10 de febrero de 2009

Así comenzó todo


A diario se producen numerosas posibilidades de conocer gente: “alguien nuevo llega al trabajo, charlamos con una persona que, justo a nuestro lado, hace cola para pagar algo de ropa en una tienda, cruzamos miradas con atractivos o atractivas desconocidas que como nosotros deambulan por la calle, discutimos con alguien que creemos nos ha robado la última oportunidad de aparcar” y así mil posibilidades más. En su mayoría, estos primeros encuentros terminan con la fugacidad que empezaron, simplemente desaparecen. Ahora bien, ¿bajo qué misteriosas circunstancias uno llega a conocer a alguien que de una manera u otra cambiará su vida? ¿En función de que extraño criterio alguien que un momento antes era un completo extraño, llega a formar parte de nuestra historia? El azar o el destino –para los más románticos- ocupa un lugar fundamental en esos primeros encuentros casuales. Sin embargo, ¿de qué dependen los lazos que delicadamente van tejiéndose entre esas dos personas que a penas han comenzado a conocerse? Estoy seguro que depende del deseo y las ganas de compartir algo más que un encuentro casual.

Ocho años atrás, en una pequeña ciudad construida sobre piedra, tiene lugar el primer encuentro de la pareja que hoy nos han reunido a todos y que me ha puesto en tan comprometido lugar. En dicha ciudad 45.000 habitantes, 45.000 historias e infinitas posibilidades de conexión interpersonal. Un ERASMUS, Joel, procedente de Portugal llega a tan recóndito lugar en busca de, en sus propias palabras, “certezas de lo que quiere”. Por aquel entonces, Fernando es invisible a su conocimiento. Un completo desconocido. Y entonces, una noche, pongamos que el destino, los reúne. En ese momento, cada uno de ellos comienza a existir para el otro, se produce una buena impresión a juzgar por el resultado y de ahí surge una nueva línea temporal y espacial que los vincula al uno con el otro y, a su alrededor, vamos apareciendo todos nosotros y, también, ciertas fiestas de cumpleaños en las que algunos nos hemos conocido.

Durante el primer año en que la pareja comienza a conocerse, recibo una carta en la que Joel comenta: “aquel joven que viste escribiendo en una cafetería regresará al país que también es el suyo ahora. Sin saber con seguridad que va a hacer…pero volverá. A lo mejor, como siempre ha tenido suerte en su vida, con esa misma suerte encontrará algo para hacer, un trabajo, y a lo mejor será “feliz para siempre” junto a ese otro chico que casualmente conoció”. Por su puesto, se refería a Fernando y a su viaje de regreso a Madrid. ¿Qué decir? Pues, no sabemos con certeza si seréis felices para siempre pero esto pinta muy bien y, creo que hablo en nombre de todos, si digo que esperamos que lo seáis.

Hemos llegado hasta el día de hoy. Una buena ocasión para compartir vuestra felicidad, pero también para recordar. Recordar las risas, las confidencias, las situaciones vividas con ambos, a la espera de que sigamos compartiendo días como éste. Como Amelie Nothomb escribe en su “Metafísica de los tubos”: “si logras inscribir tus vivencias en la materia de tu cerebro, transportarás en la cabeza si no su milagrosa realidad, sí por lo menos su poder”. Éste será, por tanto, un día que recordaremos y comentaremos durante mucho tiempo.

Por último, quisiera preguntaros a vosotros: ¿en función de que oculta razón hemos llegado a ser amigos? Da igual, me considero muy afortunado y eso es lo realmente importante. Muchas felicidades a los dos.
* La imagen de este post no es otra cosa que la preciosa y moderna invitación de boda que Juanan diseño para la ocasión.

3 comentarios:

La Petra de Cuenca dijo...

Sólo espero que alguna vez,podamos ser tan afortunados como ellos.Y el deseo y las ganas de compartir algo con alguien no se quede en simples encuentros casuales.

Como ya te dije es precioso,no se como lo haces pero siempre encuentras las palabras oportunas.Normal que les encantará,es de las cosas más bonitas que te pueden regalar.

Muchos besos

Cristina dijo...

Siempre quedarán preguntas en el aire a las que quizá es mejor no hallarles una respuesta. Casualidad, azar, destino, sincronicidades, espacio vital, efecto mariposa…, qué más da, por qué fue no importa, importa por qué es, y a eso deberíamos aferrarnos y construir a partir de esa primera puntada para, como tú dices, seguir tejiendo delicados lazos entre los que se quedan.
Es maravilloso poder vivir historias como la de Joel y Fernando, te devuelven la fe y te producen un cosquilleo de esperanza en este mundo, a veces pozo de recelos, aprensiones, prevenciones, apatías e incredulidades, pero solo a veces, hoy no, hoy es un gran día. Tenerte a ti, a tus palabras y tus lazos, motivo de doble celebración.
Delicioso Raúl, delicioso.

Raúl Navarro dijo...

Gracias a las dos. Seguís dando vida a este pequeño rincón cada vez más olvidado. Gracias por vuestras palabras de ánimo en todos los sentidos, ya sabéis a que me refiero.
Besos