitar tan terrible evento. Mi consuelo viene de la mano de ese estudio al que hacía referencia. Ya lo dijeron: “mal de muchos, consuelo de tontos”. El caso es que no he encontrado a ningún otro tonto a mí alrededor al que le pase lo mismo, al menos en el grado en que a mí me ocurre. Por el contrario, hablo con personas muy motivadas con lo que parece que vendrá en los próximos meses. Supongo que eso debería animarme a mí pero he llegado a la conclusión de que mis “neuronas espejo”, para ese asunto, no funcionan como deberían. Ya sabía de ellas por algunas publicaciones científicas y por los estudiantes que en algunas clases me preguntaron sobre su funcionamiento. Ya se sabe que, en contra la creencia generaliza, uno siempre tiene que “estar al día” en su trabajo. El caso es que ayer vi el programa Redes dirigido por Punset acerca de estas neuronas y de forma muy ilustrativa entendí su influencia en nuestros mecanismos de imitación y, por ende, comprendí por qué me asusto tanto con las películas de miedo pero no por qué sigo viéndolas. Aunque del programa destacaría las magnificas explicaciones de Marco Lacoboni a las insidiosas preguntas de Punset, creo que me di cuenta que algo fallaba en mis neuronas espejo cuando pensaba en los meses venideros. Supongo que, como Punset siempre aprovecha para decir, la felicidad es el estado que mejor va con nuestra salud. Sin embargo, por mucho que lo intento, no puedo fingir que me siento feliz ante la vuelta al cole. Mañana lo intentaré, lo prometo. Entre tanto, hago uso de mi derecho a la pereza. 

1 de septiembre de 2010

Un día, un libro

Si un día se te acercará un desconocido y te dijera que te concede tres deseos probablemente te reirías y pensarías que está loco. Sin embargo, si por seguirle el juego o quitártelo de encima le dijeras aquellos de: "quiero que se cumplan todos mis deseos", ¿qué pasaría entonces?. Esta es la sencilla premisa de la nueva novela de Thomas Glavinic. Por mi parte no diré más. Una novela absolutamente desconcertante.

Treinta y cinco


35. Treinta y cinco eran las frases que contenía su listado. No recuerda porque dejó de engrosar su listado de deseos. Éstos no habían dejado de crecer en los meses transcurridos desde que abrió por primera vez aquel cuaderno amarillo pero un día olvidó donde guardó su cuaderno y dejó de anotarlos. Últimamente olvidaba pequeñas cosas como la ubicación del cuaderno, pero también otros datos que, si bien podían carecer de importancia, a él no le hacía sentir bien. 
Para no olvidar compró otro cuaderno, esta vez rojo. En él escribiría información que consideraba vital. Comenzó por escribir cosas banales como el lugar donde había guardado su cuaderno amarillo y también expresaba conductas a llevar a cabo: "llamar a mi hermana", "planchar la ropa", "llamar al casero". Con el tiempo el pequeño cuaderno le dio seguridad y para evitar olvidar otras cosas comenzó a anotar emociones, sensaciones: "he llorado cuando rompí la vieja taza en la que desayunaba", "me ha gustado oír el sonido de las hojas secas bajo mis pisadas", "tengo ganas de besarle". Llegó un momento en que el cuaderno rojo se convirtió en su memoria y de él dependía la supervivencia de todos sus recuerdos. 
Un día olvidó donde había guardado aquel cuaderno y en menos tiempo del que podríamos imaginar también olvidó la existencia de dicho cuaderno, y con él sus recuerdos y también sus deseos ya que sin él no sería capaz de recordar aquel otro cuaderno amarillo. Lo que nunca supo es que no perdió el cuaderno, sino que éste fue robado. 35 fueron los deseos robados.

8 de agosto de 2010

El diario de Martín Lobo


Hablaba en una ocasión con un amigo sobre el hecho de que cuando uno se acerca a la literatura gay lo hace para dar respuesta a la necesidad de buscar modelos con los que identificarse (verse reflejado en el relato, buscar referentes que sientan lo mismo que él siente, encontrar el cumplimiento de algunos deseos personales en los personajes ficticios, etc.) y, también, para encontrar el erotismo con que dar rienda suelta a su libido (ya que buena parte de esta literatura no dejar ser otra cosa que literatura erótica). El relato de Martín Lobo se aleja de este último parámetro, el de lo erótico, para dar testimonio de lo que fue su vida en torno a la creación del exitoso "Blogback Mountain". Un diario ciertamente novelado, supongo que aderezado con algo de ficción para dar más emoción a su narración. Un diario que supone un ejercicio ciertamente ejemplarizante en el que desde mi opinión propone un discurso que, como ya lo hiciera en su blog, unifica a todos los gays bajo un corsé muy apretado al que él mismo termina por responder en la idea que guía todo su libro: "soy promiscuo porque no busco lo que encuentro".  Sin embargo, después de leer el libro uno se da cuenta de que si encontró pero lo rechazó, quizás porque no sabía que era lo que buscaba. Podríamos decir, sin ánimo de incurrir en un sesgo de mundo justo, que Martín Lobo es víctima de sus propias circunstancias, aunque supongo que ésto sería incurrir en el reduccionismo en el que él mismo cae en ocasiones. Y es que, como algunas veces he discutido: ¿la vida gay en Madrid es producto del contexto o de las personas que viven en ese contexto? Desde luego esto no se aclara en el libro, no es su pretensión, pero la visión del mundo gay es ciertamente desoladora. Vamos como para quedarse en casa y no sacar la cabeza de debajo de las sábanas.
Sin embargo, es esencial reconocer en su diario algunas bondades que hacen de este libro una lectura ágil ya que no tiene más pretensiones que dar respuesta a las circunstancias que rodearon algunos de sus post. La estructura de la novela resulta interesante en esa idea de jugar con "flashbaks" y "flashforwards" que contextualizan los post de su blog, lo que supongo que desvelará muchos misterios para aquellos que lo siguieron. Su lenguaje es provocador aunque no podía esperarse menos en un libro de estas características. Aún así, a veces peca de repetitivo, sobre todo en la construcción de los diálogos entre los personajes que aparecen. Personalmente, creo que la escena de las últimas páginas es la mejor descrita, probablemente la más literaria, sobre todo en ese frío que siente Martín, frío no sólo físico, sino psicológico de quienes le rodean.
Pienso que Martín Lobo es afortunado por haber tenido la posibilidad de publicar este libro y también reconozco su valor más allá de las críticas literarias que pueda verter sobre su relato. Lo que me da pena es que muchos puedan ver en su historia la autoconstrucción de un perfil de víctima basado en meras atribuciones externas de lo que le ocurrió. 
Y hablo de este libro porque hay libros a los que guardo especial cariño por las circunstancias en que me acerqué a su lectura y por quienes, de una manera u otra, se asocian a él y éste es un libro para recordar cómo y cuándo llegó a mí.

