29 de septiembre de 2010

Agosto, Octubre

Descubrí a Andrés Barba en la reseña de una revista que ya no recuerdo. Por aquel entonces presentaba su tercer libro, un libro de relatos llamado "La recta intención" en el que una serie de personajes vivían sus vidas bajo el yugo de una obsesión. Reconozco, como siempre, que lo que me movió hacia su lectura no eran las críticas positivas hacia el autor, aunque tampoco la portada, sino su biografía como licenciado en filología que había ejercido actividad docente en Bodwoin, Estados Unidos. Este hecho llamó mi atención por lo romántica que me ha parecido siempre la idea de ser escrito, tan joven. Compré aquel primer libro y Barba se convirtió en uno de mis autores fetiches hasta el punto de comprar todos y cada uno de sus libros con la excepción de "La hermana de Katia" que leí a través de un amigo. Hace poco menos de un semana leí en mi lector de libros electrónico su última novela: "Agosto, Octubre". Un relato sobre un adolescente que nos cuenta el recuerdo de un verano en el que forma parte de un evento que marcará su vida.
Las novelas de Barba, últimamente cada vez más breves, destacan por la descripción psicológica de sus personajes, por la obsesión en el detalle por aquellos que tratan de desgranar temas también de índole psicológica como la violencia, la enfermedad, la discapacidad. Muchas veces me he preguntado qué le ocurre a su autor que vuelve y vuelve sobre un mismo tema en cada una de sus narraciones, a excepción de sus libros infantiles, pero lo cierto es que disfruto con su obsesión por hacer que el lector se forme una imagen de sus personajes, no en su apariencia exterior, sino más bien sobre sus cogniciones, sus percepciones y sus motivaciones.  Sin embargo, aunque he disfrutado mucho su última novela, Barba se ha vuelto previsible al introducir en todos sus libros un evento dramático que pone al límite a sus personajes, aunque también es uno de sus rasgos distintivos, algo que como su lector espero en cada novela. Pero no lo digo como crítica, ya me gustaría a mí escribir como él, lo mío es comentar por comentar. Eso sí, no os vayáis a confundir  ya que, a pesar de que en ocasiones leo a autores tan culturetas como Barba, me siguen encantando (y disfruto más) las novelas con zombies, vampiros y demás criaturas del submundo. Es lo que tiene ser un consumidor de bestsellers.

1 comentario:

La Petra de Cuenca dijo...

Por lo que cuentas me imagino que sigue en su línea.Habrá que leerlo pues tiene muy buena pinta.A mí me encanto "la recta intención".

Besos.