13 de junio de 2010

From China to London

Corría el año 2004 cuando visité por primera vez el desvencijado bungalow. Por aquel entonces, como ahora, aquella pequeña edificación anexa al Departamento de Psicología de la Universidad estaba muy tranquila. Eran muy pocas las personas que diariamente acudían a trabajar. Un día, en uno de mis paseos de la mesa de trabajo a la impresora me crucé con una chica de estatura pequeña. Sus rasgos orientales me hicieron pensar que podría ser japonesa. La saludé pero no obtuve respuesta. Siguió su camino hacia la calle como si nada. Volví a verla en días sucesivos y sólo conseguí arrancarle un movimiento de cabeza. Comencé a pensar que mi inglés era peor de lo que pensaba y eso que mi autoconfianza en mis habilidades lingüísticas ya era mala. Hubo veces que incluso noté como aceleraba sus pasos para no encontrarse conmigo e incluso cuando me decidía a perseguirla cerraba rápidamente la puerta de su despacho. Mis intentos por conseguir algo de compañía en el bungalow fueron infructuosos y a cambio me llevé al impresión de que los japoneses eran muy tímidos y rehusaban el contacto con otra gente.
Año 2007. Durante una comida me entero de que un profesor universitario al que conocí aquel otro año ya no mantenía su estado de soltería sino que tras el divorcio con su primera mujer había tenido dos hijos con otra mujer más joven que él de origen chino. Siempre me han sorprendido estos detalles de quienes sólo conoces por referencias académicas y de trabajo.  Me gusta saber estas cosas,  no sólo con el ánimo que promueve el cotilleo, sino también porque hace mortales (iguales a ti) a quien de alguna manera idolatras profesionalmente. Ahí quedó todo. Sin embargo, hace unos días interrogando a mi amiga coreana acerca de aquella tímida japonesa la imagen que sobre ella me formé cambió radicalmente. 
Resulta que no era japonesa sino china y su conducta no se debía a la timidez o a posibles diferencias culturales. Aquella chica sufre una sordera profunda que, claro está, dificulta su interacción comunicativa. Aquella chica conquistó el corazón de aquel viejo profesor y lo hizo padre por tercera y cuarta vez. Aquella chica abandonó su doctorado y la realización de su tesis porque la política de la universidad de Londres es más estricta que la española en cuanto a relaciones profesor-alumno se refiere. Aquel profesor dejó su casa, abandonó sus pertenencias y a su mujer como Woody Allen. Y un día su mujer viajó hasta el bungalow pues quería entender la conducta de su marido. No agredió a aquella chica, tampoco la insulto o al menos eso cuentan. Al parecer lo que vio en el bungalow fue amor (desde el punto de vista coreano que cuenta esta historia). Y ahí parece haber quedado la cosa, de China a Londres sin vuelo de vuelta. 

5 comentarios:

La Petra de Cuenca dijo...

Que historia tan bonita.Nunca se sabe donde nos está esperando nuestra media naranja.

Muchos besos.

Anónimo dijo...

No me gustan nada las historias de maridos que dejan a sus mujeres, por mucho amor que haya antes, durante o después. Ea ;)

R.

Raúl Navarro dijo...

R. la historia puede gustar o no gustar. Siempre hay, al menos, dos opciones. Eso no quiere decir que a mí me guste o me deje de gustar. Traté de escribirla tal y como me la contaron sin involucrarme, pues de lo que yo quería hablar es de como me sorprendió la información que me dieron sobre alguien que ya me había formado una imagen y cómo ésta estaba equivocada. Ahora bien, entiendo que pueda resultar bonita.
Besos.

Cristina dijo...

Raúl, madre mía cuánto tiempo!!! Lo siento, pero en mis diversas incursiones a tu blog, no he conseguido que la peque me regale un time para dejarte comentario.
Veo que estás aprovechando muy bien el momento y que continúa tu curiosidad por el ser humano.
Hoy das buena prueba de lo que en nuestro campo llamamos sesgos atributivos en la percepción de personas y la formación de impresiones. Me quedo con eso y con tu estupendo estilo narrativo.
Te deseo que sigas teniendo una muy buena estancia.
Un abrazo enorme, amigo mío.

Raúl Navarro dijo...

CRISTINA!!!!!! Que' alegri'a saber de ti. Espero que todo vaya bien, seguro que la pequena esta' guapi'isima. Te mando un beso muy fuerte desde London.
Muacka!!!