30 de junio de 2009

Microrelato II: La madeja de hilo


De pequeño arrojé un bote de tinta sobre una colcha que mi abuela había regalado a mi madre el día de mi nacimiento. Temiendo por las consecuencias de mi acto, urde un plan con el que culpar a mi hermana y evitar el castigo. Acudí a mi madre que tejía un jersey, pues el invierno estaba próximo, y le relate como había visto a Lola derramar la tinta sobre su colcha. Para reforzar mi relato añadí que dicha conducta podría estar relacionada con el hecho de que Lola había sido castigada sin poder salir de fiesta ese mismo sábado. Mi madre, sin levantar la vista de la madeja de hilo en que estaba trabajando, me dijo: “David, ¿de verdad ha sido Lola?” Por un instante dudé sobre lo convincente de mi mentira pero reafirmé mi versión de los hechos y ella volvió a hablar: “entonces tu hermana tendrá que ser castigada pero piensa una cosa, cuanto más liamos la madeja de hilo más difícil es luego desliarla”. Lo dijo con total frialdad y ahora entiendo que no le importaba el daño a su colcha, sino mi mentira. Por supuesto, mi hermana fue castigada aunque negó haberlo hecho. Se enfadó conmigo y, aunque años más tarde le pedí perdón, la madeja estaba tan liada que nunca más he vuelto a hablar con ella. Aunque debería haber aprendido una importante lección, la verdad es que durante todos estos años he seguido liando mi madeja y, supongo que por ello, hoy no tengo más amigos que la soledad.

5 comentarios:

La Petra de Cuenca dijo...

Que verdad que es,cuanto más liamos la madeja más difícil es desliarla.Ya sea por una mentira,un mal entendido,cualquir cosa que nos suceda.

Lo cierto es que cuanto más tiempo pasa más difícil es solucionarlo o incluso a veces imposible.Pero me imagino que como todo habrá que buscarle solución,aprender la leccion lo antes posible y por supuesto evitar llegar al extremo de la soledad.

Muchos besos.

Raúl Navarro dijo...

No pretendía hacer un relato de contenido moral, pero supongo que al final me ha salido así. El problema, muchas veces, es que no llegamos a ver que la madeja ya está bastante liada y nosotros ahí todo el rato venga a dar vueltas y vueltas. Uy, qué mareo!

Jesús dijo...

pues habrá que encontrar el principio, o el fin, y usar una rueca para desliarla poco a poco, sin prisa.
Un abrazo, nos vemos.

Cristina dijo...

Este es del tipo de cosas que siempre pueden tener una salvación, aunque sea tarde. Lo importante es darse cuenta, ser conscientes del embrollo, de la mentira y del atasco en el que nos hemos metido, convirtiendo nuestra vida en un círculo vicioso que no nos deja ir para delante ni para arriba, y condenándonos a callejones sin salida.
Una vez reconocido, lo primero es buscar un hilito suelto, de esos que siempre quedan, e ir tirando y tirando hasta que, sin darnos cuenta, hallamos deshecho la maraña, eso sí, luego es fundamental deshacerse del material para no incurrir en tentaciones de volver a enmarañarlo. Vamos, borrón y cuenta nueva!!! Claro, no va a ser tan fácil, costará crisis, cuestionamientos, afrontamientos y muchas lágrimas, pero esa es la magia del ser humano, su capacidad de subsanación, reconstrucción y renacimiento, así que ¡a aprovecharla!

Un puñadito de besos.

Raúl Navarro dijo...

Cristina, lo has clavado. Muy buen análisis y...cuanta razón tienes.