4 de junio de 2014

Cinco estaciones


Yacía en la ladera de un bosque espeso donde el horizonte estaba bloqueado por un gran masa de árboles y algunos arbustos. Un animal se acercó temeroso, olisqueando el aire, y se alejó al sentir el calor que despedía su cuerpo. El otoño estaba próximo y las hojas había comenzado a teñir su ropa de tonos naranjas y amarillos. Tenía gases y éstos, no sabía cómo, había comenzado a atraer a unos pequeños escarabajos que recorrían sus brazos buscando un camino. Sin darse cuenta llegó la nieve y ésta alivió su hinchazón. Para entonces ya no veía a los insectos, tampoco a los animales, que transitaron la ladera en busca de alimento. La primavera en la ladera le devolvió el olor de las flores silvestres y la hierba acariciaba su cuerpo cada vez más delgado. Para la siguiente primavera comenzaría la reducción de su esqueleto y su estado colicuativo avanzaría más rápidamente si las previsiones de lluvia se cumplían. Hacía mucho tiempo que no le importaba su estado, pero el agujero en su cráneo seguía manteniendo la misma pregunta en el aire: ¿por qué?. 

4 comentarios:

ELDEIVID dijo...

Que gusto leerte querido amigo.
Un besazo.

Cristina dijo...

Me encanta (como de costumbre), sobre todo porque entiendo cada parte de simbolismo que encierra. Pero disiento en que haya nadie colicuándose ni necrosándose a través de las estaciones. En todo caso, alguien en cierta fase de gestación embrionaria, a quien le queda cada día menos para salir cuentas y renacer a un mundo nuevo.
En cuanto a ese agujerito del "¿por qué?", cada vez irá importando menos, además su respuesta probablemente ya está resuelta hace mucho tiempo, y seguro que es mucho más simple y menos interesante de lo que pueda representar, a pesar de la máscara de suficiencia ególatra y arrogancia hueca que la haya disfrazado.
De cualquier modo, el relato es precioso.

Raúl Navarro dijo...

Gracias David. Me alegra tener por aquí. Sigue pendiente la llamada, la visita y tantas otras cosas. Un besazo.

Raúl Navarro dijo...

Qué gustó leerte Cristina. Gracias por tus palabras. Lo cierto es que esta vez no quería darle un tono autobiográfico aunque entiendo que los que me conocéis veáis ciertos paralelismos con preguntas que alguna vez os he planteado. La verdad es que al principio iba a poner como pregunta: ¿quién? pero entendía que la víctima conocía a su verdugo, de ahí el por qué. Era una forma algo näive de cerrar el relato, de insuflarle algo de alama a ese cuerpo en descomposición. Ahora me habéis descubierto que puede encerrar muchas metáforas por lo que creo que es más bueno de lo que pensé en un principio.
Besos.