29 de julio de 2010

I need Spain




Ayer llamé a mi madre y le dije que hoy la vería. Ella sentenció: "ale, se acabó". Si los delays y las cancelaciones no lo impiden puede que esté pisando suelo español a eso de las 18:00 horas de esta misma tarde. Ya no habrá más trenes a las 8:24 de la mañana en dirección a Queen Road Peckam, no habrá más autobuses 177 (o en su defecto 171), no veré a la rolliza mujer que siempre compartía trayecto conmigo hasta la misma universidad, ni más escolar con el ipod a toda leche. No beberé ningún latte comprado en la Student's Union Shop, ni tomaré una ducha en el Club Pulse antes de comenzar la jornada laboral. Nada de comidas compradas para "take away" y el simulacro de siesta en la silla de la oficina. No podré ir de compras por Regent Street, ni comer en un Eat o en un Pret (como me gustan ambas cadenas, ¿por qué no habrá en España algo así?). No podré pasear sin rumbo con el ánimo de explorar, ni tirarme a un parque desde el que se vea el Big Ben. Y es que uno se vuelve un animal de costumbres durante tantos meses. 
Sin embargo, no tendré que aguantar el metro en hora punta, la falta de aire acondicionado en los autobuses o la impertinencia de algunos londinenses cuando tratan de acceder al transporte público. Podré ir a la playita en el sur de España, tomar una cañitas y pasear por las calles hasta altas horas de la noche. Volveré a ver caras conocidas y a comer comidas caseras. Disfrutaré de las siestas en mi sofá, con la persiana bajada para evitar el calor e iré al cine, mucho, porque allí es más barato. Y es que, aunque no lo compartáis, como en España no se vive en ningún sitio. Quizás sólo sea porque es lo que conocemos más y no porque el estilo de vida sea mejor. En cualquier caso, como reza la publicidad de España en el Reino Unido: "I need Spain"

28 de julio de 2010

Recomendaciones literarias para los meses de calor

El tiempo que uno emplea en el "trasport for london" da para leer un buen número de libros. Os dejo en este post las últimas obras que han pasado por mis manos a la espera de comenzar a leer en formato digital (aunque no creo que nunca puede desprenderme del formato físico, sus portadas y sus olores).
En Londres recuperé un libro que no había leído pese a tenerlo desde su lanzamiento, "El asombroso viaje de Pomponio Flato" del genial Eduardo Mendoza, divertidísimo como siempre. Y es que Eduardo Mendonza escribe sobresalientemente bien y nos regala unas novelas cortas muy bien hilvanadas. Este librito ha conseguido lo que muy pocos, hacerme reír a carcajadas. Imprescindible para el caluroso Agosto que nos espera.
Después me acerqué a la novela "Fin" de Monteagudo. La verdad es que el tipo no cuenta nada y las críticas del libro han sido buenísimas. Además está publicado en Acantilado que es una editorial con portadas muy chulas y con una cuidada selección de libros, la mayoría nada comerciales. En "Fin" uno no sabe lo que está pasando y tampoco quieres enterarte. El regusto final no sé ni como describirlo. Sin embargo, tiene dos cosas que a mi me parecieron estupendas: un circo que aparece por la novela y el personaje de Eva. 
Por último, deguste una de esas novelitas que siempre devoro con ansiedad, una de zombies. Se trata de "Descansa en paz" la segunda novela de John Ajvide Lindqvis (impronunciable) autor de la notable "Déjame entrar". Creo que el título está pésimamente escogido y que la novela parece más bien una parte de una saga que una novela cerrada porque el final es bastante decepcionante a pesar de que la premisa prometía ya que no es la típica novela de zombies caníbales. 
Ahora leyendo dos novelas (dos porque una de ellas es díficil de transportar dado su volumen). En casa, The passage, novela de Justin Cronin, que promete mucho por sus personajes y por su temática vampírica alejada de las noñerías de Twilight y demás. Stephen King ha dicho sobre esta novela: "Read this and the ordinary world dissapears". Y como contraste a esta novela, también leo: Diario de Martín Lobo. Un regalo que me hizo mucha ilusión. Ya os diré cosas cuando tenga alguna conclusión. 
En fin, ideas, ideas para el verano que no todo va a ser torrarse al sol.

10 momentos para recordar, en Londres

Aunque ya son muchas las cosas vividas en esta ciudad os dejo un listado de los mejores momentos. Diez momentos aleatorios, sin que unos tengan más importancia que los otros. Diez momentos que ahora vienen a mi cabeza. Hay muchas cosas más, algunas que no se pueden confesar aquí y otras que sólo las guardo para mí. Aunque en su mayoría son vivencias muy personales, algunas también puede leerse como algo que uno debe hacer en una eventual visita a Londres. Es, por tanto, mi lista. 

1. La vez que en ayude a una mujer a bajar el carro (y en él a su hijo) las escaleras que dan acceso a los andenes de la estación de Denmark Hill.
2. La ocasión en que, mientras leía tirado en el cesped del Ruskin Park, un perro se acercó a jugar conmigo mientras sus dueños gritaban: Sorry!.
3. Su sonrisa y risas cuando miraba un libro con fotografías de un gato en la tienda del Tate Modern.
4. La gente gritando "Que viva España" en las cercanías de King Cross una vez que la selección española se hizo con la copa del mundo.
5. Recibir la noticia de que tu hermana está embarazada entre el bullicio de la gente que visita Camden Town un domingo por la mañana.
6. El sabor de un pasty de West Cornwall andando por las inmediaciones del London Bridge.
7. Comer Sushi en London Victoria mientras esperábamos el tren para Denmark Hill.
8. Asustarse con el "gato misterioso" que merodea mi casa.
9. Hacer la compra en el supermercado como si ya viviéramos juntos.
10. Comer y cenar en el Princi, en el Adams Rib, conocer el Fox on the hill y probar la comida coreana.

Y muchas cosas más para el recuerdo que al fin y al cabo es una función de los viajes.

