2 de septiembre de 2014

De película: La vida inesperada


Leí por ahí que una día en que Javier Cámara y Elvira Lindo se encontraron en Nueva York, Javier le dijo a ella que tenían que rodar una película en la gran manzana. Ese fue el germen de "La vida Inesperada", escrita por Elvira Lindo y dirigida por Jorge Torregrosa con dos de nuestros actores patrios más conocidos, de un lado Javier Cámara y del otro Raúl Arévalo. La historia narra el encuentro de dos primos españoles en Manhattan. Juan (el personaje de Javier Cámara) lleva diez años viviendo en la ciudad, uniendo diversos trabajos (de dependiente a actor y camarero) para poder pagar el alquiler de su pequeño piso. Un día llega su primo desde Alicante. Aquel primo al que en realidad odiaba porque tenía lo que parecía una vida perfecta con un buen trabajo, una buena novia y todo "arregladito" de cara al futuro. Sin embargo, el encuentro muestra que ninguno de ellos tiene la vida que había deseado y ya en la madurez evalúan lo que han conseguido hasta el momento y la medida en que se han cumplido sus sueños.

En mi opinión, la vida inesperada no nos habla de la vida que te sorprende porque se han cumplido tus sueños y tus expectativas, sino de la vida que encuentras cuando haces una evaluación de lo que esperabas encontrar y lo que realmente tienes. Aunque, en mi humilde opinión, la película sería mejorable (desde el reparto hasta el odioso doblaje), creo que la historia trata una aspecto muchas veces no explorado en el cine sobre aquellos que emigran de "forma cómoda" guiados por un ideal o el sueño de que la vida en lugares más glamurosos que el de partida será siempre mejor. Y, por supuesto, no es siempre mejor. Los protagonistas querían vivir una especia de sueño americano en esa ciudad que parece colmar las expectativas de todo visitante y, sin embargo, se dan cuenta de que viven agobiados corriendo de un trabajo a otro, viviendo siempre al límite en cuanto a dinero se refiere sin poder disfrutar de aquello que para los turistas temporales si que ofrece la ciudad.

Elvira Lindo construye, por tanto, una historia muy interesante sobre cómo a veces creemos que la felicidad nos vendrá dada desde el exterior (al menos es mi lectura), de cómo creemos que el contexto es tan poderoso como para otorgarnos ciertas recompensas que hemos olvidado que debemos obtener por nosotros mismos. La creencia de que el simple hecho de estar en un sitio más grande nos hará más felices. Si bien es cierto que las posibilidades de una gran ciudad respecto a otra pequeña son muy distintas, a veces nos olvidamos de que el verdadero secreto de la felicidad se encuentra en lo que cada uno hacemos de nuestra vida y que uno no tiene que triunfar para ser feliz porque a lo mejor en ese proceso estamos olvidando cosas que harían de nuestra vida algo realmente valioso pero que consideramos menos exitosas. No quiero decir con ello que uno deba quedarse en su zona de confort sino que entendamos que el lugar (ciudad, etc.) no da sentido a nuestra vida, el sentido debemos dárselo nosotros y de eso nos habla La vida inesperada.

No hay comentarios: