13 de enero de 2010

Sin título I


Hace ahora 10 años que un mes de diciembre gané, con un relato, el primer premio que una asociación de discapacitados viene concediendo desde hace muchos años a aquellos trabajos que persiguen la concienciación social en torno a la discapacidad física. Ayer, por casualidad, buscando otros documentos en unos viejos diskettes me topé con él y pensé: ¿por qué no darle otro lugar?. Aprovechando el blog, voy a colgarlo por entregas. Nunca escribí un título para él y nunca volví a releerlo. Lo pongo aquí, sin cambios, con el único propósito de reubicarlo. Espero que seáis benévolos, tenía 20 años cuando lo escribí. Quizás cuando termine, podamos ponerle un título.
----------------------------------------------------------------------------------------

¡Lo tengo decidido!. Hoy es el primer día de mi nueva vida, y qué mejor que empezarla tomando unas cañas con mis amigos de toda la vida. Sacando palabras entre cada sorbo de cerveza. Recordando viejos momentos, viejas novias. Aquellas chicas que tanto amor nos dieron, y tanto nos hicieron sufrir ("pequeñas brujas").
Y sin embargo Ana sigue en mi cabeza, aquel hormigueo de la primera vez, recorre mi cuerpo de nuevo, cuando aparece en mis pensamientos. Lo hemos dejado, aún no sé cómo, ni por qué, pero se acabó. Quizás esté en esa fase en la que no atinas a adivinar si todo ha sido un sueño, o es una realidad tan machacante que cada vez que lo recuerdas tus sienes se contraen y no te dejan ni pensar.
Todo parecía ir bien, pero hace una semana que Ana me llamó para hablar; decía que era urgente, que no podía esperar, y que necesitaba verme ya. Yo, preocupado por su llamada, acudí a su cita tan rápido como me permitió mi velocímetro, y una vez juntos pude observar que tras sus ojos vidriosos se escondía un secreto, la travesura de un niño, el eco de aquello que quería decirme. Ana había mantenido otra relación mientras estabamos juntos, y aunque decía no querer hacerme daño pensaba que el mantener nuestra relación sería aún más doloroso para mí.
No podía dejar de mirarla, odiaba como lloraba, la odiaba a ella por lo que había hecho, pero tampoco podía reprocharle nada. Ella me había dado todo el cariño que tenía; me había regalado su rostro, su mirada, sus palabras de aliento en mis peores momentos. Aquella voz que ahora sonaba distorsionada por el llanto, me había hecho más feliz que mucha otra gente durante largo tiempo. Y yo, ¿qué le había dado?. Distancia quizás. Largos viajes me habían separado de ella durante mucho tiempo, mis estudios me absorbieron durante meses; meses en los que nos veíamos contadas veces.; y sin embargo seguía regalándome su cuerpo, sus caricias. Cuantas veces la tuve sin que yo le diese nada a cambio.
Este último año, mi trabajo de investigación para la tesis me alejo de ella durante tres meses, en los que apenas cruzábamos cuatro palabras por el maldito móvil. Yo estaba tranquilo, puesto que sabía que ella me estaría esperando, y esa comodidad fue la que me venció, no me preocupé por ella........ y ahora se acabo.
La abracé, le di un último beso en la frente, y la apreté fuertemente contra mí, como si la perdiera irremediablemente. Le dije un último "te quiero", y me fui esperando verla pronto y deseándole suerte en su nueva vida. . . .
Por eso empieza hoy mi nueva vida, rodeado de mis viejos amigos, aquellos a los que tanto descuidamos cuando tenemos novia, pero a los que recurrimos cuando nos encontramos solos. Mi familia aún no lo sabe, ha pasado una larga semana y no me he atrevido a decírselo. Me han preguntado por ella, pero tan sólo atiné a decirles que estaba bien, que les daba recuerdos.
Mañana parto para Africa, a realizar un nuevo estudio de campo para mi tesis, y cuando vuelva se lo diré a todos. ¡Cuesta tanto decir algo así tras cuatro años de relación!.
Ni tan siquiera lo saben mis amigos, aquellos que ahora mismo me rodean mientras hacen bromas sobre las tribus que estudio, hasta que consiguen hacerme reír. Piensan que esta reunión es mi despedida hasta que vuelva de Africa, pero me he preocupado en reunirlos porque hoy comienzo esta nueva etapa, en la que los necesito, de una manera egoísta, pero les necesito, y que mejor que comenzar algo nuevo rodeado de tu gente.
Tomamos la última cerveza, y brindamos por nosotros, porque todo en la vida nos vaya como hasta ahora (y cuando esto ocurre no puedo dejar de pensar en Ana), comienzan las despedidas, los abrazos, y prometo verles pronto, en cuanto llegue a Madrid les daré un "toque" para volver a quedar, y en mente tengo lo de contarles lo de Ana.
Intentan convencerme para tomarme una última copa, pero alego tener que conducir, y consigo escaparme. Cojo mi coche, aquel coche azul en el que tan buenos momentos pasé con Ana. Meto la llave en el contacto, y me prometo a mí mismo que no volveré a darle vueltas al tema. Arranco el coche y salgo en dirección a mi casa, con la intención de pasar la última noche en España por una larga temporada. Por la carretera no hay nadie y, mientras recorro la distancia que me separa de la casa de mis padres, recuerdo mentalmente lo que he introducido en la maleta; intentó recordar si he buscado el pasaporte, y si he reunido todo el material necesario para realizar el estudio. Recuerdo que debo coger mi ordenador portátil, y comienzo a sonreír cuando me imagino a mí mismo con él en las manos, sin un sitio donde enchufarlo cuando me encuentre en plena selva. Esta situación me recuerda a ese anuncio de "aspirinas", en el que la chica está haciendo la maleta para irse a su residencia. En mi cabeza se agolpan montones de pensamientos, y entonces unas luces, unas luces cada vez más intensas, y un golpe...

