Nunca me ha gustado preparar la maleta, incluso cuando se trata de hacerla para ir de vacaciones. Cuando comienzo a organizar las cosas para un viaje que parecía atractivo, emocionante y excitante me pongo nervioso y comienzan a aflorar una serie de ideas sobre lo malo que puede pasarme en el lugar de destino. Este hecho es paradójico cuando te gusta viajar pero reconozco que no afronto los viajes de forma positiva, y ahora que me marcho a Londres por un periodo de tres meses me está ocurriendo lo mismo. No puedo evitarlo.
Ayer mismo me encontré pensando en las ventajas de mi ciudad: su tranquilidad, la temperatura en esta época del año, la seguridad, la comodidad de un lugar que no tiene distancias, la falta de conflictividad social aparente, etc. Lo cierto es que por mucho que uno se queje de su ciudad, esta le da seguridad porque te mueves en un espacio que controlas, fácilmente abarcable y donde hay gente que ya conoces. Estas características te dan cierta sensación de estabilidad. Cambiar de ciudad borra momentáneamente esta sensación y, probablemente de ahí, nace mi intranquilidad. Si a todo eso le sumas que te alejas de aquellos a quienes quieres....pues no digo más.
Con todo ello os escribo porque me marcho de viaje y aprovecharé el blog para escribir mis pequeñas aventuras por la gran ciudad británica. Ahora que gracias a los anónimos me he descubierto como un gran petulante pues me voy a la ciudad de Petula (Clark) a escuchar su magnífica "Downtown" y disfrutar de la primavera londinense. Nos vemos por el blog, a algunos os veré por Londres y a tí (sí, a tí) ya sabes...NPS.
Best wishes.