16 de julio de 2010

13 días


El viaje va llegando a su fin. Hoy quedan exactamente 13 días para el final de la estancia en Londres y vuelta al país que me vio nacer. La verdad es que cuando iniciaba este viaje pensé que escribiría más en el blog, que narraría mi devenir por las calles londinenses y las curiosidades que he ido observando durante lo que serán estos tres meses. Sin embargo, el día a día aquí te lleva a hacer otras cosas. Si que es cierto que durante este período han acudido a mí cabeza diversas ideas, he dibujado en ellas textos que me hubiera gustado acercaros. He inventado nuevas historias mientras pasaban los días (mis compañeros aquí me dicen que todo el día estoy "making novels") pero nunca he llegado a concretarlas a falta de la invención de un dispositivo que traduzca en lenguaje escrito los pensamientos. Se quedan esos recuerdos en mi memoria y, también, en la memoria de aquellos con los que he compartido esta cómoda aventura, con los que de una manera u otra he estado en comunicación para contarles mis anécdotas, temores y alegrías. 
Uno se da cuenta, cuando hace estás cosas, de que no es fácil viajar solo y tampoco es fácil permanecer en el sitio estando solo. Supongo que ahora que mis relaciones sociales han mejorado mucho con respecto al primer mes, ahora que he probado la diversa gastronomía que ofrece Londres, ahora que he visto como España ganaba la World Cup, ahora que he terminado de diseñar el proyecto para el que vine y que he tenido tiempo para escribir dos artículos y algunas otras cosas más, es tiempo de marcharse. El regreso, aunque dulce, también será agrio pues justo en el momento en que uno comienza a adaptarse a la nueva situación llega el tiempo de despedirse de la ciudad y de la gente que en ella he conocido. Aún así me quedan 10 días muy dulces junto a la persona que quiero, los mejores 10 días de lo que voy a disfrutar aquí. Prometo escribir antes de irme, hacer una especie de conclusión de lo que ha supuesto este viaje no sé si profesionalmente, pero sí personalmente.

12 de julio de 2010

Marea Roja

El Mundial, la Eurocopa y otras competiciones donde la selección participa nada tienen que ver con el hecho de que te guste o no te guste el fútbol. A mí nunca me gustó y creo que nunca me gustará pero siempre he disfrutado, sufrido también, con los partidos de la roja. Y es que, la victoria de España trasciende lo meramente deportivo y se convierte en una cuestión principalmente identitaria. 
Cierto es que como espectadores no hemos arriesgado en el campo como lo han hecho los jugadores, pero hemos puesto nuestra ilusión, nuestra fuerza y alegría en cada una de los partidos jugados por la selección española. La roja, por tanto, eramos todos. También formaban parte de la roja quienes en facebook se unieron al grupo "la roja me la trae floja" pues incluso con esa acción daban a entender que algo sentían por la selección y estoy seguro de que muchos han celebrado con gusto la victoria de nuestro país. No se trata de seguir a la masa, de verse arrastrado por una marea roja que muchos verán desprovista de inteligencia, sentido y sensibilidad. Se trata de dejarse llevar por una marea que entiende que lo conseguido ayer es una victoria simbólica en un país cuya autoestima política, económica y social está hundida. Puede que tener la copa del mundo y una estrella sobre la camiseta de la selección sea pan para hoy y hambre para mañana, pero por unos días la selección nos ha hecho ver que la España que algunos se empeñan en ver rota y carente de identidad no existe. La victoria de España no nos ha unido, tan sólo ha permitido volver a ver ese sentimiento latente que siempre ha acompañado a los españoles, el compartir una cultura, unas costumbres y un estilo de vida que nada tiene que envidiar a otros países más desarrollados, aunque sean muchas las cosas que tengamos que arreglar. 
El que escribe esto lo hace, sin duda, llevado por el entusiasmo de saber que pertenece a ese lugar del que, a pesar de estar en otro sitio, sigue estando orgulloso. Alguien que sabe que es importante pertenecer a algún lugar y que comparte la alegría de nuestros deportistas. 
Ayer, cuando Iniesta marcó el único tanto del partido, el mundo se paró durante los minutos que restaron hasta el final del encuentro y en ese instante volvimos a creer que todo era posible. Hoy no sólo celebrarnos la victoria, sino lo que ya sabíamos, que la ilusión y las ganas mueven montañas. Un planteamiento probablemente ingenuo pero del que muchas veces nos olvidamos incluso cuando sabemos que lo necesitamos. 

4 de julio de 2010

Learning english


En el aprendizaje de idiomas existen diferentes perfiles de personas, poniendo a un lado a aquellas personas que por una u otra razón se han visto obligadas a la mejor de las situaciones: el bilingüísmo. Entre el resto de la población que desea aprender un nuevo idioma nos encontramos con el realista, aquel que sabe que le costará años aprender un nuevo idioma y está seguro de que si no vive durante años en un país donde se hable nunca logrará la fluencia que en su idioma original. Estos individuos también saben que de no permanecer en dicho país irán olvidando lo que saben poco a poco a no ser que lo practican o, si deciden residir definitivamente en el nuevo país, irán perdiendo algo de su idioma materno. Después nos encontramos con los fanfarrones. Sujetos que sobrestiman su conocimiento de la lengua porque han aprendido mucha gramática en la escuela de idiomas pero que, llegada la hora de la verdad, no son capaces de comunicarse efectivamente con los autóctonos. Estas personas siempre podrán presumir de conocer el significado de la última canción de Eminen pero no precisamente porque la entiendan al escucharla sino porque han hecho un listening en la escuela de idiomas y han tratado de rellenar los huecos en blanco con las palabras que la profesora (precisamente porque eran las más obvias) ha borrado de la letra de la canción. Son personas capaces de emitir juicios, por supuesto, pero no están a la última en "slang" o de los usos comunicativos del lenguaje. Y, por último, el iluso. Personas que lo que sobrestiman es su capacidad de aprender un nuevo idioma y se creen que con muy poco esfuerzo y muy poco tiempo podrán aprenderlo. Este grupo cree que siguiendo el método de CCC del inglés con mil palabras o leyendo ese magnífico libro del que no recuerdo el autor (todo con ironía) "Aprende inglés en siete días" podrán ser expertos comunicadores en el nuevo idioma. También piensan que reproduciendo las frases de las guías turísticas en que se indican cómo debe pronunciarse el hola y adiós (y otras cosas) podrán interactuar como si lo hicieran en su lenguaje materno. Y es que de ilusos está el mundo lleno yo conozco alguno.
Estando aquí uno se da cuenta de que nunca llegará a hablar inglés del modo en que le gustaría, es decir, de forma fluida y muchos menos escribirlo bien. Tendrían que pasar unos añitos y no creo que bastase con dos. En fin, me conformo con poder hablar con mis compañeros de trabajo, que ya es mucho y poder seguir leyendo alguna que otra novelita ahora que habemus kindle. Seguiremos informando. 

