29 de mayo de 2009

Oxido 1.0


Las recientes lluvias provocaron que pequeñas gotas de oxido comenzarán a deteriorar la primera lata de cerveza que arrojó a la pendiente del parque que conducía a un río próximo. Habían pasado ya ocho días desde que había tirado aquella lata y como cada mañana a eso de las 9:00 sorbía las últimas gotas doradas de una nueva lata y la arrojaba al pequeño cementerio de latón. Finalizada esta acción, escupía en una papelera cercana y regresaba al lugar donde se encontraba depositada su mochila. Impasible, esperaba mientras observaba el continuo discurrir de coches por la carretera que conducía hacia las afueras de la ciudad en dirección a Madrid. Su rostro estaba surcado por una enorme cicatriz que surgía tras su oreja derecha y parecía moverse a trompicones a lo largo de todo el mentón para desaparecer tras la oreja izquierda. Ese día vestía una camiseta blanca con la frase “It can’t come quickly enough” serigrafiada y unos pantalones grises que finalizaban en unas zapatillas deportivas color azul marino. Tenía un cuerpo robusto y unas formas trabajadas que eran marcadas por lo ajustado de su ropa. Miró su reloj y se dijo así mismo: “hoy tampoco vendrán”. Se agachó para recoger su mochila, ponérsela a la espalda y después marcharse de allí, tal y como hizo los siete días precedentes. Sin embargo, aquel día un coche paró a su lado. La tintada luna descendió y una voz ordenó, steigen sie ein! (entre) Obedientemente abrió la puerta delantera y se sentó en el asiento. Preguntó was ich muß machen?(¿qué tengo que hacer?) y supo que, por mucho que lo deseara, ya nunca volvería a aquella ciudad.


[Aunque ya sé que la mayoría estáis de puente y otros no tenéis ni ganas de leer y menos de escribir, aquí os propongo una nueva historia que continuar. Os prometo que no la tengo escrita, y tampoco he pensado su final. Esta vez incluiré en su desarrolló todo aquéllo que digáis, por disparatado que pueda ser. Let’s play again!]

