17 de febrero de 2014

La falta de conciencia humanitaria


La muerte de 15 inmigrantes la semana pasada en Ceuta, además de hacernos sentir vergüenza y rabia por la actuación de las autoridades, nos debería llevar a preguntarnos por qué no se cumplen los derechos humanos incluso allí donde están reconocidos jurídicamente, como supuestamente es el caso de nuestro país.

La respuesta a esta pregunta no sólo debemos encontrarla en la falta de actuación de determinados organismos e instituciones, sino también en las causas que en una situación concreta, como la que hablamos, inducen a determinadas personas o grupos a vulnerar los referidos derechos. Es decir, debemos considerar la dimensión psicológica de los individuos que participan en dicha barbarie si queremos entender el por qué de su conducta bajo la supuesta obediencia a la autoridad de las fuerzas de seguridad del estado. El guardia civil que disparó pelotas de goma a quienes trataban de alcanzar la costa no sólo responde a un orden de un superior sino a una decisión personal que hizo que no se planteara lo reprochable de su acción.

De la Corte, Blanco y Sabucedo (2004) plantean que la cuestión de los derechos humanos afecta a tres dimensiones: la jurídica, la política y la moral. Su aplicación requiere de un reconocimiento jurídico, de una política encaminada a conseguir objetivos prioritarios en relación a esos derechos y, también, de la asunción por parte de cualquier individuo de los valores morales que encierran los derechos humanos. Sin duda, las dos primeras dimensiones son muy importantes pero la dimensión crucial es la moral ya que sin que todos los ciudadanos asumamos estos derechos como moralmente justos, resulta difícil creer que porque existan instituciones que velen por su cumplimiento, los derechos (pongamos los de los inmigrantes) no sean vulnerados. Es decir, hasta que no desarrollemos una conciencia humanitaria individual será difícil que el ideal que representan los derechos humanos llegue a hacerse efectivo.

Por tanto, mal por quien dio la orden pero muy mal por todos aquellos que la acataron sin cuestionarla. Siempre, por muy difícil que parezca, tenemos la posibilidad de decir que no. 


2 comentarios:

Unknown dijo...

Creo que uno de los problemas de base es que los inmigrantes son vistos como ciudadanos de segunda. De ahí que no se cumplan los derechos humanos.
Por supuesto que está la obediencia a la autoridad. Pero sino mal recuerdo en más de un deshaucio las personas encargadas de llevarlos acabó no respondieron a las ordenes de su superior.
Por tanto creo que igual que se ha hecho con otros temas y con otros ciudadanos.En este caso también debería haberse dicho que no.

Raúl Navarro dijo...

Estoy contigo Verónica. Desvalorizamos al otro para que no experimentemos tanta disonancia al observar lo que ocurre.

Besos.