20 de enero de 2010

Pensar por pensar 2.0


Casi de forma diaria recibo en mi correo alertas de la publicación de nuevos números de las revistas psicológicas a las que estoy suscrito. Entre estas alertas me topé con un sugerente artículo titulado “The Concept of Love in Spain” (Psychology in Spain, volumen 13, número 1, 2009). En dicho artículo, sus cinco autoras realizan un estudio descriptivo sobre el tipo de amor que prefieren los españoles y las españolas. Podría cuestionar la necesidad de tal artículo, por muchos motivos, pero dado que las autoras tienen en mente relacionar los tipos de amor con la violencia de género en las relaciones de pareja, no tengo más que esperar antes de criticar.
El amor, siguiendo la clasificación expuesta en el citado artículo, ha sido clasificado en 6 tipos. Eros o amor romántico/pasional caracterizado por una irresistible pasión, fuerte atracción física e intensa actividad sexual. Ludus o amor lúdico caracterizado por las interacciones casuales, con unas bajas expectativas de futuro y la evitación de la intimidad y la intensidad. Storge o amor basado en la amistad caracterizado por un compromiso a largo plazo que se desarrolla de forma lenta y prudente. Pragma o amor pragmático, una mezcla de ludus y storge basada en la continua búsqueda de la pareja ideal. Mania o amor posesivo caracterizado por la intensidad pero también por los celos y la falta de comunicación. Y por último, Agape o amor altruista, mezcla de Eros y Storge, caracterizado por anteponer el beneficio del otro al propio. Los resultados del estudio realizado con 1351 personas concluyen que los estilos de amor más aceptados en España, de acuerdo al orden de preferencia, son Eros, Agape, Pragma y Storge. En el caso de los hombres se prefiere Eros seguido de Agape y en el caso de las mujeres Pragma seguido de Ludus.
No es fácil llegar a conclusiones con estos datos. Ni siquiera las autoras lo hacen y muchos menos establecen una relación con ese viejo problema ya planteado. Esto me hace pensar dos cosas: 1) no han obtenido los resultados esperados y 2) no habían medido dicha relación sino que sólo expresaban su posibilidad. En realidad todo ello da igual ya que el artículo solo vuelve a poner en evidencia viejos problemas que acechan a la investigación psicológica y al modelo universitario de producción de conocimientos.
El caso es que las autoras olvidan una importante cuestión en relación con el amor: la dificultad de medir un concepto tan complejo que se enriquece más de la variabilidad individual con que cada persona lo vive que con sus conceptualización científica. Agradecería, entonces, un ejercicio de sinceridad por parte de estas reconocidas investigadoras, pero también me gustaría conocer cuál es su propio concepto de amor. Y es que, conociendo a algunas de ellas, les diría aquello que la sabiduría popular se encarga de recordarnos: del dicho al hecho hay mucho trecho.
Y es que el amor no se habla, se hace, ya lo dijo Carmen Alcaide comentando la relación de dos grandes hermanos que no se tocan pero que supuestamente se prodigaban amor. Quizás estos dos personajes quieran reproducir esa otra historia de amor reflejada en la magnífica película El secreto de sus ojos (Argentina, 2009). En ella Campanella nos presenta un thriller acompañado de una historia de amor que parece no llegar nunca a producirse porque sus protagonistas ni siquiera se rozan, haciéndonos reflexionar sobre el amor que, como indica su protagonista Ricardo Darín, no ha sufrido el deterioro de la rutina porque no pudo ser. Esta idea que puede ser romántica no es por ello realista. Desde mi humilde opinión, el amor está para usarlo, con independencia de que luego deba ser reinventado para seguir disfrutándolo, pero usado al fin y al cabo. Y aquí podríamos recordar otra célebre frase, también popular, aquella que decía el roce hace el cariño.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Como comparto en buena medida todo lo que dices, sólo saré este comentario para ponerte una freakypropuesta de canción (digna del BUS conquense y tan cuestionable por tanto desde el punto de vista musical) que habla del AMOR :)

http://www.youtube.com/watch?v=vItGyY3gxG0

Raúl Navarro dijo...

Je,je,je, esa también la he oido en ese templo de la diversión que es el BUS. Desde luego el reflejo de la mariposa en las gafas de él, no tiene precio y deberían darle un premio al grafismo o lo que sea.
Buena propuesta, sí señor. Un beso.

Raúl Navarro dijo...

Si tenéis tiempo y ganas leed este artículo de El País que viene al cuento:
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Quiero/leo/elpepucul/20100120elpepicul_6/Tes

Cristina dijo...

