11 de marzo de 2010

Tokio Books

Si pensamos en Japón seguramente acudan a nuestra mente imágenes relacionadas con la tecnología, los kimonos, las geishas, las artes marciales así como diferentes tradiciones culturales ancestrales. Ahora bien, es más que probable que también podamos enumerar características de índole más psicológica como la amabilidad, la disciplina, el respeto hacia el otro y el honor como parte de la forma de ser del japonés medio. Todo ello sin la necesidad de haber viajado hasta el país nipón ni haber conocido a ningún japonés. Y es que, afortunadamente, no es necesario que tengamos un conocimiento directo de una determinada realidad para formarnos una idea de ella. Cuando estas ideas hacen referencia a las características y conductas que definen a un determinado grupo de personas, nos estamos refiriendo a los estereotipos. Para el caso que nos ocupa, a los estereotipos culturales acerca de los atributos que describirían a los japoneses
Descrito del modo en que lo hemos hecho, el contenido de los estereotipos sobre Japón es primordialmente positivo, por lo que los sentimientos experimentados hacia sus habitantes también lo sean. La pregunta es ¿cómo llegamos a generar este conocimiento y, como consecuencia, cómo generamos estos sentimientos hacia una cultura que, a priori, nos es ajena? La respuesta, como tantas otras veces, está en los medios de comunicación y en los productos culturales que en forma de películas, libros o tecnología llega hasta nosotros. Son tan variados y numerosos estos productos que es posible afirmar que lo japonés está de moda en nuestro país. Y es que Japón influencia el mundo occidental no sólo por la tecnología que de allí se importa (no podemos olvidar que en Japón reside uno de los mayores imperios del videojuego: Nintendo), sino también por otro gran número de objetos de consumo procedentes de un país que sigue llamando nuestra atención por lo exótico de sus costumbres.
Entre los mencionados productos culturales, el libro japonés ha contribuido a la formación de las imágenes que sobre Japón poseemos. Basta con visitar una gran librería, en su sección de cómic, para avistar productos de gran consumo actual en nuestro país: el anime y el manga. Entre ellos, aunque no es un cómic, podremos encontrar el libro de Héctor García Puigcerver “Un geek[1] en Japón”, fruto del gran éxito que ha alcanzado su blog (www.kirainet.com) en el que narra curiosidades, experiencias y noticias del lejano país y que ya ha sido visitado por más de 36 millones de personas.
Tendremos que ir más allá de la sección de cómic, concretamente hasta la sección de novela contemporánea, para encontrar la obra de Murakami, figura más que destacada en el panorama literario internacional. Ahora bien, no todo es Murakami y rebuscando podremos encontrar algunas obras del Premio Nobel de Literatura Yasunari Kawabata y, también, de Yukio Mishima que se suicidó públicamente mediante seppuku y despertó un gran interés internacional. Más recientemente, el libro de Kyoichi Katayama “Un grito de amor desde el centro del mundo” (Alfaguara, 2008) ha cosechado un gran éxito en nuestro país después de que la editorial española la vendiera como la novela japonesa más leída de todos los tiempos. Recomendable por las conversaciones entre el protagonista y su abuelo, no tanto por la historia de amor contenida en la novela.
Con todo, la literatura japonesa va más allá de estos ejemplos y en los últimos años contamos con la importante contribución de la editorial Luna Books a la hora de acercarnos a los clásicos japoneses que, aunque no alcanza el éxito de ventas de “Tokio Blues” suponen un acercamiento más preciso a la realidad japonesa (www.jca.apc.org/gendai/kikan/lunabook/luna.html).
Realidad a la que también nos acercan autores que, si bien no son japonés, han encontrado en este país y sus ciudadanos un espacio creativo con el que desarrollar sus obras. En este sentido debemos destacar la obra de Amelie Nothomb que pasó parte de su infancia en el país nipón al que regresaría en distintas etapas de su vida acercando al lector el día a día japonés de una forma hilarante en el particular estilo de una autora que ha afirmado comer sólo fruta podrida. De interés son sus novelas “Metafísica de los tubos” (Anagrama, 2001), "Estupor y Temblores” (Anagrama, 2004)  y “Ni de Eva ni de Adán” (Anagrama, 2009 ). Y, aunque no habla de Japón, queremos recomendar también la novela “Oro” (Alfaguara, 2008) cuya protagonista es de origen japonés aunque ha perdido sus raíces. Aunque nada aporta a nuestro conocimiento de Japón nos gusta su autor, Dan Rhodes, y por eso os la recomendamos.
Ya tenéis material para cultivar vuestra atracción por Japón siempre y cuando “Tokio Blues” haya despertado vuestra curiosidad por lo oriental y queráis confirmar o desconfirmar los estereotipos de los que hablábamos anteriormente. La realidad es que vivimos en un mundo donde la globalización ha provocado que culturas que eran muy distintas presenten ahora similitudes. No obstante, debemos seguir disfrutando de las diferencias sin necesidad de encontrarnos Lost in traslation. Arigato. 


[1] Un geek sería algo así como friky de la tecnología.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No está nada mal aportar algo de luz precisamente sobre "el país del sol naciente".
Por suerte también existen otros soles, que disfrutaré en breve, capaces de iluminar la noche más oscura ;-)

La Petra de Cuenca dijo...

Muchas veces lo que no tenemos es lo que más deseamos.Seguramente por eso idializamos culturas como la Japonesa.Sin embargo en Tokio Blues vemos como su protagonistas no terminan de encontrar su lugar aun estando en una ciudad que en principio lo tendría todo.Por tanto no es oro todo lo que reluce.Como todas las culturas tendrá sus cosas buenas y malas.

Muchos besos.