12 de abril de 2009

Don't let me go


Dicen por ahí que cuando uno vive de recuerdos y no de planes futuros se encuentra anclado en el pasado y, además, ha comenzado a hacerse mayor, no importa la edad que tenga. Últimamente he estado pensado mucho sobre el poder de los recuerdos y, de hecho, algún que otro post de este blog ha incluido pequeñas frases que he ido encontrado por ahí acerca de este tema. No hay más que fijarse en el propio nombre del blog para saber que está construido sobre recuerdos.
Escribir en primera persona es muy complicado para mí pues ya os habréis dado cuenta de que procuro hacerlo en tercera persona, intentado alejarme de algunas situaciones bastantes comprometidas emocionalmente para mí. Como ya os he dicho a algunos, el blog funciona de forma similar al “pensadero” de Dumbledore, el lugar donde sacar de tu cabeza recuerdos especiales que no quieres que el paso del tiempo erosione y confunda. Aun así siempre me queda el miedo de que recurrir de forma frecuente a estos recuerdos, también pueda desgastarlos, confundirlos por completo y contribuir a la aparición de un falso recuerdo. La memoria es caprichosa y puede jugarnos malas pasadas ya que en ocasiones recreamos, más bien creamos situaciones que no han ocurrido y que, aunque se encuentran cubiertas por un halo de irrealidad (ese tono blanco que enmarca algunos de nuestros sueños), terminamos creyendo como verdaderas. Sobre esto hay mucho estudiado, incluso tenemos un libro en español, “los falsos recuerdos” creo recordar que se llama. Lo tengo en mi pequeña biblioteca científica, pero no está cerca de mí ahora que escribo.
El caso es que, durante los días de Semana Santa, me he topado con muchos recuerdos. Dos mudanzas dan para mucho y las cosas que guardamos en los cajones son pequeños enlaces hacia los recuerdos. Sin embargo, la apertura de un álbum digital que no deseaba abrir desencadeno una cadena de imágenes bastante reciente que hizo emerger detalles que ya había comenzado a olvidar. Entonces recordé, como Kurt hace con Nancy en la novela “Lo que perdimos”, “cómo era que te quisieran, de cómo era quedarte dormido y despertarte con la mano de otra persona entre las tuyas”. Aún así, no sabía si esta fuerte sensación-recuerdo era cierta o estaba edulcorada por la arcaica creencia de que “tiempos pasados siempre fueron mejores”. No obstante, ahora pienso que (robando una frase de Cormac McCarthy en su novela “La carretera”), “lo que uno altera mediante el recuerdo tiene sin embargo una realidad, sea o no conocida”.
Gracias Joel por mostrarme el álbum, esa especie de caja de Pandora que me resistía a abrir por miedo a vivir de aquel recuerdo. Ahora puedo dejarlo marchar aún cuando tumbado en la cama bajo las luminosas sábanas blancas pensaba mientras le miraba: “don’t let me go”.

2 comentarios:

Cristina dijo...

La memoria, bella traidora que nos posee con más fuerza que ningún otro momento temporal. Qué te voy a contar yo de memorias, que me alimento de ellas, a veces incluso compulsivamente, tanto que, sin haber finalizado un instante, ya lo estoy acicalando para su degustación posterior. Pero es que los soñadores somos así, no sólo soñamos en futuro, sino también en presente y hasta en pasado, pero me quedo con la idea del tal McCarthy, alterado o no, en el fondo el recuerdo esconde una realidad, la de cada uno.
También conozco las huidas de las cajas de Pandora, pero esas también necesitan abrirse para descifrar códigos que aunque no queramos nos perseguirán encriptados allá donde vayamos. ¿Y después?, tal vez dolor, pero también mayor comprensión de una realidad, ¿y después?, tal vez olvido, tal vez superación, tal vez no, pero, eso sí, nunca lo sabremos si permanece cerrada.
Yo me uno a tu bonito pensadero, porque cada día que me abres una cajita tuya, yo deposito dentro algo mío también y de alguna forma me ayudas a desempolvar pequeñas memorias evadidas que, entre tantas mudanzas, casi no recordaba dónde se hallaban, sólo sentía su peso sobre mi espalda.
Gracias de nuevo, amigo mío, por recordarme recordar, por conmoverme una vez más, por dejarme soltar un poquito de mi carga, por sentirme cómplice de tus recuerdos digitales y descifrar tus códigos con tan pocas reseñas.
Otros no deben saber lo que dejan escapar, yo te aseguro que no te dejaré ir. Por anchos mares y altas montañas que te alejen…, yo aquí te espero.
Bon voyage!!!
Un fuerte abrazo.

La Petra de Cuenca dijo...

Es cierto que en muchas ocasiones la memoria nos puede jugar malas pasadas.Pero una cosa es cierta,si está en tu "pensadero",aunque pueda ser alterado siempre será una realidad vivida.
Y gracias a la apertura de ese álbum digital,tienes otros recuerdos muy especiales que guardar.

Muchos besos.