Siempre me haces reflexionar, ya había leído algo al respecto del tema, ya sabes que en este mundillo todo se eleva a cuestión científica, aunque sea forzándolo con calzador o desvirtuando asuntos tan difíciles de someter a los criterios popperianos como es el amor. Quizá por ello las autoras se quedan en el aire, pero lo importante es lo importante: ya atesoran una publicación más en inglés para seguir inflando su brillante curriculum y, amigo mío, tú y yo sabemos que eso es lo único que termina contando.

Entrando más al trapo, si me tengo que decantar por uno de los estilos amorosos, me inclino por el Agape seguido del Eros, lo cual creo que me sitúa más cerca de lo masculino según los resultados que nos presentas. Por cierto, unas preferencias de género que, a priori, no dejan de sorprenderme, y digo yo, no será al revés?, pero claro el mundo científico está para derribar estereotipos…

En fin, creo que el amor, como muy bien dices, no está para estudiarlo ni para hablarlo sino para hacerlo, para vivirlo, para exprimirlo, incluso (como decía la Jurado) para romperlo de tanto usarlo. Así que, menos marcos teóricos, metodologías de investigación, discusiones y conclusiones y más praxis. Al fin y al cabo, ya sabemos que en estos análisis, estudios y contrastes de hipótesis varias, casi siempre acabamos encontrando la misma observación: los fenómenos humanos son tan multidimensionales, tan multifactoriales, tan diversos, tan inestables, tan vulnerables a variables extrañas, que es como pretender atrapar el mar con un colador. Por tanto, quizá en este asunto del amor es mejor tirarnos hacía una vía más sencilla y natural, por ejemplo la que tan bien resume esa cancioncilla de las mariposas al estilo frikibus que nos propone nuestro querido anónimo y que, dicho sea de paso, está más cerca de la realidad cotidiana que esos megartículos de investigación.

Muchos besicos amorosos.

Raúl Navarro dijo...

Cristina, que gusto leerte. Yo sigo echando de menos tu blog aunqeu entiendo que no tienes tiempo para ello. Tendré que conformarme con leerte por aquí. Muy chulo lo que dices y la referencia a la Jurado de lo mejorcito.
En cuanto a la universidad, pues de nuevo nuestra frase favorita: más de lo mismo, aunque no dejo de sorprenderme antes tales cosas.
Bueno, recuerdame luego que te cuente lo del globito.

Besos.

Anónimo dijo...

No entiendo que hagan un estudio de este tipo cuando cada persona es un mundo diferente.Como bien dices el amor esta para usarlo y disfrutarlo.
Creo que la obsesión por publicar hace que cualquier cosa sea válida.
La freakypropuesta de canción muy buena.Digna del Bus.

Muchos besos.

La Petra de Cuenca

Raúl Navarro dijo...

Gracias Petrilla, hay que buscarte un novio que te lleve en coche con las ventanillas bajadas y a tope con la canción: es el amooooooooorrrrrr!! Y tu a lo soy la juani!!

Besotes

Jesús. dijo...

No sé... yo del amor no hablo que luego peco de no cumplir con lo predicado. Un abrazo, nos vemos.

Raúl Navarro dijo...

Ay Jesusete!!! Bueno, qué pasa con esas cañas?? Podemos hablar del amor y de las plantas carnivoras!!

Anónimo dijo...

Raul: “el roce hace cariño” Es verdad y también ampollas. Cuando te mojas, si lo haces alguna vez, es con zodiac, neopreno y chaleco. ¿Cómo amas?. Sería interesante conocer la imagen que tienes de ti mismo y como te vemos los demás y viceversa aunque sin duda un tanto incomodo. Te veo más como un usuario del pragma
Cristina hace un planteamiento que puedo asumir como propio en cuanto a definición uso y abuso, siempre positivo, del amor. Me podría definir más como seguidor del eros y storge, pero así, por separado. Mi historial, del que me gustaría liberarme, dice que mi realidad está en estrellarme una y otra vez con el ágape. No gano para esparadrapo.
Observo en la catalogación que aunque partiendo de la premisa de que no existe amor que no sea concupiscente estos son meramente amores concéntricos, no se puntualiza ni uno solo excéntrico. Los enumerados derivan a la autosatisfacción. No niego estos amores pero todos nos olvidamos de otro amor que también existe, este es el amor que siente una madre por un hijo enfermo, es el amor que suscita un niño con cáncer, el que suscita un oligofrénico, el que suscita un anciano solitario. Como estos casos existen y alguien los atiende, no hay duda de que existe este amor. Es un amor que no se destaca ¿por qué?. Los concupiscentes, sin duda, están irremisiblemente destinados a acabar, llega un momento en nuestra existencia en el que el follar sobra. O por lo memos es lo que piensa mi abuela con 101 años.
Sin embargo el amor menos concupiscente, más profundo que algunos usamos se llama “caritas” Que de estar unido a alguno de los amores mencionados seria con el ágape, pero que lo sobrepasa en el momento en el que el amante da mucho más que lo que puede percibir.