29 de junio de 2014

This is life


Nunca me gustó estudiar. De hecho, no fui buen estudiante (en términos de buenas notas) hasta que llegué a la universidad. Creo que por este motivo no guardo muchos recuerdos de mis años escolares y a veces confundo los recuerdos de EGB con los del instituto y viceversa. Por este motivo, siempre llaman mi atención los recuerdos tan vividos que algunas personas tienen sobre estas etapas. Algo que me alegra. Sin embargo, yo no recuerdo la mayoría de los nombres de quienes fueron mis maestros, tampoco de mis profesores. No es que aquello fuera un infierno, ni que haga negación de toda esa etapa de mi vida, simplemente se fue, no ocupa mucho lugar en mi memoria. 

No obstante recuerdo con cierta nitidez aquel convulso primero de bachillerato. Convulso porque yo estaba en plena adolescencia a mis 14 años. No fui rebelde, tampoco demasiado problemático. Simplemente era un chico normalito de pueblo, que todavía quería jugar con sus juguetes pero ya parecía que no podía, tímido, reservado. Vamos, uno más entre tantos. El problema fue que mis notas comenzaron a bajar sin razón aparente. Me encontraba demostivado o quizás era mi forma de mostrar cierta rebeldía. La verdad es que no lo sé. Y en ese momento vital de caída hacia algún lugar, ahora desconocido, recibí la ayuda de mi tutora. Una profesora de matemáticas joven, moderna, que se mostraba cercana aunque sin dejar que esa cercanía se confundiera con una amistad mal traída. Sin buscarlo se convirtió en alguien central para mi durante aquel año preocupándose por mi rendimiento, reuniendo a mis padres y haciéndome creer que podía hacerlo mejor. Ella tan sólo se ocupó de dar un pequeño toque de atención a mi entorno y a mi mismo, y con esa actuación tan sencilla consiguió que despertara. No se creó ningún tipo de vinculo especial, la relación profesor/alumno fue perdiéndose en el tiempo a medida que iba pasando los cursos, no tuvimos más trato después de aquello y sin embargo, tanto su nombre como ella han permanecido en mi recuerdo. Años después me ayudó a conseguir muestra para la que sería mi tesis doctoral pero el contacto volvió a perderse.

Hace un par de semanas me acerqué al IVO para ver a mi madre en la que sería su última sesión de radioterapia. Resulta que aquella profesora de matemáticas, la que fue mi tutora pasaba a consulta en el mismo momento en que yo llegaba al centro. No la reconocí pero oí su nombre y vi como se dirigía a la sala de radio. Me quedé con las ganas de hablarle, de preguntarle cómo estaba. Otra oportunidad perdida, me dije. Sin embargo, paseando por el pueblo en compañía de mis hermanas y mis sobrinas, la encontré y nos pusimos a hablar como si no hubiera pasado tiempo desde la última vez que nos vimos. ¿Cómo lo llevas?- le pregunté. Con rabia, grandes dosis de resignación y con la necesidad de sacar fuerzas de donde sea - me contestó. Me hubiera gustado decirle más cosas, animarla, reconfortarla y, sin embargo, fue ella quien me animó y me reconfortó  haciéndome ver una fortaleza que, aunque parezca tópica, está ahí. Tuvo tiempo para preguntarme cómo estaba yo, me dijo que me veía muy bien. Sí - le contesté. Ahora estoy bien. Tranquilo. Feliz después una época de nuevo convulsa en cuanto a emociones, sentimientos, y pensamientos que uno aprende a relativizar porque toma conciencia de lo absurdo de alguno estados. Vuelvo a disfrutar de las pequeñas cosas que me hacen feliz: un libro, una charla, una café, mi familia, mis amigos.

Ella incluso se ofreció a quedar con mi madre, a hablar con ella. Algo que le agradezco enormemente aunque no vaya a pasar. Qué rabia da perderse a esa gente que te ayuda a mirar tu realidad con otros ojos. Qué rabia no poder pasar más tiempo con ellas para valorar lo importante, restar importancia a lo superfluo. Mañana seguiré con mis pequeños problemas, mis estúpidas atribuciones y los pequeños escollos de una vida fácil pero, afortunadamente, cuando mire a mi alrededor seguiré viendo lecciones de vida que trascienden a todo aquello que una vez dejé que sepultara lo importante. Y todo esto, lo bueno, lo malo, lo regular, es la vida. 

Photo: this is life by tekhniklr

3 comentarios:

Unknown dijo...

No se si será el mejor de tus post. Lo que si se que estoy muy orgullosa de ti y de ver que vuelves a disfrutar de las pequeñas cosas... Enhorabuena buena porque es una preciosidad de post y todo lo que te dijera sería poco.Por eso sólo decirte que espero que todo te vaya bonito, seas muy feliz y sobre todo tu madre se recupere.Un beso muy grande.

Raúl Navarro dijo...

Gracias amiga. Ahí seguimos.

Cristina dijo...

Ohhh, mi apañerito del alma, ohhh... Así es, esta es la vida, sólo hay que dar un pequeño paso y te la encuentras en toda su plenitud, sin artificios, sin protocolos ni grandilocuencias. Simplemente así, desnuda, sencilla y bella, hasta en la más cruda adversidad.
No te lamentes de nada, porque no todos llegan a tiempo de percibir, analizar y valorar esta realidad, y con ello aprender y crecer. Y tú ya lo estás haciendo...