27 de noviembre de 2009

Honestidad


Hay un momento en la vida de todo joven en que, ingenuamente, piensa en aquello que los anglosajones expresan como "make the difference" (marcar o hacer la diferencia). En muchos casos este deseo te lleva hasta tu elección universitaria y, así, uno elige ser trabajador social para cambiar la realidad de determinados colectivos, ser educador de personas con discapacidad para mejorar su calidad de vida y su independencia, ser periodista para dar a conocer la realidad y luchar contra quienes pretenden ocultarla o maquillarla. Sin embargo, a medida que uno recorre su experiencia universitaria, estas ideas van cambiado, tendiendo hacia el pesimismo o, quizás, hacia el realismo, siempre con la máxima de que algún tipo de cambio está claro que se puede ejercer, aunque no sea el esperado. Pero más allá de esa ruptura de expectativas, de ideales y sueños utópicos, cuando te introduces en el mercado laboral está claro que esa nueva realidad te reclama cosas que identifican carencias en el modelo de formación universitaria del que has formado parte y uno tiene que aprender y también reaprender cosas que daba por dadas.

Ahora imaginad el caso de un chico que, por confabulaciones astrales o vete tu a saber que clase de visicitudes del destino, no abandona el ámbito universitario sino que hace de él su espacio para el desarrollo de su carrera. Ese es mi caso y, por honestidad, debo decir que no merecía este puesto. Por honestidad debo asumir que no me encuentro preparado para el desarrollo de mis funciones porque ni siquiera mi formación iba encaminada a lo que pretendo enseñar. Por honestidad debo decir que el sistema universitario es un sitio donde muchas veces no tiene cabida la auto-crítica y donde el manejo de plazas es más que evidente y conocido por todos. Así fue como fuí elegido, gracias a que la plaza que ahora ocupo llevaba mi nombre y mi perfil se "adecuaba" más a la plaza que el de otros curriculums. No obstante, en mi defensa puedo alegar que, incluso con la resaca, que ha durado años, de saber que este no es mi lugar, superando la desmotivación y el tedio que parte de lo que aquí me rodea me provoca, quizás posea una característica que en parte de este colectivo brilla por su ausencia: la autoexigencia. He pretendido dar lo mejor de mí, aprender lo que no sabía para poder comunicar algo (vamos que no sólo me quisiesen mis alumnos por mi belleza natural) y en algunos casos lo he conseguido pero en otro no. Por honestidad debo decir que he llegado a considerarme más un actor que un profesor y no podéis imaginaros lo que actuar cansa.

Hoy he acudido a unas jornadas para profesores noveles (vamos novatos) y no puedo más que ponerme nervioso cuando observo a los que allí estaban y comienzas a ver que, dada la presencia del vicerrector de docencia, todos los comentarios eran políticamente correctos hacia un sistema que ni siquiera nos ofrece la remuneración económica que se presupone ligada a nuestro trabajo. Y mientras trataba de escuchar a los que, supuestamente, son mis compañeros, venía a mi cabeza la selección de personal que dentro de mi departamento se realizó ayer y que, honestamente, respondió al mismo esquema que la mía. Soy consciente de que quizás mi queja es hipócrita y por ello quede invalidada, pero antes de aceptar una realidad que no puedo cambiar me queda el lloro y el pataleo (en mi casita, donde nadie puede verme) ante lo que creo injusto. Injusto porque no va a sumar al "equipo", injusto porque una vez más la docencia universitaria se va a ver deteriorada. En fin, para ser honesto debo deciros que tengo un cabreo de dos pares de cojones y me da rabia que sean estas cosas las que me hagan escribir cuando ahora mismo me están pasando cosas mucho más importantes relacionadas con el periodismo. Un beso bakalao!!

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Honestidad brutal!!
Con el periodismo?? Nene, tenemos que hablar (de las plantas carnívoras).
Besos,
MIGUEL.-

La Petra de Cuenca dijo...

Lo primero que tendrían que hacer es introducir esa palabra en su vocabulario y a estas alturas me parece un poco difícil.
Si todos trabajaran como tú lo haces otro gallo les cantaría.
Como creo que es imposible que las cosas cambien.Lo mejor que puedes hacer es centrarte en el periodismo y en lo que realmente merezca la pena para que ser feliz.

Muchos besos

Cristina dijo...

Sabemos bien que con el pataleo y el cabreo nos vamos a quedar, pero al menos nos queda la palabra y tú y yo sabemos entendernos en el mismo lenguaje. De nuevo, un David contra Goliat entre revoluciones imposibles y, aunque a veces un simple tirachinas cargado con la piedra de la honestidad puede derribar gigantes, es posible que ese no sea nuestro caso, pero siempre es esperanzador encontrar noveles y no tan noveles con dignidad, un corazón con nobleza y unos ojos con justicia.
Mientras tanto, tenemos también este periodismo de petit comité para dar a conocer esas otras realidades desmaquilladas.
Muchos besos cómplices y hasta la victoria siempre!

El Fumador. dijo...

Una amiga me dice "Y yo ¿qué quisiera? Felicidad para todos..." una frase que he copiado y ahora la digo con bastante frecuencia. Pues eso... que de la utopía se pasa a la realidad y a la complaciencia. Hay que comer, vestirse, irse de vacaciones, tener coche, gastar en artilugios inútiles..., en definitiva, hay que vivir y para ello se necesita el vil metal por el cual acabamos vendiéndonos.

Ces't la vide como dirían los franceses. Un abrazo, nos vemos.

Raúl Navarro dijo...

Hola de nuevo a todos!! A ver si esto va cobrando forma de nuevo y nos vemos más a menudo por aquí.

Miguel, sí hay que hablar de las plantas carnívoras y de las buenas personas que nos acerca el sur.

Petrilla, no creo que trabaje mejor que nadie, de hecho, últimamente trabajo poco o menos. Ya no produzco, ya no tengo ideas relacionadas con el trabajo. No sé si eso es buena, pero otras cosas ocupan mi mente, alguien que espero abrazar muy pronto. La verdad es que tengo la sensación de haber trabajado tanto en los últimos años que me encuentro exhausto.

Cristina, siempre mi cómplice, también mi consejera. La verdad es que el post podría haber terminado con nuestra frase universitaria por excelencia "más de los mismo". Supongo que alguna vez tropezarán y espero que podamos verlo y reírnos como de otras tantas cosas.

Fumador, algún día espero donar mi cuerpo a la ciencia (no por bonito, si no esperando que algo útil hagan con él) y resarcirme. Mi problema es que me vendí por poco dinero. Tenemos pendiente la caña y las fotos.

Besos a todos, incluida esa voz que me acompaña por las noches y a la que no paro de echar de menos.