18 de junio de 2009

Al otro lado del espejo


Últimamente he dejado de alimentar mi cerebro. Ya no leo novelas con argumentos de tipo social, filosófico o psicológico, aunque confieso no haberme resistido a degustar El país del miedo de Isaac Rosas e Higiene del Asesino de mi adorada Nothomb. Sin embargo, ahora devoró Nocturna, de Del Toro y Hogan, con la sed de los vampiros que recorren sus páginas y pego pequeños bocados sabrosos a los microrelatos contenidos en Perturbaciones, antología del relato fantástico en español. También he leído algún que otro relato de Lovecraft y, aunque algunos me criticarán y desearan que arda en el infierno por ello, prefiero a Stephen King, quizás porque su lenguaje es más cercano y sus tramas son más actuales. Por supuesto, en unos años no lo será. Quiero leer por entretenimiento, casi sin reflexionar, aunque algunos puedan decir que eso es leer por leer.
Últimamente, casi no ingiero grasas, aunque como más de 4000 calorías diarias, a base de hidratos de carbono, repartidas en cinco comidas. Dicha cantidad ha comenzado a generar en mi organismo tejido adiposo que antes no tenía y que está elevando mi peso y modificando mí figura. Me siento mejor, más a gusto, incluso con mi incipiente “Michelin”. Ahora voy cuatro días diarios al gimnasio y cada día salgo más contento. El gimnasio me está reportando amistades heterosexuales y ello está contribuyendo a mi heterosexualización, lo que no detesto, sino todo lo contrario. Quizás el problema venga cuando descubran mi pequeño secreto pero hasta entonces disfrutaré de la camaradería masculina.
Últimamente dedico más tiempo a mi cuerpo que mi “alma”. No sé si será por la secreción de endorfinas, el contacto con hombres de masculinidades trasnochadas, o la despreocupación con respecto a otros temas, pero estoy enganchado al ejercicio. Me evade, me relaja e incluso me excita. Por eso, cuando oigo algo sobre el trabajo, la importancia del estatus, la acreditación, las publicaciones, etc., me parece oír el eco de una voz lejana, la que antes me decía “deberías publicar algo de tu tesis, deberías rellenar lo de la ANECA, deberías preocuparte más por las relaciones universitarias….” Está mal que lo diga en un año de crisis donde todo el mundo anda agobiado y preocupado por su trabajo, pero han sido muchos años de represión y ahora contesto a esa voz: ya lo haré, ahora quiero que mi vida sea sencilla, bella en su simplicidad, sin altos vuelos ni preocupaciones innecesarias, quiero mirar al otro lado del espejo porque este lado lo tengo ya muy visto.

5 comentarios:

La Petra de Cuenca dijo...

Haces muy bien de mirar al otro lado del espejo y disfrutar el momento.
Tiempo para publicaciones,ANECA,etc...ya tendrás.
Lo importante que tú te sientas mejor y estes a gusto.Lo demás puede esperar.

Besos.

Anónimo dijo...

Te estás poniendo bien guapo (más), y si encima te encuentras bien a gusto, pues qué más quieres??.
El sábado se sale??.
Besos.
MIGUEL.-

Jesús dijo...

Ten cuidado, que el otro lado (o este, según se mire) engancha, te lo digo por experiencia. Un abrazo, nos vemos.

Cristina dijo...

Tienes que perdonarme el abandono, llevaba tres de tus post atrasados y aún dejaré los otros dos para otro momento, por ahora este otro lado del espejo ha atrapado toda mi atención.

Conozco bien ese sentimiento que vives, aunque creo que yo me anticipé en el proceso y crucé demasiado pronto a ese otro lado del espejo, saltándome ciertos pasos a los que obligatoriamente tendré que regresar, si bien no por gusto, como sabes. Y no creas, que como bien dice Jesús, ese otro lado tiene su peligro porque la vida sencilla y sin altos vuelos engancha. Yo me temo que ya me he instalado demasiado en ella, tal vez huyendo de esa otra vida aparentemente apropiada para nosotros, esa que tanto se nos resiste y es que, como hablaba ayer con una amiga común, estoy convencida de que para eso hay que estar hecho de una pasta especial, una que unos cuantos temerarios no poseemos.

Bienvenido al otro lado del espejo, miqueridísimoamigoquecadadíamecautivasmás.

Un abrazo muy gordo.

Raúl Navarro dijo...

Gracias de nuevo a todos!!. Me cuidaré de ese otro lado a la vez que me dejo llevar, que ya era hora. Por cierto Miguel, como nos reímos el sábado. Ya me contó ayer G. cosas de uno de los incontinentes.

Besos.