26 de mayo de 2009

I'm being fierced, Beyonce


Querido diario

Hace ya una semana de mi fantástico y divertido viaje a Madrid para asistir al concierto de Beyonce. Se trataba de un viaje secreto ya que ni los padres de la Esther ni la Jenny podían enterarse. Los mío tampoco, pero supongo que el hecho de que las tres llegáramos al instituto vestidas con una camiseta de nuestra diva, una minifalda y los taconazos que normalmente utilizamos para el botellón, no contribuyó a guardar el secreto. Y ahora, aquí me tienes, castigada sin poder llevar tacones durante un mes. Echo de menos a esos padres que te castigan sin salir. ¿Cómo voy a pasarme ahora por plaza España sin mis taconazos? Seré fuerte.
En cuanto al concierto, decirte que fue espectacular. Nunca había visto a tanta gente junta, pues los conciertos en Cuenca siempre son mucho más reducidos. Nada que ver con el que Marta Sánchez nos deleitó hace unos años, a pesar de que la chica es toda una profesional. Beyonce derrochó sensualidad, sexualidad y buen gusto. Sus letras parecen escritas pensando en mí. Desde su If I were a boy (que me recuerda lo mío con el Hugo) a su Halo, con el que acabó el concierto y las tres lloramos desconsoladas pensando en el Rafa. Y eso que el Rafa se portó como un auténtico capullo liándose con las tres y luego dejándonos por la Julia. Pero es que Rafa es especial y tiene un halo muy, muy grande.
El vestuario fue de lo mejor y las tres estuvimos de acuerdo en que este verano teníamos que recrear su traje de baño y lucirlo en los Tiradores. No tengo que decirte, porque ya los sabes, que a las tres nos encantan la gasa y dado que este año se llevó mucho en Eurovisión, tenemos vía libre a nuestro desenfreno.
Quizás lo que falló en el concierto fue el hecho de que casi todo el mundo sobre el escenario eran chicas. No es que me parezca mal, pero me hubiera gustado ver algún que otro cuerpo de chico y tuve que conformarme con mirar a los bigardos de guardaespaldas que llevaba con ella y que la protegían en todo momento. Es verdad que había mucho tío en el concierto, y algunos muy “graciosos”, pero era una pena que en su mayoría fueran gays. La Esther estuvo tratando de ligar con uno pero lo único que consiguió fue una recomendación para cambiar su peinado y una tarjeta de “la pelu que quería” para efectuar dicho cambio. ¡Con el cardado que se había hecho para la ocasión!
El instante en que voló por los aires y ando cual diosa por encima de nuestras cabezas nos hizo llegar al éxtasis total. Aterrizó en la plataforma y preguntó en español a un chico “¿cuál es tu nombre?” y éste parecía tener un orgasmo mientras gritaba “Juan”. Luego ella nos dijo a todos “Decid mi nombre” y se puso a cantar Say my Name mientras gritábamos Beyonce. En ese preciso instante tomé impulso para dar un pequeño salto. La fuerza del impulso lanzó mi pelo hacia arriba y llevó a mi boca el colgante de Beyonce. Al volver al suelo, mi tacón se quebró y fui a parar encima de la Jenny, que a su vez golpeó a la Esther y las tres caímos irremediablemente sobre el suelo del Palacio de Deportes, donde fuimos pisoteadas por la multitud enfebrecida. Y entonces una mano se tendió hacia nosotras. Era Beyonce que desde la plataforma nos ayudaba,como ayudó a los fans que fueron heridos en su concierto de San Luis años atrás. Sin duda, Beyonce es maravillosa pero, querido diario, esto último es más bien inventado. Quien nos ayudó fue el mochilaman, que no se separó de nosotros en todo el concierto porque no hacíamos más que beber litros y litros de cerveza. No te cuento los problemas de incontinencia que tuvimos durante las dos horas que duró el concierto. Otro día lo hago, me ha llamado el Rafa y voy a ver su halo.
Siempre tuya. Andrea.

14 de mayo de 2009

¿Qué me pasa?...doctor


Viernes por la tarde y los habituales en las vías del tren han vuelto a juntarse para compartir unos litros. Hablan, se ríen y se pasan la cerveza. En un momento dado se abrazan y comienzo a inventar la conversación que ha llevado a ese abrazo.

- Tengo que decirte una cosa.
- Dime.
- Me da algo de vergüenza.
- Anda tío, con lo que tú y yo hemos compartido…y no hablo sólo de picos.
- Ya tío, pero esto es algo que no te esperas.
- Venga, ya imaginaba que eres trucha.
- No seas gilipollas, siempre estás con lo mismo. No es eso.
- Pues entonces, ¿qué es?
- Soy doctor.
- Doctor, ¿tú?, venga ya. No te quedes conmigo.
- Tío, que no te miento, que el otro día me doctoré.
- Mira, podías haberme dicho que te ha contratado la NASA para ir a Tritón, o que eres un doble agente de la TIA y te hubiera creído, pero doctor, doctor ni de coña. Pero si tú ves sangre y te mueres.
- Tío, mira que eres tonto. No soy un médico. Soy doctor.
- Copón, pues en las quinientas médico y doctor es lo mismo, a ver si ahora voy a ser gilipollas.
- Yo soy doctor….como te diría yo….académico.
- Ah, joder, como los de la real academia de la lengua.
- Pues no había caído en eso. Bueno, pues algo así.
-¿Y qué has hecho para ser doctor? ¿Cargarte a alguno?
- He hecho la tesis, tío.
- La tesis….la tesis….pues no sé lo que es.
- Pues nada, una investigación.
- ¿Una investigación?
- Sí, hombre. He leído un poco, luego he seleccionado unas preguntillas y se las he plantado a los chavales a ver qué opinaban ellos.
- Mira tío, no entiendo nada, y ahora encima hablas fino y todo (marcando el do).
- Hombre macho, es que ahora soy doctor y en algo se tiene que notar.
- ¿Te han subido el subsidio del paro?
- No.
- ¿Has empezado a ligar más?
- No
- Pues entonces eso de ser doctor es una mierda.
- Mirándolo así… es verdad.
- Bueno, y sobre qué has investigado (marcando el do)
- Sobre el bullying
- Bullying ¿y eso qué es?
- Pues mira, ¿recuerdas cuando al “bocadillos” le bajamos los pantalones en la clase de gimnasia? ¿Recuerdas cuando al “paticorto” lo inflamos a collejas? ¿Recuerdas cuando dijimos a todos los chicos que la Susi la mamaba gratis? ¿Recuerdas cuando al “chatarra” le tiramos una papelera llena de agua? ¿Recuerdas cómo continuó todo?
- Sí, tío lo recuerdo todo.
- Pues eso es el bullying.
- Ya tío, pero recordarás que tu eras el “paticorto” y yo era el “chatarra”.
- Sí chatarra, lo recuerdo. A veces me pregunto si aquello nos puso en el lugar en que estamos ahora.
- Solos, quieres decir.
- Sí.
- Al menos nos tenemos el uno al otro
- Cierto, “uno se vuelve loco si no tiene a nadie. No importa quién es el otro, con tal de que esté con uno. Te digo que uno se ve tan solo que se pone enfermo”
- Tío, eso es del libro "De ratones y hombres". ¿Ves?, yo también puedo ser doctor.
-Claro que sí.