Continuará.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bien que lo compartas con nosotros.Es una pena que estuviera guardado en un disket y no saliera a la luz.
Espero que pronto cuelgues la siguiente entrega.

Muchos besos.

La Petra de Cuenca

Juan dijo...

Raúl:

he leído tu relato y me ha gustado mucho cómo juegas con el recurso de la elipsis para decirlo todo (es decir, el tema del relato en sí) sin pronunciar nunca la palabra. Esa es la clave de los cuentos, decir sin decir. Y ya que estoy en ello, te diré que no hay grandes diferencias entre cuento y relato. Decir cuento corto es un poco redundante, a no ser que sea un microcuento; relato corto, un poco menos, porque la única diferencia es que relato es más general, como narración. Usar una u otra denominación obedece al gusto personal de los editores y autores.
Te dejo aquí el enlace de un cuento corto (ella los llama des-cuentos, que es un nombre mejor) de mi amiga Carmela, a la que conociste en mi fiesta, porque me ha recordado al tuyo:
http://nalocos.blogspot.com/2009/05/carmela-greciet.html
Y quería preguntarte una cosa: ¿cómo hasces para poner los blogs que sigues al lado?
Y otra cosa, que sé que es una tontería, pero bueno. Perdón si el otro día, el domingo, me fui tan rápido, pero es que de repente me sentísuperado y avergonzado, un poco como fuera de lugar.A lo mejor fui un pcoo maleducado, y lo siento
BEsos,
Juan

Raúl Navarro dijo...

Gracias Juan por tu comentario. Anima la verdad. Para poner la lista de blogs debes ir a configuración y creo que te aparece esa posibilidad. Si no es así, es porque debes añadir algún gadget a tu blog. Hace tiempo que lo hice y ya no lo recuerdo bien. Lo miro y te digo algo más concreto.
Besos.

Cristina dijo...

Caray, qué prolífico!!!, la desconexión de este tiempo me ha dejado desfasada, pero rápido te retomo. Me alegra mucho encontrar cosas tan interesantes y cargadas de energía, se respiran aires distintos, nuevos, cálidos, ilusionados, hasta diría que felices y eso me encanta.
Respecto a este relato, me habías hablado de ello, pero no había tenido el gusto de leerlo. Muy bueno, no me extraña que fuera premiado, ya apuntabas alto con 20 y es que donde hay brillo, no hay quien lo esconda.
¿Título?, no se, por ejemplo: “ayer cuando nací”, “días para renacer”, “final para un principio o principio para un final”…
Seguiré al corriente mientras pueda, estoy impaciente por ver el desenlace.
Muchos besos.

Raúl Navarro dijo...

Gracias Cristina. Para el desenlace aún queda un poquito, no quiero agobiaros con mis cosas. Efectivamente, se respiran aires muy felices, al menos es así como se siento. Espero que estos aires sigan viniendo y motivandome para muchas cosas, como para seguir escribiendo por aquí. Un besos muy grande. Apunto los títulos

Anónimo dijo...

Literatura de consumo, predecible, un pelín banal. Esperemos a la segunda entrega. Las palmaditas con 20 años eran, quizás necesarias, ahora, cuando por tu aspecto y lo que haces debes estar sobre los 40, suenan cuanto menos poco convincentes.
Rimbaud, de poder, habría dicho:
“Ah! J’en ai trop pris: Mais, cher Satan, je vous en conjure, une prunelle moins irritée! Et en attendant les quelques petites lâchetés en retard, vous qui aimez dans l’éscrivain l’absence des facultés descriptives ou instructives, je vous détache ces quelques hideux feuillets de mon carnet de damné.”
No quieras engañarnos, busca tiempo y no sigas desenterrando archivos enmohecidos. Danos cosas con la calidad a la que nos tenias acostumbrados. Menos cañas y más tekla.

Anónimo dijo...

Leyendo este blog me doy cuenta de lo tonto que soy, pues yo pensaba que toda la literatura era de consumo.