29 de mayo de 2009

Oxido 1.0


Las recientes lluvias provocaron que pequeñas gotas de oxido comenzarán a deteriorar la primera lata de cerveza que arrojó a la pendiente del parque que conducía a un río próximo. Habían pasado ya ocho días desde que había tirado aquella lata y como cada mañana a eso de las 9:00 sorbía las últimas gotas doradas de una nueva lata y la arrojaba al pequeño cementerio de latón. Finalizada esta acción, escupía en una papelera cercana y regresaba al lugar donde se encontraba depositada su mochila. Impasible, esperaba mientras observaba el continuo discurrir de coches por la carretera que conducía hacia las afueras de la ciudad en dirección a Madrid. Su rostro estaba surcado por una enorme cicatriz que surgía tras su oreja derecha y parecía moverse a trompicones a lo largo de todo el mentón para desaparecer tras la oreja izquierda. Ese día vestía una camiseta blanca con la frase “It can’t come quickly enough” serigrafiada y unos pantalones grises que finalizaban en unas zapatillas deportivas color azul marino. Tenía un cuerpo robusto y unas formas trabajadas que eran marcadas por lo ajustado de su ropa. Miró su reloj y se dijo así mismo: “hoy tampoco vendrán”. Se agachó para recoger su mochila, ponérsela a la espalda y después marcharse de allí, tal y como hizo los siete días precedentes. Sin embargo, aquel día un coche paró a su lado. La tintada luna descendió y una voz ordenó, steigen sie ein! (entre) Obedientemente abrió la puerta delantera y se sentó en el asiento. Preguntó was ich muß machen?(¿qué tengo que hacer?) y supo que, por mucho que lo deseara, ya nunca volvería a aquella ciudad.


[Aunque ya sé que la mayoría estáis de puente y otros no tenéis ni ganas de leer y menos de escribir, aquí os propongo una nueva historia que continuar. Os prometo que no la tengo escrita, y tampoco he pensado su final. Esta vez incluiré en su desarrolló todo aquéllo que digáis, por disparatado que pueda ser. Let’s play again!]

4 comentarios:

La Petra de Cuenca dijo...

Ese día fue consciente que nada volvería a ser igual.Al fin habían ido a buscarlo.No estaba seguro de lo que quería hacer pero en ese momento nada le importaba.Nadie le había creido durante su larga estancia en el centro y ese era el momento de desmostrar su inociencia.No conocía a esa gente y seguro que no serían de fiar pero eran los únicos que le estaban dando otra oportunidad.
Debía demostrar que él era el auténtico autor de "Gay Terror" aunque fuera lo último que hiciera en esta vida.

Besos.

Anónimo dijo...

Fue un trayecto largo en el que rogó, suplicó en diferentes ocasiones parar para ir al baño. Pese a su juventud, desde hacía varios años tenía problemas prostáticos.
Finalmente accedieron parando en un área de Servicio. Uno de los ocupantes del vehículo le acompañó. En la puerta, se encontró con una chica que le recordó tremendamente a esa extraña directora de cine: Isabel Coixet se llamaba. Intentaba quitarse de encima a un chico "grunge" que le decía cosas incoherentes por la gran intoxicación etílica que parecía llevar ...

MIGUEL

Anónimo dijo...

Pues no sé... me pillas con las ideas un poco justas... (incluso seguro que ya has elaborado la historia), había recibido un mensaje en una carta sin remite que le dijo que esperara a esa hora, en ese lugar, esa semana, cuando subió al coche se lo llevaron a Marbella y allí descubre que era hijo de un aristócrata bávaro...

Jesús.

Raúl Navarro dijo...

Me lo ponéis difícil pero lo intentaré. Muy bueno lo de Coixet, quizás meta al friki de Paco Lobatón también.