Y el abrazo demuestra que, ambos, son pelo y cabeza.

6 de mayo de 2009

Un mes, un libro



Regalo de cumpleaños de unos amigos, Burbujas es una novela sobre la crisis existencial de un personaje que encuentra entre los peces y sus burbujas la necesidad de cuestionar su vida. Con un brillante planteamiento, un buen desarrollo y un realista, aunque decepcionante, final (al menos en mi opinión), Burbujas se configura como una muy buena aportación española al universo de la novela gráfica. Entre lo mejor, los hijos del protagonista, la gótica y el hacker que saben más de la vida que su propio padre.

5 de mayo de 2009

Tu no eres interesante, para mí


Millás, en su novela “El mundo” (2007) relata como en el preciso instante en que María José, su primer amor, le dijo “Tú no eres interesante para mí” sintió que ya no había vida y murió. A partir de ese momento no le quedó otra opción que fingir que continuaba vivo.
Mi primer amor nunca pronunció la fatal frase. Nunca supo de mi interés por él. Nunca advirtió que le observaba por los pasillos del instituto esperando que nuestras miradas se cruzasen. Era un chico heterosexual, por supuesto, jugador del equipo de baloncesto a pesar de su baja estatura. Se llamaba Raúl y con él descubrí que podían romperte el corazón sin haberte rechazado. Si bien no morí, él supuso la peor de las revelaciones: no elegimos a quien nos querrá y, muchos menos, podemos obligar a alguien a que nos quiera. Supongo que a partir de ese momento seguí fingiendo que me era posible experimentar cariño, amor hacia los otros. Y en ese sentido, no en otro, cada día he ido muriendo un poquito más. Cabe una pregunta: ¿qué provocó el rechazo?, o como señala Millás ¿quién habitaba en mí que hizo que no les gustara? No lo sé, aunque ese habitante tuvo que cambiar durante estos años ya que eventualmente logré la aceptación de los que alguna vez me rechazaron.
No obstante, lo más importante es que durante ese paulatino proceso de defunción tuve otra revelación: también yo había participado del asesinato de otras personas al decirles que no eran interesantes, para mí. En este caso, la coma que separa “para mí” es crucial, ya que deben considerar que han sido y serán muy importantes para otros. En cuanto a mí, lo doy por perdido. El domingo pasado de madrugada vi como me seguía por las calles de Madrid y al llegar al hotel me había dado alcance. El Aleph estaba sentado en mi cama, esperando para llevarme al lugar del que nunca nadie ha vuelto jamás. Entre tanto, seguiré fingiendo que sigo vivo, no se me da mal.