17 de noviembre de 2010

Lunes, otra vez.

El "ostia" salió de su boca con un sonido ronco producto de todos los años como fumador y, también, de su habitual malhumor. Había vertido su café sobre el informe de un sospechoso en el caso "Cheo Feliciano" y aquellos descuidos le ponían de muy mala leche. Desde el primer momento aquel caso le había parecido una enorme estupidez pero el comisario parecía realmente implicado en él. Suponía que el hecho de que el primer Ministro hubiera dado la orden de investigarlo tendría algo que ver con la implicación del comisario. Sin embargo, no entendía la prioridad que se le daba a una caso de esas características. ¿Qué importancia tenía que alguien hubiera robado un dedo de la mano de aquélla joven después de que hubiera sido enterrada en el cementerio Saint John Churchyard? Estaba rabioso por tener que ocuparse de un caso como ese pero no tenía más remedio que hacerlo y cuanto antes terminara mejor. Decidió ponerse manos a la obra y llamando a Ramírez le pidió que le acompañara a la casa de aquel joven profesor de instituto. Era la hora de hacerle algunas preguntas y echar un vistazo a su congelador. 


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Vuelve el congeladorrrrrrrrr!!!!!!!!

Espero que no haya tuppers con lentejas ni nada por el estilo! :P

By R.

La Petra de Cuenca dijo...

Ya tenemos el congelador y ahora nos falta el barrendero....Qué intriga!!!

Muchos besos.

Cristina dijo...

Por fin!!!, me has tenido más pendiente que el último capítulo de "los ricos también lloran".
Seguimos a la espera del desenlace, aunque está muy bien eso de prolongar un poco más la intriga...
Te sigo.
Un besito p'a mi contador de historias.