24 de junio de 2010

One month, one book

A los cuatro años Nevis y su padre fueron abandonados por su madre. Ahora tiene 15 años y ha estado viviendo durante 11 años en una camioneta viendo como su padre escribía. Un día observa como su padre se masturba. Se trata de la primera imagen erótica que almacena en su memoria y pasado el tiempo, mientras su padre duerme, le besa en la boca y toca con su mano su pene. Su padre, sorprendido, le dice que aquello no debe ocurrir nunca más, pero Nevis no puede evitar sentir deseo sexual hacia su padre. Y hasta aquí puedo leer. ¿Está enamorado Nevis? ¿Cómo transcurre la relación entre los dos después de esa experiencia?
De esto trata la pequeña joya que es "And this is true" de Emily Mackie.
Compré este libro en una preciosa librería en Notting Hill: Lutyens & Rubinstein en 21 Kensington Park RD. London, W11 2EU. Pensaba que era un libro de literatura juvenil porque estaba junto a las traducciones al inglés de los libros juveniles de Ruiz Zafón pero al leerlo descubrí un libro atípico y lovely como lo describió la librera juzgando solamente su portada. El libro está editado de una forma curiosa, lo que veis en la foto es su portada desplegable que es el plano del lugar en el que transcurre la mayor parte de la acción.

23 de junio de 2010

Nodnol & Acneuc


Los habitantes del no tan lejano país Nocnarat creían en la existencia de tres diosas hermanas que controlaban las pulsiones humanas. Agalam velaba por la expresión de la ira y la agresión. Anelem custodiaba la libido y la lascivia. Eplog se ocupaba del apetito y la envidia. Eran diosas punitivas que atemorizaban en los sueños a quienes desarrollan en exceso tales atributos.

Evolucionaba la sociedad y las personas parecían cada vez menos temerosas de los posibles castigos de sus diosas. Y entonces crearon a Nodnol, mitad humano mitad dios se introduciría en la sociedad para velar por el mantenimiento de las buenas costumbres. Sin embargo, las tres hermanas no contaban con que Nodnol se enamoraría de los humanos, más concretamente de un joven llamado Acneuc.
Acneuc guiado por la envidia a sus semejantes gritó a las diosas por qué lo retenían en la más absoluta soledad y Eplog mandó a Nodnol para que ejerciera su función. Nodnol se trasladó hasta la granja donde residía Acneuc y lo encontró limpiando a los animales. Observó su figura mientras cepillaba los caballos y lo vio preparar la cena para su ancianos padres. Nodnol se enamoró sin remedio de aquel joven y no pudo castigarlo. Por su parte Acneuc encontró en Nodnol lo que siempre había buscado. Dado que  las tres diosas tomarían este acto como una deslealtad, Nodnol decidió renunciar a su parte inmortal para así vivir con Acneuc. Pero las tres hermanas se resistían a dejar marchar a Nodnol, y no sólo le quitaron su parte inmortal sino que lo convirtieron en pez para que Acneuc no pudiera seguirlo. Éste trato de ganarse el favor de las diosas para que le devolvieran a su amante pero por mucho que hablaba con ellas, por muchas ofrendas que hacía, ellas permanecían mudas.
Viendo Atidorfa, la diosa del amor, lo que las tres hermanas estaban haciendo, convirtió a Acneuc en pez para que así pudiera seguir a Nodnol. Agalam montó en cólera y lanzó toda su ira contra Acneuc, al que convirtió en pájaro. De nuevo, como el juego de los dioses es caprichoso, Atidorfa también convirtió a Nodnol en pájaro y pudo ver a los dos enamorados surcar el cielo.

Finalmente Suez, diosa suprema, para evitar el conflicto entre los dioses decidió convertir a los dos amantes en piedra. Nadie podría tocarlos jamás, nadie podría jugar con sus destinos y ellos se rozarían por toda la eternidad.

**Se que es una tontería pero es algo que vino a mi cabeza cuando he visto estas esculturas**

13 de junio de 2010

From China to London

Corría el año 2004 cuando visité por primera vez el desvencijado bungalow. Por aquel entonces, como ahora, aquella pequeña edificación anexa al Departamento de Psicología de la Universidad estaba muy tranquila. Eran muy pocas las personas que diariamente acudían a trabajar. Un día, en uno de mis paseos de la mesa de trabajo a la impresora me crucé con una chica de estatura pequeña. Sus rasgos orientales me hicieron pensar que podría ser japonesa. La saludé pero no obtuve respuesta. Siguió su camino hacia la calle como si nada. Volví a verla en días sucesivos y sólo conseguí arrancarle un movimiento de cabeza. Comencé a pensar que mi inglés era peor de lo que pensaba y eso que mi autoconfianza en mis habilidades lingüísticas ya era mala. Hubo veces que incluso noté como aceleraba sus pasos para no encontrarse conmigo e incluso cuando me decidía a perseguirla cerraba rápidamente la puerta de su despacho. Mis intentos por conseguir algo de compañía en el bungalow fueron infructuosos y a cambio me llevé al impresión de que los japoneses eran muy tímidos y rehusaban el contacto con otra gente.
Año 2007. Durante una comida me entero de que un profesor universitario al que conocí aquel otro año ya no mantenía su estado de soltería sino que tras el divorcio con su primera mujer había tenido dos hijos con otra mujer más joven que él de origen chino. Siempre me han sorprendido estos detalles de quienes sólo conoces por referencias académicas y de trabajo.  Me gusta saber estas cosas,  no sólo con el ánimo que promueve el cotilleo, sino también porque hace mortales (iguales a ti) a quien de alguna manera idolatras profesionalmente. Ahí quedó todo. Sin embargo, hace unos días interrogando a mi amiga coreana acerca de aquella tímida japonesa la imagen que sobre ella me formé cambió radicalmente. 
Resulta que no era japonesa sino china y su conducta no se debía a la timidez o a posibles diferencias culturales. Aquella chica sufre una sordera profunda que, claro está, dificulta su interacción comunicativa. Aquella chica conquistó el corazón de aquel viejo profesor y lo hizo padre por tercera y cuarta vez. Aquella chica abandonó su doctorado y la realización de su tesis porque la política de la universidad de Londres es más estricta que la española en cuanto a relaciones profesor-alumno se refiere. Aquel profesor dejó su casa, abandonó sus pertenencias y a su mujer como Woody Allen. Y un día su mujer viajó hasta el bungalow pues quería entender la conducta de su marido. No agredió a aquella chica, tampoco la insulto o al menos eso cuentan. Al parecer lo que vio en el bungalow fue amor (desde el punto de vista coreano que cuenta esta historia). Y ahí parece haber quedado la cosa, de China a Londres sin vuelo de vuelta. 

