5 de febrero de 2014

¿Y tú qué miras?


Gracias a María Cubells la tele no sólo se ve, también se lee. En su cuarto libro María vuelve a desgranar los entresijos de la televisión. Ese ente que sigue siendo tan importante en nuestras vidas y al que todos, con sus más y su menos, nos acercamos a diario. Con un tono directo, irónico, alejado del lenguaje académico la autora, sin demonizar la televisión, nos habla de las estrategias de los programas del corazón, el backstage de las cadenas, la obsesión por la audiencia, el tratamiento de la violencia, y el cambio sufrido por rtve durante estos dos últimos años, pero también analiza lo bueno de nuestro modelo televisivo no sólo sus carencias y excentricidades. 

Sigo a María Cubells en su sección sobre televisión que cada semana tiene en La Ventana de la Cadena Ser, en sus artículos para el diario.es y el huffintong post donde analiza con sarcasmo el panorama televisivo. Y me gusta porque sabe de lo que habla, porque ha vivido todo lo que cuenta después de trabajar durante años en el medio y, también, porque utiliza un lenguaje muy sencillo y llano. No es sencillo porque quiera ser comprensible para "las señoras de Cuenca" (como algunos directivos de las cadenas les dicen a sus guionistas que tienen que ser) sino porque ella es clara y habla sin aspavientos sobre un mundo empresarial muchas veces carente de cualquier ética. 

Me ha gustado, sobre todo, su reflexión en torno a la falta de moral de las cadenas cuando pagan por entrevistar a asesinos, violadores o maltratadores (algo que le costó a Telecinco el cierre de La Noria). De hecho, una parte del libro (Las vueltas de la Noria y De la cárcel al plató) la dedica a hablar de Pablo Herreros, periodista que pidió a través de su blog que los anunciantes dejaran La Noria cuando en esta se entrevistó a la madre de El Cuco. En ese apartado recoge el testimonio de una psiquiatra de prisiones que explica como momentos televisivos en los que se da cancha a un maltratador o a una persona agresiva, actúan como reforzadores de la conducta de aquellos que lo ven (no olvidemos que cuando entran en un plató se les aplaude, aunque luego se les abuché) y ese refuerzo da al traste con meses de terapia. Y todo porque nos olvidamos de que la tele influye. Señores, señoras, nos guste o no, la tele educa. Disfruten de su lectura. ¿Y tú qué miras?

3 comentarios:

Unknown dijo...

Me ha encantado tu post. Pues gracias a él esta noche he descubierto un nuevo personaje para mi totalmente desconocido.

Cristina dijo...

Qué interesante!. Siempre es un reto analizar las cosas desde otra mirada. Y, aunque lo neguemos, quien más, quien menos echa un vistacillo a toda esa basura televisiva (hasta las señoras de Cuenca como yo), así que mejor estar prevenido sobre sus entresijos y posibles efectos. Genial como siempre, Raúl.

Raúl Navarro dijo...

Gracias amigas. Es bueno saber que hay alguien ahí que me sigue con tanto cariño.