26 de abril de 2009

Castillos de arena


Últimamente le costaba conciliar el sueño, aunque siempre había sido un dormilón. Atormentado por terrores nocturnos que él había creado, hacia un repaso mental de todo aquello que le hubiera gustado hacer en su vida, llegando a la conclusión de que lo que para él era realmente importante nunca llegó y, dado su normal pesimismo, nunca llegaría. Algunas noches, escondiendo la cabeza bajo su nórdico deseaba no llegar a ver la luz del amanecer. Sin embargo, cada día la luz se colaba en su habitación con su pesada monotonía. Una noche escuchó murmullos en la habitación contigua. Alguien reía mientras que otra persona le susurraba. Se deslizó bajo las sábanas en un intento por no borrar de su mente lo que creía haber oído pero las risas aumentaron. Se levantó con más miedo que valentía y se dirigió hasta la habitación. Las puertas estaban abiertas y la claridad de la mañana le permitió ver dos figuras tumbadas sobre la cama. Se sorprendió al descubrirse a sí mismo abrazado a otro cuerpo que no tenía rostro. Cerró los ojos y al abrirlos de nuevo se encontró con que su doble seguía allí, dibujando con sus dedos figuras sobre la espalda del otro. Un ruido en la cocina captó su atención. Olía a café recién hecho y le invadió una grata sensación de familiaridad. En la cocina una segunda copia de si mismo servía un zumo a la figura sin rostro, para después besarlo, si es que era posible besar a alguien que no tenía labios.
-¿Esto es lo que querías?- le preguntó una tercera réplica que leía un libro en el sofá.
-¿Quién eres?
- Creo que está claro, soy tú. No has contestado a mi pregunta.
- Ya no lo sé.
- Pues va siendo hora de pensar en ello.
- Quizás sea tiempo de desaparecer.
- No digas tonterías, sabes que no puedes.
- ¿Por qué?
- Contéstalo tú.
- ¿Por ella?
- Exacto, ¿crees que algún día te lo perdonaría?
- Ni siquiera se acordaría y, en todo caso, aprendería a aceptarlo
- Graba en tu cabeza el momento en que corrió hacia ti, eso debería bastar.
- Bastará, ahora podéis marcharos.
- Nos vamos, pero estaremos por aquí y volveremos hasta que se haga realidad.
- Mi desaparición.
- No, tu aparición. El día que dejes de ser una persona especial para ser lo que quieres. Una persona, sin más.
- Gracias.
- No hay de qué, no era un cumplido, ya sabes que no te gustan.

2 comentarios:

La Petra de Cuenca dijo...

Que sensible debo estar hoy porque no paro de llorar.
Me imagino lo complicado que tiene que ser cuando uno sólo quiere ser normal y disfrutar de las cosas como los demás sin que apto seguido el comentario siguiente sea un alago o cumplido hacia esa persona.
Por la parte que me toca y las veces que lo he podido hacer,perdón.
Y por supuesto siempre por ella,es de las cosas más bonitas que uno puede tener.

Besos.

Jesús. dijo...

Me he emocionado, será la primavera, ya sabes que estas cosas no suelen pasarme. Gracias por ésta relato. Un abrazo, nos vemos.