11 de junio de 2010

One month, several books

Ya han pasado varios días desde mi último post y por aquí han pasado bastantes cosas aunque mucha rutinarias y relacionadas con el trabajo. Volví a Cuenca (perdonadme aquellos a los que no avisé) pero estuve sólo un día de obligada asistencia a un curso que resultó ser otra decepción universitaria y profesional. Al menos el fin de semana estuvo muy bien y lo disfrute en la mejor compañía posible (sin ánimo de hacer de menos a nadie). Así pues, siguen pasando los días en Londres, últimamente algo grises porque el sol se resiste a volver. 
Durante este tiempo son varios los libros que ya he leído, pero no todos "reseñables" en el pequeño rincón literario de este blog. El primero de ellos, tras "El hipnotista" (del que hablé en un anterior post), fue "Contra el viento del Norte" de Daniel Glattauer. Lo compré pensando que sería un interesante relato epistolar en la era del e-mail pero me resultó tedioso incluso cuando su lectura era ágil. El segundo "Snuff" de Palahniuk fue muy entretenido, de una premisa vulgar e inteligente a la vez, pero cuyo final me dejó indiferente. Destaco, sin embargo, un libro no traducido al castellano que compré allá por 2004 cuando hice mi primera visita a Londres y que no había leído desde entonces. Novela seminegra marcada por el asesinato de un marido adultero, aderezada con referencias a la construcción de los roles de género y con un "interesante" club de lectura de mujeres que se han sentido "usadas" por los hombres. El final, con travestismo incluido, acelerado y casi sin conexión con el resto de libro. A pesar de ello recomendable.
Ahora leyendo "Flavia de los extraños talentos" que prometía estar mejor pero con una interesante historia de sellos que quizás interese a un lector de este blog. En fin, debo dejar de guiarme por las portadas en lo que a compras de libros se refiere. Quizás el e-book me solucione este problema.

2 de junio de 2010

Seung-ha

Tengo una amiga koreana llamada Seung-ha (se pronuncia algo así como Son...ja, dejando algo de espacio entre las dos palabras). Es de Korea del Sur y es estudiante de doctorado en Goldsmiths donde estudia algo así como el razonamiento moral de niños de Primaria sobre el bullying (wang-ta en Koreano). La verdad es que me parece muy cool tener una amiga Koreana. Se parece un poco a Sun la protagonista de Perdidos, sobre todo en la voz, no porque ambas hablen koreano, sino por la entonación y pronunciación que dan al inglés.
El otro día visitó por primera vez Camdem Town. En los tres años y medio que lleva en Londres casi no ha visitado la ciudad. Se ha movido entre su habitación y el bungalow donde ambos trabajamos todos los días o casi todos los días. Me contó que los ingleses no quieren hacer el "lunch" fuera y que echaba de menos poder charlar mientras comía. Desde entonces hemos salido a comer juntos varios días y en esas comidas aprovecho para conocer cosas de una cultura totalmente desconocida para mí y que siempre tiendo a unificar bajo la etiqueta oriental (por cierto que ellos no utilizan esta palabra o al menos eso me dijo).

Seung-ha, ¿el koreano es similar al japonés? No, el koreano es completamente distinto al japonés y al chino. Estos si que se parecen pues el japonés viene del chino pero ha sido simplificado.
Seung-ha, ¿el koreano es muy difícil de aprender? Para mí no lo fue, peo sí lo es. Aunque se pronuncia igual que se lee, como el español.  (Atreveros: 안 그래도 Alana 일본 간다는 거 듣고, 정말 진지하게 여름에 일본에나 잠깐 놀러갈까 생각했는데, 음.. 어쩌면 저 7월 쯤에 수술을 하나 하게 될지도 모르게 됐어요 ㅠㅠ 내용은 나중에 말씀드릴께요^^; 여튼 그래서, 수술하게 되면 전신마취하고, 한 일주일 입원해야 한다니까 휴가는 그걸로 다 날리지 않을까 싶어요 ㅠㅠ)
Seung-ha, ¿en Korea os quitáis los zapatos antes de entrar a casa? Tenemos unos armarios una vez entras en casa para dejarlos. Cuestión de higiene.
Seung-ha, ¿la comida koreana es como la china? No, es menos grasa. No freímos tanto las cosas. Eso sí, es más picante. 
Seung-ha, ¿en Korea como son los libros? Muy pesados. Están muy preocupados porque un libro tenga buena apariencia y lo imprimen en papel muy bueno pero que hace el libro difícil de llevar. No tenemos libros de bolsillo.
Seung-ha, ¿qué imagen tenéis de España los koreanos? Sólo conozco lo que nos dicen algunas películas pero en ellas se refleja que España es pasión y libertad. Muchas protagonistas abandonan a sus novios y se marchan a España en busca de esas dos cosas. Eso sí, una vez allí escriben a sus novios para que se vayan con ellas. 
Y ahora la pregunta que todos estabais esperando.
Seung-ha, ¿en Korea hay Gran Hermano? Pues sí, pero no es tan alocado como el de Gran Bretaña, ni la gente sale desnuda o haciendo edredoning.

Ya sabéis mi curiosidad no tiene límites. Hoy he probado la bebida que veis en la foto, muy típica de Korea. Dentro tiene trocitos de aloe vera en forma de gelatina. Rica, Rica. 

31 de mayo de 2010

Streets


Siempre me he preguntado quién pone los nombres de las calles, quién los decide. He oído que cuando hay nuevas calles que nombrar porque se han construido nuevas urbanizaciones pueden llevarse a cabo concursos públicos con los que elegir los nombres. No sé en que localidad madrileña una vez ganó por mayor número de votos la opción de poner nombres de videojuegos a las nuevas calles: Calle Final Fantasy XVIII, Calle Supermario Bross, Calle Pacman, Calle Tetris, etc. Creo que, aunque la votación popular dio por buena esta opción, finalmente una ordenanza municipal derogó tal posibilidad. En un nuevo barrio de Aranjuez las calles reciben el nombre de distintos países: Calle Argentina, Calle Alemania, Calle Tailandia, etc. La verdad es que existen múltiples posibilidades, unas más curiosas que otras. 
Aquí en Londres las elecciones de algunos de los nombres también son curiosas: Red Pepper Street, King Road, Fisherman Avenue y así hasta el infinito. A mi me gusta especialmente Love Walk. Una estrecha calle no muy lejos de mi casa. No tiene nada de espectacular, ni siquiera tiene alguna vegetación que llame la atención, pero me gusta el nombre. Pensé en inventar una historia sobre por qué se le puso ese nombre pero, cuando iba a hacerlo, me he dejado llevar por el olor de la comida que se cocinaba en una pequeña cafetería que recibe el mismo nombre que la calle y me he comido una hamburguesa de pechuga de pollo con aguacate la mar de rica. La verdad es que, a veces, el amor te quita el hambre, puede que el nombre de la calle cobre sentido en esa expresión.  

28 de mayo de 2010

Tube

Los ingleses son muy de hacer colas. Creo que, de hecho, les encanta hacer colas. Es probable que su conducta tenga algún componente genético y cuando vean alguna cola no puedan evitarlo y se sumen a los que ya estaban esperando, sin saber muy bien para qué esperan. También puede tener que ver con lo organizados que son, sobre todo si los comparamos con los españoles. Por ejemplo, en el metro siempre se suele andar por la izquierda, cuando así lo marca algún cartel o si hay alguna barandilla que divida los dos caminos. Es cierto que siempre hay algún que otro despistado que se sale del camino marcado, pero podría asegurar que en esos casos no se trata de un 100% británico. Siguiendo este esquema puedes encontrarte subiendo lentamente el tramo izquierdo de una escalera (no hablo de las eléctricas) mientras que el tramo derecho está libre porque  nadie baja por ellas. Eso sí, si no hay camino marcado prepárate para hacer frente a la estampida de gente, si por casualidad caminas en sentido contrario.
A tenor de todo ello podríamos afirmar que el londinense medio es muy educado y considerado con los demás. Aquí sorry y excuse me son las palabras que más se oyen. Sin embargo, son muy espabilados a la hora de montarse en los medios de transporte. Nada de ceder el paso, si se pueden colar lo hacen con toda tranquilidad y descaro. 
¿Para qué os cuento esto? Eso me pregunto también yo. La cosa es que hoy me he dado cuenta de que es aconsejable evitar el metro londinense entre las 5 y las 7 de la tarde. Británicos, foráneos y turistas se lanzan como ordas de orcos a coger uno de los gusanos eléctricos que circulan por la entrañas de la ciudad. A pesar de las circunstancias siguen organizados para andar por el metro, cumplen sus colas (Oxford Circus tiene colas que salen hasta la calle para entrar al metro) y te dicen sorry todas las veces que haga falta. Eso sí se mueven como cucarachas para conseguir subirse a los gusanos eléctricos que a esa hora van hasta arriba de gente. Tres trenes han tenido que pasar para que pudiera subirme a uno de ellos. Tres veces hasta que he pensado "en el siguiente nos os coláis cabrones". Y cuando estaba arriba me he dado cuenta de lo seria que va la gente en el metro. Entiendo que después de todo el día trabajando encontrarse con el codo de un desconocido oprimiendo tus costillas no es muy placentero pero un poco de alegría no vendría mal. Bueno, pues en ese momento me he acordado del modaba, Modaba, MODABA (http://www.youtube.com/watch?v=9GZlZx9csvQ) y no podía parar de reír. Menos mal que mi risa no es escandalosa y que bajaba en la próxima parada porque, de no ser así, iba yo a saber muy bien como modaban de ostias en el metro. Cheers.

25 de mayo de 2010

Ruskin Park

No sé si alguna vez he comentado aquí que desde muy pequeño siempre quise ser cartero. Si alguna vocación he tenido ha sido esa. Supongo que siempre he visto el lado romántico de la profesión, la entrega de cartas con algún mensaje emotivo. Recibir un paquete con algún regalo inesperado, etc. Pero la tecnología ha arruinado esta visión de la profesión y los carteros ya sólo entregan, en la mayoría de las ocasiones, facturas, cartas del banco y publicidad.

Ayer, que hizo un día magnífico en Londres, me acerqué a la oficina postal más cercana a mi casa. El edificio, por fuera, ya tenía mala pinta pero por dentro era mucho peor. Había una enorme cola y, aunque no esté bien decirlo, aquello parecía la parada de los monstruos. No sé si el Royal Mail londinense ha sido privatizado o ya no existe inversión pública para unas oficinas que, realmente, a juzgar por lo que he visto hoy deben mover dinero pues ya no sólo se pueden enviar cartas sino que también se puede cambiar dinero, enviarlo y hasta subir el saldo de tu teléfono móvil. Por lo menos que quiten la moqueta que tenía más mierda que el rabo de una escoba. He comprado las stamps para lo que tenía que enviar y he salido con una sensación de picor en todo el cuerpo. 
Menos mal que en Londres está lleno de parajes que te alegran la vista y muy cerca de la oficina postal que se encuentra el parque que llega hasta mi propia casa y que hasta el día de ayer no había visitado. Ya voy viendo que el verano aquí no tiene nada que envidiar al de España, con la excepción de que aquí no hay playa. Llegué, me tumbé en el césped y disfrute de una buena lectura ¿Qué más se puede pedir? Sí, ya lo sé. Una cerveza fresquita....o dos. (Por favor, no bebáis solos, mejor en compañía, puede que no encontréis la salida).  

24 de mayo de 2010

The end of Lost

Llegó el final de Perdidos. Seis temporadas sufriendo para conocer cuál era el secreto de la isla y finalmente he podido verlo online sufriendo cada vez que la web en que han alojado los vídeos me decía que debía esperar otros 54 minutos para seguir viéndolo. Lo he visto sin subtítulos, creo que por primera vez. Hoy los diálogos no eran tan importantes como las propias imágenes. 
Sin duda, el final habrá sido decepcionante para todos aquellos que esperaban respuestas a los miles de enigmas que la serie fue planteando durante estos seis años, pero ya desde el principio de esta temporada pudimos darnos cuenta de que los guionistas no podrían salir del fantástico embrollo que había montando. Con el tiempo Perdidos quedará como lo que es, una gran serie de personajes donde no importa tanto qué es la isla como el hecho de cómo afecta ésta a los que alguna vez la hayan habitado. Por eso creo que el final no podía ser mejor, a mi modo de ver, aunque habrá quejas de que eso ya se ha visto. 
Por mi parte, reconozco que he llorado en dos ocasiones. La primera durante el recuentro de Sawyer y Juliet (ella se convirtió en mi personaje favorito desde el momento en que la vía sujetar una copia de Carrie de Stephen King). Creo que de las historias de amor que tienen lugar en la isla la de ellos era la más bonita porque era la más sencilla y porque Juliet consigue redimir al womanaiser por excelencia. Yo ya estoy construyendo mi propia historia en AGPville.  La segunda vez que he llorado ha sido justo al final en el campo de bambú donde todo comenzó. Y he llorado con un personaje que nunca terminó de gustarme, Jack. No puedo desvelar la escena por aquello de no spoilear el final pero ha sido el mejor final que podría esperar porque he quedado en paz con la isla.  

19 de mayo de 2010

Restless

Está claro que la vida en la gran ciudad no es como la describían en Sex&The city, al menos para la mayoría de los mortales. Por supuesto Londres no es Nueva York pero no está nada mal y si me pongo a comparar no sabría con cual quedarme. I love London anyway. El caso es que si uno se acerca al centro de Londres puede encontrar a gente que, de alguna manera, se parece a Carrie Bradshow y sus amigas o, como mínimo, a muchos turistas que disfrutan del lado "glamuroso" de la ciudad. Pero si te alejas del centro y te acercas a otros barrios (no hace falta irse muy lejos yo vivo en zona 2) te das cuenta de que la realidad londinense es otra, tal y como ocurre en cualquier ciudad. 
No hablo aquí de la arquitectura  o de lo descuidado que pueda estar un barrio si no de lo cansada que percibo a la gente. En el centro todo parece distinto. La gente bebe en las calles, grita, se ríe. Todo es la la la la. En otros barrios también hay risas, también hay gente bebiendo (aquí el que menos va con su bote de cerveza en el bus) pero ves a gente realmente agotada.
Hace unos días estuve con una malagueña afincada en Londres y estaba bastante nervioso porque percibía que estaba muy cansada, a veces ausente. El trabajo ocupa la mayor parte de tu vida diaria y cuando tiene tiempo libre debe hacer cursos de formación para conseguir promocionar en su trabajo, lo que le ocupa bastantes fines de semana. Me contaba que una vez que llevas viviendo más de dos años en la ciudad uno pasa del centro y del turismo. La verdad es que tuviese que trabajar de 8 de la mañana a 5 de la tarde a mí también me pasaría lo mismo porque acabaría destrozado, sin ganas de nada.
Hace años pensaba que vivir en una gran ciudad debía ser excitante y estimulante, ahora me doy cuenta de que son muchos los inconvenientes pues la calidad de vida ciertamente es menor cuando no llevas una vida de turista. Por ello estoy pensando en una ciudad grande, que es capital de provincia y cuenta con todos los servicios y opciones de ocio deseables, donde también se habla inglés y tienen una playa estupenda, buena temperatura todo el año y un sol enorme, muy pero que muy gorgeus.

16 de mayo de 2010

Little stories: The woman from the dietetic shop

Como todas las mañanas se levantó a eso de las 7:00. Tras darse una ducha y beber un café largo se pintó los labios y se dirigió a la estación de tren. Todas las mañanas cogía el tren con dirección a London Bridge. Después de tantos años ya conocía de vista a muchas de las personas que viajaban en el tren. En las últimas semanas se había fijado en un chico al que nunca antes había visto. Alto, delgado, moreno vestía una cazadora negra de un material parecido al cuero. Se había fijado en él porque ambos bajaban del tren en Queens Peckham Road, se dirigían a la parada de autobus y cogían el número 177 en dirección a New Cross. Él se bajaba junto a la parada de la estación de tren y ella continuaba su viaje diario hacia la calle Danford. Allí tenía una tienda de productos dietéticos. Toda una paradoja si conociéramos su peso real. 
La tienda no iba demasiado bien aunque le daba para pagar todas sus facturas y vivir cómodamente considerando que su casa la había heredado de sus padres y la tienda era una antiguo local que había pertenecido a su abuela. La tienda había sido antes un herbolario por lo que había conservado la antigua decoración en lo que ahora era su propia tienda. Ya no vendía hierbas y remedios naturales como hacía su abuela. Todos los productos eran sintéticos, envasados en llamativos botes de colores. Su negocio más lucrativo era la línea de complementos dietéticos para deportistas que había incluido cinco años atrás, cuando comenzaron a proliferar los gimnasios por la zona.
Pero a ella no le interesaban las ventas, lo que le motivaba a desplazarse cada día a la tienda era lo que escondía en la trastienda. Oculta en la oscuridad de aquella habitación sin ventanas se encontraba una pequeña jaula que tiempo atrás compró en una tienda de sado. Y en ella se hallaba un cuerpo desnudo de un joven de 25 años. Se llamaba Stephen y era estudiante de una universidad cercana. Un cliente recurrente en busca de proteínas que un día probó una barrita dietética que amablemente le ofrecieron. Llevaba cautivo aproximadamente un año y, después de todo por lo que había pasado, no sabía que le quedaban pocos minutos de vida después de que consumiera el desayuno que su carcelera le proporcionó.
El sonido del vómito fue apagado por la campanilla que avisaba de la llegada de un cliente. Ella sale a recibirlo y se encuentra con el chico del autobús que le pregunta por un bote de proteínas. Con una espléndida sonrisa ella le recomienda unas nuevas barritas que debería probar. 

14 de mayo de 2010

Un mes, un libro

Recibí este libro como regalo de cumpleaños por lo que le tengo un cariño especial. Desde que oí algún que otro comentario en la radio tenía ganas de leerlo porque últimamente me atrae mucho la novela negra nórdica quizás porque busco algo que mejore el fenómeno Larsson. El libro tenía, además, muy buen pinta por la campaña publicitaria en torno a quienes se escondían tras el seudónimo de Lars Keppler. 
Ayer conocí el desenlace en un tren de camino a casa y por la noche terminé la única hoja que no había podido consumir en el tren. Decir, como ya he señalado en algún que otro post, que he pasado mucho miedo con algunos de sus capítulos y he disfrutado mucho del extraño rompecabezas que supone el crimen de partida. Si embargo, la solución de la situaciones que van proponiendo a medida que avanza la trama me ha decepcionado por lo precipitado de la solución al misterio que se establece desde las primeras páginas y el empujón que dan a otra trama que parecía secundaria y termina por vertebrar todo el libro. Desde mi opinión no han sabido unir muy bien ambas historias e incluso hay un error temporal en el libro, o eso me pareció. 
A pesar de ello creo que es una lectura muy recomendable para los amantes del género. Muy entretenido y de lectura absorvente aunque su tamaño no es cómodo para viajar. 

12 de mayo de 2010

Big Downing Street 10

Los cambios de gobierno en Inglaterra son como los días de expulsión en Gran Hermano. El pasado jueves los británicos nominaron a Gordon Brown y menos de una semana después ya se ha producido su expulsión del 10 de Downing Street. Una rapidez pasmosa si tenemos en cuenta que hace dos días todavía no se sabía quién gobernaría en Reino Unido. Aquí se considera que uno ha ganado las elecciones si obtiene la mayoría. Pero bueno, es cierto que Cameron obtuvo más votos. Aún así, yo destacaría la elegancia de Brown al abandonar la residencia a la que entró sin haber ganado las elecciones. Algunos políticos españoles deberían tomar ejemplo. 
El caso es que imagino que Brown ya tendría las maletas preparadas, como en Gran Hermano, por si acaso tuviera que salir por piernas ante la decisión de la "audiencia" británica. Ayer mismo tuvo que producirse ese hecho ya que por la noche llegaría el nuevo habitante a la residencia del gobierno, el tal David Cameron.
Y es que estos ingleses son muy organizados para todo y supongo que hace tiempo que Brown embalaría todo en cajas por si se produjera tal eventualidad. No dejo de pensar en los operarios que se hayan ocupado de la mudanza preguntando a Brown si quería llevarse la paellera que Zapatero pudo regalarle en alguna de sus escasas reuniones. Tampoco dejo de imaginar a su mujer encariñada con alguna de las piezas de porcelana de la casa tratando de quedársela evitando que fuera anotada en el inventario. 
Supongo que habrán aprovechado la mudanza para deshacerse de algunas cosas que ya no utilizarán, como el hipotético sombrero de cowboy que Bush pudo regalarles o esas otras cosas que uno va acumulando porque le da pena tirar pero que realmente no sirven para nada. 
Yo por si acaso me voy a pasar por los alrededores del 10 ya que quizás hayan llenado los contenedores con viejos trajes, zapatos o utensilios que ya no utilizarán jamás. Lo que me gustaría saber ahora es cómo reformarán y decorarán la casa los nuevos inquilinos que, supongo, querrán huir de los interiorismos laboristas.

11 de mayo de 2010

Benidorm UK

Ayer como todo buen fan fui al HMV de Oxford Street para conseguir mi copia del nuevo cd de la gira de Céline Dion. Ya sé que a Miguel no le gusta pero no puedo reprimir mi deseo de comprar todo lo que esta mujer saca al mercado incluso cuando soy consciente que lleva viviendo de recopilatorios y reediciones toda su vida. 
Bueno, Oxford Street estaba que reventaba de gente y no precisamente para conseguir el cd del Taking Chances Tour. Había gente incluso haciendo cola para coger el metro porque aquí la gente es muy de colas. El caso es que mirando entre los dvds y las series me encontré con la joya que hoy os pongo por foto. ¡Una serie sobre guiris en Benidorm! No me digáis que no es lo que habías soñado toda vuestra vida después de saber que la isla de Perdidos podía moverse. El estereotipo del guiri de la working-class en esa ciudad tan fea y tan humana a la que otras veces he hecho referencia merecía un espacio en el blog. No sé si me haré con ella porque no tiene subtítulos y creo que será difícil pillar el humor tan fino que destila. Por el momento me alegra comprobar que aquí no es todo BBC y que tienen sus particulares Pajares y Esteso que viajan a Benidorm.

9 de mayo de 2010

Little places, great expectations





Fin de Semana en Londres. Durante estos días he redescubierto lugares de la ciudad en compañía. De estos días os sugiero varias lugares donde dejarse caer en una posible visita a la ciudad.

Southwark Market: no se trata de un mercado turístico y quizás por ese motivo merece más la pena acercarse. No lo hubiésemos encontrado si alguien de aquí no nos hubiese llevado y tampoco puedo daros muchas indicaciones para llegar a él. Sólo deciros que está cerca de London Bridge. En este mercado encontraréis una tienda de café muy buena donde podréis degustarlo. Eso sí, hay que hacer colas. Un truco: si compráis café no tendréis que esperar la cola de aquellos que sólo quieren degustarlo.

Adams Rib: si tenéis un estómago tragón y os gustan las carnes a la brasa y los sándwich hipergigantes este es vuestro lugar. Buen servicio con precios asequibles junto a Picadilly Circus. Podréis fisgonear por sus grandes cristales. 

Eat. Se trata de una franquicia de bocadillos, ensaladas y platos de pasta. Una comida sana que podréis encontar en muchos rincones de la ciudad. Eso sí, tened en cuenta que si os quedáis a comer en el local (eat in), no hay baños. La comida está rica y es saludable. 

Acrombie&Fitch. Marca norteamericana de moda. La tienda de Londres es la única de UK y en nuestro país no contamos con la franquicia. Aunque la tienda marea merece la pena visitar lo que parece más bien una discoteca. ¡Los dependientes bailan! Si compráis saldréis con una buena cantidad de dinero menos en vuestras cuentas. 

ICA: Institute of Contemporary Art. Se encuentra en el paseo entre Trafalgar Square y Buckingham Palace. La admisión es gratis, con la excepción del cine. Mucho moderno y mucho libro sin letras.

La foto que os pongo no es ni la más bonita ni la más interesante de las que he hecho este finde, pero me resultó curioso ver unos urinarios con esas características en pleno Soho. Prácticos parecen. En fin, pequeños apuntes, por tanto, para un fin de semana en el Downtown de Londres.